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No terminan los problemas.

Irene estaba tan impactada, que no supo qué decir en el silencioso auto.  

  

La actitud de Alan como esperaba cambio en el instante en el que estuvieron seguros de que nadie los seguía o fotografiaba.  

  

Aún podía sentir cosquillear el lugar en donde su brazo toco. Su corazón latía al mil, y sentía un inmenso calor por todas partes. ¿Como es que se siente tan avergonzada como si fuera una estudiante? 

  

Simplemente se trataba de un toque actuado, pero ella sentía como si ya hubiera subido al cielo y regresado.  

  

- El abuelo y yo, ya llegamos a un acuerdo.  

  

Irene sintió como si la sangre de su cuerpo se drenara y un frío intenso la invadió. era verdad, para él por el momento, solo eran "compañeros de trabajo" aunque trató de verlo de una manera mejor, le fue imposible. En ese momento ya podía definir que lo que sentía era un dolor sordo cada que hablaba de esa manera.  

  

No quería tener una mala relación, y provocar incomodidades apenas casándose, por lo que lo dejó así por el momento, estaba bien que era un acuerdo, pero debía haber respeto y tacto.  Cosas de las que Alan en muchas ocasiones parecía no conocer la definición. Suspiró y se masajeó la cabeza, era muy temprano y ya comenzaba a sentirse mal.  

  

Alan frunció el ceño, pero se quedó en silencio, parecía que le molestaba más de lo que pensaba. Por un momento la entendió, pero varios minutos después, sus pensamientos se desviaron de una manera muy extraña.  

  

¿Era tan molesto? ¿O acaso no quería tener un hijo de él?  

  

Después de analizar por unos momentos sus propios pensamientos, negó un poco.  

  

"No, ella parece de verdad interesada en mí. Debe haber algo más..." 

  

- ¿Tienes algo que decir? 

  

Sin esperar sus palabras, Irene lo miró sorprendida. Él se avergonzó un poco, pero, simplemente continuó con la vista al frente.  

  

- Debes saber que, en una relación, ya sea de negocios o marital, las cosas deben estar claras, si estás inconforme de alguna manera, solo dilo. No soy un egoísta o alguien insensible. 

  

Irene estuvo a nada de poner los ojos en blanco, pero se contuvo.  

  

Lo miró directamente y, así como él, le habló en un tono formal y serio.  

  

- Entiendo lo que el abuelo quiere, entiendo lo que la empresa y nuestra "familia" desea. Pero tengan en cuenta, que se trata de mi cuerpo del que están hablando. Aún quiero terminar mis estudios, trabajar y hacer muchas cosas.  

  

Pero un bebé... Aunque también lo deseo, para mí aún no es un buen momento.  

  

Alan por un momento, se quedó pensativo. Irene no sabía que esperar, pero aun así espero pacientemente a que hablara. Después de un buen rato, el respondió.  

  

- Entiendo de lo que estás hablando. Como profesionista y laboralmente lo entiendo, pero, como sabes, yo soy varios años mayor que tú. Tal vez nunca lo expresé, pero... 

  

Ella aún más sorprendida, incluso se giró en el asiento para verlo directamente.  

  

En realidad, la edad no era tan diferenciada, pero Arturo era tan irritante, que, si con un nieto podía dejarlo en paz, lo haría solo para quitárselo de encima. Afortunadamente, Irene por el momento todavía se dejaba llevar por las emociones, de lo contrario sería más complicado convencerla.  

  

En el fondo se sentía un poco culpable, pero dado que ya estaban casados, no veía ningún problema. Simplemente buscaría una manera de disculparse después.  

  

Sin darse cuenta llegaron al aeropuerto. Ambos se quedaron en silencio un momento y Alan continuó: 

  

- El abuelo fue claro, ambos seremos dueños de la empresa, si ése bebe nace. Tengo muchas ideas para expandirnos, incluso en varios continentes tengo contactos, tus habilidades de marketing, sociales y analíticas son muy buenas.  

  

Bajó del auto y comenzó a bajar las maletas. 

  

– Ambos  podríamos dividirnos y... 

  

-Tú...  ¿De verdad quieres un hijo? O ¿Simplemente quieres ser dueño de la empresa?  

  

La voz ahogada de Irene lo sorprendió, al girar a mirarla, sus ojos estaban rojos y lo miró con una mezcla de reproche y dolor. Ahora fue turno de él de suspirar.  

  

Se recargó en la puerta del auto mirándola por la ventana. No podía mentirle, no cabía duda de que las mujeres eran un dolor de cabeza. Trató de pensar un poco, pero también cayó en la cuenta de que no la conocía lo suficiente.  

  

El silencio de Alan la lastimaba a cada segundo, sabía que no la amaba en lo absoluto, y, de no ser por el abuelo, ni siquiera estarían ahí en ese momento. Pero... Muy en el fondo esperaba sinceramente que ese hombre que estaba viendo tuviera un mínimo sentimiento por ella, aunque fuera solo de respeto.  

  

Pero parecía no ser así.  

  

Negó con la cabeza, bajó del auto en silencio y entró al aeropuerto. Estