Ubicación: California, Malibú, condado de Los Ángeles, EUA.
Emmeline...
–¡Kylie! –grité cuando sentí que sus manos me tomaban a sus brazos, apenas terminó de pasar la llave en el picaporte dorado.
–¿Qué? Estoy siguiendo las antiguas tradiciones. ¡El novio debe llevar a la novia en sus brazos mientras camina por la puerta! –Exclamo con una sonrisa que me vuelve loco.
–¡No seas tonto, lo sé! –Dije cuando lo miré y sonreí, mientras él empujaba con su pie haciendo que la puerta se abriera y entrara al departamento. De pie en el suelo, ajusté el dobladillo de la falda del vestido bordado y brillante con pequeñas perlas en el velo que caía en ondas junto con el corpiño diseñado por ellos. Eso sí, mi madre se empeñaba en ponérmelo, y para mí fue simplemente amor a primera vista en cada pieza de tela que me ayudaba a escoger y decidir.
–Ahora, vamos a... –Comenzó Kyl sacando el celular de su bolsillo mientras cerraba la puerta detrás de él.
–... ¡Ordena una pizza! –Terminé haciéndolo reír.
–¿Un? ¡¿O dos?! –Me preguntó al mirar la pantalla del dispositivo.
–¡Por supuesto! –Dije al quitarme los tacones altos que me estaba apretando los pies y haciéndomelos adoloridos. Eran tan hermosos, pero la comodidad no tenía más que belleza. Me acerqué a Kylie y lo ayudé a quitarse el traje negro y la corbata blanca nacarada.
Lo miré a los ojos y me devolvió con una sonrisa en sus delgados labios. Lo que me recordó el pasado. Él y yo incluso acordamos el término pedir pizza, algo que siempre hemos hecho desde que nos conocimos. Y para pensarlo... recuerdo una tormenta cayendo de ese oscuro cielo nocturno, en ese momento, había terminado mi última clase y estaba ansiosa por irme y finalmente llegar a casa.
Muchos se quedaron a esperar que cesara el aguacero, yo no era de esos. Salí apenas protegiendo mi bolsa de cuadernos bajo una fina capa, dejé de buscar un lugar con vista húmeda y simplemente algo me quitó la atención del frío que sentía y la ropa empapada. No recordaba bien por qué estaba parado bajo la tormenta detenida, pero solo me di cuenta cuando Kylie se acercó y me despertó. Me preguntó qué hacía allí bajo la lluvia inmóvil, al mismo tiempo se quitó el abrigo y me envolvió en él, arrastrándome bajo la marquesina del edificio donde estudiamos. “¡Mi nombre es Kylie!”, me sonrió y le di una media sonrisa diciendo: “Mi nombre es Emmeline, ¡encantado de conocerte!”. Y después de eso se estableció un silencio entre él y yo que solo fue respondido por miradas incómodas y sonrisas.
Deliberadamente, a medida que pasaban los minutos, nos estábamos acercando mientras la lluvia continuaba constante y fuerte. Empecé a temblar de frío en ese momento y todo lo que escuché fue “¿Puedo abrazarte? Claro que si no quieres...", estaba nervioso mientras yo solo respondía "¡Tú puedes!". Cuando sentí sus brazos envolverme, sentí un abrazo y calidez, no el calor de nuestros cuerpos calentándose juntos. Pero un calor en mi pecho. En mi corazón. Levanté mi rostro y lo miré a los ojos, y fue en ese momento que no lo vi como un extraño que estudiaba en la misma universidad que yo. Lo vi con una mirada de amor a primera vista.
Me enamoré del olor de su piel, de su pelo oscuro y lacio y de sus ojos castaño oscuro ligeramente rasgados. Me encantó la forma de esos ojos. Este hombre envió un escalofrío por mi piel que llegó a la boca del estómago como un trozo de hielo derritiéndose. Eso me licuó por completo.
–¿Emme? ¿La Tierra llamando a Emme? –Hizo un gesto tratando de llamar mi atención.
–¡Deja de hacer el tonto! ¡Estoy escuchando! –Me quité el velo atado a mi tiara plateada y lo tiré en el respaldo del sofá. –¡Tu amigo John fue muy amable al ceder su apartamento! Uno de ellos...
–¡Sí, fue un regalo para los dos! –Me tiré con cansancio en el sofá acolchado mientras lo escuchaba. Cerré los ojos mientras echaba la cabeza hacia atrás y cuando los volví a abrir, lo vi con dos copas llenas de vino. Tomé una de su mano izquierda y la llevé a mi boca sintiendo un sabor dulce seguido de su suavidad junto con el alcohol. Kylie tomó una nota de la mesa de la cocina mientras regresaba y comenzaba a leer. –“A los recién casados Emme y Ky… –Hizo una pausa, tomando un sorbo. – “… que me hagan bastantes ahijados para que yo sea su rico padrino”!
–... –Cuando escuché eso casi escupo todo el vino de mi boca y me ensucie de risa. –¡John y su empeño en querer ahijados de la gente!
–Jajaja. -Tiró la nota sobre la mesa de café. -¡Tal vez, quién sabe! –Hablaba torpemente.
–¡Es quien sabe! –Tomé otro sorbo y me aclaré la garganta cambiando de tema. –Me muero de hambre, ¿cuándo es la pizza? –Eché mi cabeza hacia atrás nuevamente cuando escuché mi estómago gruñir por segunda vez desde que entramos por la puerta.
–Vaya, apenas han pasado unos minutos desde que me avisaron... –comentó mientras sacaba su celular del bolsillo y miraba la pantalla.
–Deben haberlo hecho rápido... –Tomé el último sorbo de la taza
–¡Voy para allá! –Tomó la llave de la mesa y mandó un beso al aire y yo le mandé otro.
Al escuchar el cerrojo de la puerta cerrarse, me estiré y me levanté, yendo tras la botella de vino. Me serví un poco más y tomé un sorbo mientras caminaba hacia la puerta corrediza que conducía al porche. Observé el cielo estrellado de cerca, escuchando el sonido apagado del tráfico de abajo. Estaba pensativo. Y cuando volví a levantar la copa, mis ojos fueron directos al anillo de compromiso y ahora a otro. Pero este estaba casado. Me volví hacia la señora Swan. Era uno de mis sueños hecho realidad. Casarme con la persona que me amaba y se preocupaba por mí. El brillo del anillo de bodas onduló y terminé notando un reflejo en el vidrio de la puerta, me di la vuelta rápidamente y me sobresalté.
–¡Kylie! ¡Me asustaste! –Puse mi mano libre en mi pecho.
Me saludó con una cálida sonrisa mientras arrojaba las llaves sobre el mostrador de la cocina. Extrañamente, sentí un escalofrío recorrer mi espalda y me encogí de hombros, y caminé hacia él con el vaso todavía en mi mano. Le di una sonrisa ardiente mientras llevé mi mano vacía a su cuello. Otro escalofrío se deslizó por mi piel cuando sentí sus manos agarrar mi cintura.
–¿Y la pizza? –Hice una mueca de disgusto levantando mis labios inferiores.
–¡Nada por ahora! ¡Eso fue una falsa alarma! –Respondí frustrado y una visible decepción se formó en mi rostro con derecho a un puchero de rabieta infantil. –¡No pongas esa cara! Sabes que no puedo resistirme a ese hermoso puchero y… –Kylie se acercó a mi rostro mirándome directamente a los ojos y siguió hasta mi cuello pasando su cálido aliento por mi piel, encendiendo una llama dentro de mí. Pero volvió a mirarme intensamente, me arrebató el vaso de la mano y se lo bebió de un trago, colocándolo sobre la mesa de café en medio de la habitación.
–¡Oye! –gruñí y llevé su dedo a mis labios mientras se acercaba de manera seductora, e hizo un “¡shiuu!”. Su boca tomó la mía, como si tuviera una sed insaciable, antes de gesticular cualquier frase o palabra.
Fue profundo, intenso y sensual. Todo y más con un sabor a melón especiado y menta que refrescaba el ardor de aquel beso. Sin embargo, no fue solo eso. Kyl bajó sus grandes manos a mi trasero dentro del vestido y apretó con fuerza, haciéndome saltar un poco, agarrando con fuerza y clavando mis uñas en la tela de su camisa blanca. Y tu mano allí. Comenzó a guiarme a través de la habitación hacia el pasillo del apartamento sin siquiera detener nuestros labios. Y me separé unos centímetros de ellos.
–Espera un minuto, ¿qué pasa con la pizza? –pregunte borracho en ese momento. Sintiendo el deseo en el aire.
–¡Pueden esperar! ¡Lo que nos lleve el portero del edificio! Empezó a besar la comisura de mis labios. –Vamos a tener un momento… –susurró seduciéndome. –... ¡tú y yo!
–... –Simplemente cerré los ojos dejando que me guiara hasta la recámara, durante el tiempo recibí el más dulce cariño oscilando entre la sensualidad y el fuego que aumentaba con cada paso que daba hacia la cama.
–¡Puedes abrir los ojos! –Escuché la puerta cerrarse y respondí a su orden.
Las rosas violetas vagaban por el suelo y la cama junto con un dulce aroma en el aire. Miré a Kylie que se acercó y ahuecó mis manos. Me dio un largo beso y se separó mientras tomaba sus manos y desabrochaba cada botón de su camisa de manga larga y se la quitaba, dejándola caer al piso violeta que se mezclaba con el blanco de los muebles iluminados por velas. Observé sus pectorales objetivo mostrando una pequeña forma, permitiéndome estar más emocionado, nervioso y listo para nuestra... primera vez.
Me salvé totalmente para eso. Como en los cuentos de hadas. E historias de princesas y príncipes que me encantaba leer en las novelas de mis estanterías. Estaba bastante seguro de que él era el hombre adecuado y el que realmente me amaba, y viceversa.
Me dejé tocar por sus dedos, al mismo tiempo que mi rostro se inclinaba hacia el lado derecho, dándole un espacio para que sus labios viajaran sobre mi piel. Levanté la vista, algo aturdido por el alcohol que acababa de tomar, y terminé de ver un gran espejo de madera maciza adornado con dibujos de hojas. ¿Y luego jadeé y mis ojos se abrieron cuando vi el reflejo de Kylie? Me pregunté a mí mismo aturdido. Pelo diferente y musculatura más grande. Me alejé de repente agarrando sus brazos con fuerza y mirándolo fijamente.
–¿Qué pasó mi amor? –Preguntó confundido. Pero cuando lo miré a él y al espejo de nuevo, era Kylie. Cabello. Cuerpo. Todo era normal. Llevé mi mano izquierda a un lado de mi cara. Sí, la bebida. Sólo podría ser.
–Nada... –Sonreí tratando de disimularlo y lo acerqué a él mirándolo directamente.
–¿Está seguro? –Él me preguntó.
–¡Si tengo! –Te di un beso a la ligera.
–¡Todo bien! Entonces, ¿dónde paramos? –rió mientras me envolvía en besos y apretones de manos en la piel de mi cuerpo.
Dirigiéndose al toque de sus manos mientras lo guían hacia la cremallera en mi espalda. Con una súplica en el suspiro de "¡Deshazte de eso ahora!". Y se hizo. Me bajó el vestido lentamente, mostrándole mi cuerpo aún cubierto por una lencería de encaje con flores lilas y un tirante que unía las bragas a las medias bordadas de principio a fin. Lo mismo parecía vislumbrarse. Sus ojos brillaban a la luz de las velas. Como si estuviera contemplando el pedestal de una deidad o como si el suyo propio apareciera frente a él. Deslicé mis dedos hasta su barbilla, cerrando su boca y acercándola a la mía. Lo agarré de las costillas, sintiendo que se le erizaban los pelos y lo arañé lenta y traviesamente.
Su mano derecha se deslizó desde mi cintura hasta mi trasero, apretándolo fuerte causando que me mordiera los labios y se me erizara. Y con esa melodía, comenzó a moverse, llevándome con él a la cama. Me acostó lentamente mientras me miraba a los ojos. Se dirigió hacia mi barbilla, besándola y bajando hasta mis senos donde lentamente bajó el bordado, dejando a la vista el erecto pico color durazno, el cual fue acariciado por sus labios, dejándome gemir de satisfacción con eso, y automáticamente agarrando su cabello. .
Kylie me observó mientras chupaba ferozmente mi seno, provocando humedad entre mis piernas, mientras su otra mano se posaba en el otro seno libre, masajeándolo de una manera que lo hacía doler, pero era un dolor bueno ya que estaba teniendo tal dolor. erección abajo. Eso fue una tortura. Y mi torturador disfrutaba al verme en este sufrimiento.
Tiré más de su cabello mientras cerraba los ojos. La otra mano libre se deslizó lentamente sintiendo la forma de mis curvas hasta el tirante de mis bragas. Se detuvo allí y se levantó de mí dejando su pezón babeando. Y rápidamente abrí los ojos. Llevó las yemas de sus dedos a mi ombligo y bajó hacia la mitad de mi parte privada cubierta. Estaba completamente ansiosa y ansiosa por que esos dedos me tocaran en ese momento. Sin embargo, se burló de mí. Sabía cómo hacerlo muy bien. Déjame en el extremo.
Kylie comenzó a bajar lentamente revelando un volumen de piel afeitada y suave. Sin embargo, noté que se estaba conteniendo con sus ojos que brillaban al revelar completamente lo que quería ver. Me arrancó la ropa interior con cada calcetín puesto y los arrojó al pie de la cama. Ella se movió y fue el turno del sostén. Con cuidado. Tirarlo a un lado. Lo miré mientras se ponía de pie frente a mí y se bajaba los pantalones revelando unos calzoncillos grises. Y era su turno en ese momento.
Lo que me puso ansioso. Su polla estaba extremadamente dura y erecta cuando terminó de desvestirse. Siguió lentamente mientras se elevaba de nuevo. Como un depredador tras su presa. Sus labios fueron directamente a mi piel recordándome el calor que sentía debajo. Encajó entre mis piernas, haciéndome sentir su polla dura y caliente en mi zona íntima que palpitaba por ello.
Su lengua aterrizó en mi piel de nuevo. Gemí mientras mis manos recorrían su cálido cuerpo. Pero me agarró las muñecas y las levantó por encima de mi cabeza. Y sus labios siguieron a los míos en una nana intensa y excitante. Se distanció y me miró directamente a los ojos. Extrañamente, sentí una sensación de nerviosismo en el estómago como si ya hubiera experimentado eso antes, podría ser solo mi actitud loca, pero cuando miré a los ojos de Kylie vi a alguien más. Era inexplicable incluso para mí. La conexión y cada toque que puso en mi piel fue desigual.
Sin embargo, comencé a encogerme de hombros y dejar que mi cuerpo me guiara junto con mi corazón y mis sentimientos.
–Voy despacio... –ronroneó en mi oído.
–¡Derecho! –suspiré asintiendo.
Empecé a sentir su polla entrando lentamente, mientras se acomodaba, colocándose en una posición considerable para caber dentro de mí. Mentiría si dijera que no fue doloroso. Sí, lo era. Era molesto los segundos que pasaban, mientras forzaba la entrada. Mordí mi labio inferior tratando de soportar el dolor, pero cerré los ojos y escuché su voz llamándome:
–Emme... –Y ordenó. –¡Mírame!
–... –Dejé escapar un gemido de dolor mientras abría los ojos mientras me preguntaba. Sentí que algo se me escapaba de los ojos, pero no quería que se detuviera por eso.
–¡Yo la amo! –Comenzó a besar la comisura de mis labios, provocando que soltara una sonrisa.
–¡Yo también! –susurré mientras liberaba una muñeca y llevaba mi mano a su rostro acariciándolo.
–La amo más que a nada... aunque los mares se sequen o el sol no vuelva a iluminarme, ¡tú serás él! ¡Me alumbrará en la oscuridad más oscura de mi vida! –Era el turno de Kylie de honrarme con su sonrisa haciéndome el tonto con eso.
–Kylie, yo... –Puso su dedo tan rápido frente a mi boca que apenas terminé la oración.
–Ahora... ¡La quiero para mí! ¡Ámala por completo! –susurró para terminar en un intenso beso.
Dejé escapar un profundo suspiro y me entregué en cuerpo y alma a él en ese momento. Calor. Lujuria. Placer. Kylie me amaba por completo, de todas las formas posibles. Cuando terminó aquel velo de amor, me acosté sobre su pecho. Luchando por mantener los ojos abiertos, sin embargo, me sentía débil después de todo eso. Somnoliento. Como si mi energía fuera completamente vaciada de mi cuerpo.
–¡Duerme, Emme! –pronuncio mientras jugaba con mi largo cabello rizado derramado sobre el y la cama.
–No, no quiero... –dije sin fuerzas.
–¡Duerme, mi sol! –susurró haciéndome desmayar por completo
Ubicación: Supermercados- Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos.Emmeline... Ajusté la correa de mi bolso cuando llegué a la entrada del edificio del mercado. Sosteniendo con fuerza en mi mano la billetera que había tomado hace unos momentos, mirando las puertas de vidrio abrirse para mí. Pasé mi mano derecha por un mechón de rizos que colgaba frente a mis ojos, y lo tomé directamente detrás de mi oreja, aprovechando y agarrando el asa de una de las canastas que estaba en la entrada. Fui al sector de las galletas rápidamente. Estaba visiblemente cansada y deseando que mi sofá y mi pequeño compañero peludo, Mister Waffles, me abrazaran con amor. Pasé los dedos por los cupcakes de vainilla, que me encantaron, y cogí al menos cinco. Era un paquete mediano que contenía tres pastelitos adentro. Cuando lo recogí, fui directamente al sector de congelados, y busqué con la mirada hasta encontrar lo que buscaba. ¿Un? No, dos lasañas de jamón y queso. Y ahora solo necesitaba un
Localización: En alguna parte del oeste de Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos. Carlisle... –No... –Me deshice al sentir mi cuerpo temblar de la cabeza a los pies, mientras los dolores de las cuchillas que me golpearon haciéndome recordar de ellas. Pesaba mi espada en mi mano izquierda. Mis ojos azules ardían con el humo de las casas y callejones destruidos por el fuego junto con una marea de cuerpos que iban de mujeres, personas ancianas, hombres y niños. Mis piernas reaccionaron mientras mi cerebro procesaba cada pedazo de mi hogar, ahora destruido. Mis pensamientos con mi corazón me guiaban a mi casa. Mi familia. Mi esposa y mi hija. Mis ojos lloraban y mis pulmones estaban sin aliento para respirar. Que llegaban a arder cuando el aire contaminado entraba, con aquel olor ferroso y de cenizas. Elora... Hacía eco en mi mente. Genevieve... Sentía un apretón en medio del pecho, como si una daga lo atravesara. Corrí lo más rápido que pude, mientras me limpiaba de
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos.Emmeline... Seis meses antes de hoy em día. Antes del divorcio, unos tres meses antes... Llevé mis dedos al pomo de la puerta, y giré de inmediato. Estaba completamente mojada de la cabeza a los pies. Suspiré hasta cansarme al entrar y tocar la puerta. Me quité los tacones y maldije por quinta vez por no llevar paraguas. Y más aún por pensar que hoy haría un calor ya que el cielo estaba limpio y sin nubes. Quité el abrigo de color beige, que oscureció al marrón de tan mojado que estaba. Lo tiré sobre los zapatos. Y me acerqué a la chimenea para encenderla. Me relajé un poco cuando el fuego se prendió, y aumentó sus llamas. Tomé algunos trozos de madera y los jugué con un aroma tranquilo de manzanilla, ya que se vendían con algún tipo de olor. Como incienso. Me desabroché la blusa y me la quité dejando al descubierto mis pechos en ese sujetador de encaje morado. Solté el aire de alivio y me senté en el pequeño
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos. Emme... Una semana después del accidente... Me desperté con el sonido de la alarma de mi celular y murmuré algo que ni siquiera identifiqué. Me di la vuelta y llevé mi mano derecha al móvil, levantando el dispositivo y deslizando rápidamente mi dedo para apagar ese ruido infernal. Todavía estaba somnoliento y tomé una siesta ligera. Que al cabo de unos segundos volví a abrir los párpados y me estiré sobre aquellas sábanas de raso. Respiré hondo y terminé notando la cicatriz del corte que me llevó ocho puntos, desde la mano hasta la muñeca. La observé de cerca, y mi expresión se volvió seria. Un accidente que me causé por beber demasiado. Anhelé y dejé que aterrizara en mi cama, todavía mirándola. Cerré los ojos por un momento, recordando ese rostro, por Dios. ¿Quién era ese hombre? El que me atendió en la emergencia dijo que me trajo un hombre completamente ensangrentado y mojado. Diciendo que me había caído con
Ubicación: Casa da Emme. Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos. Emme... –Finalmente... –Él murmuró con aquella voz ruidosa y placentera, con un aliento de menta que me estremecía de la cabeza las puntas de mis dedos de los pies. Aquella mirada azulada como un cielo sin nubes, me miró directamente en mi retina. Sentí el poder de aquello y su presencia más fuerte, causándome un calor que emergía de mis partes íntimas. –Quien... –intenté decir algo, pero infelizmente no conseguía pronunciar una frase se quiere delante de tanta belleza en mi gente. Respiré profundamente mientras sentía esa mirada analizándome totalmente, y morí por dentro cuando percibí sus labios inferiores ser mordidos de una manera sensual para mí. –Tú eres el mío... –¿Admirador? –Indagó al completarme, tomó mi mentón y acercó más su rostro al mío. Lo que me hizo olvidar respirar por treinta segundos. –Sí... - Se demoró en esa entonación como un felino ronroneando. –Soy su C, Carlisle, mejor dicho. –... –Una
Localización: En alguna parte del oeste de Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos.Carlisle... Abrí mi mirada felina y azulada, y vi por encima de mi musculoso antebrazo humano. La lluvia golpeando en el balcón, con gotas gruesas y ágiles. Suspiré de satisfacción aunque fuera de día. Estaba un clima perfecto, aún más con la brisa fría que entraba por una de las ventanas del lado izquierdo de las puertas de vidrio. Erizando las cortinas. Ese sonido me calmaba. Aunque era un demonio, me gustaba un poco de paz. Me di la vuelta y miré al techo. Llevé mi mano derecha sobre el pecho, lo que me remitió a ella. Emmeline Smith. Mi víctima. Ayer... fue excepcional. Que cerré mis ojos en una sonrisa en ese mismo instante, recordando cada milésimo de segundo entre nosotros. Aunque fuera sólo para alimentarme, eso me dejó con un calor diferente a la energía humana. Abrí mis párpados, y levanté mi mano mirándola. Aquella mujer era increíble en cada parte de ella. Por Lucifer. No
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos.Emme... Abrí mis párpados y visualicé una bandeja sobre la mesa de cristal. Parpadeé un par de veces para mejorar mi retina y dibujé una sonrisa tonta con eso. No dudo que Carlisle, debería haberlo hecho antes de irse. Suspiré de felicidad, sin embargo, sintiendo un poco de debilidad al levantarme de mi cama. Cubrí mi desnudez de los pechos, con las sábanas de tonalidad lila. Llevé mis vistas hacia mi lado derecho, y sentí un vacío por él no está allí. Despertando junto conmigo. Pero siempre en mi mente se remetía aquella escena, de él acostado y sudado después de hacer el amor. Mirándome con esos zafiros ardientes que me hipnotizaban de pies a cabeza. Y siempre esbozando una sonrisa de canto de boca, que me volvía loca para unirme en cuerpo y alma. Sin llamar al resto del mundo ni a las horas. Que parecían correr agilmente cuando estábamos acostados y abrazados. Llevé mi mano izquierda a mis cabellos, recordándome
Localización: En alguna parte del oeste de Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos. Carlisle... Observé a Emmeline durmiendo profundamente. Su pecho subía y descendía profundamente, mientras que sus pestañas gruesas se retorcían una y otra vez. Lo que me hacía preguntarme, con qué estaría soñando y con quién. Dibujé una media sonrisa en mis labios, de una manera placentera en poder mirarla así en mis brazos y en una cama. Completamente desnudos después de tres horas de sexo. Llevé las puntas de mis dedos hasta aquellos mechones de cabello rizado, y de tonos marrones con pequeños hilos dorados. Que se equilibraban con sus cejas dibujadas, nariz fina y crujiente y labios carnosos en un tono rojizo. Que me remitían a fresas jugosas, de tan rojizo que eran. Deslicé hasta su mentón suave y me demoré, mirándolo con atención. Saboreé cada parte de aquella cara, que le remitía la diosa Venus de la pintura de Sandro Botticelli. Una de mis favoritas, que ahora sería más por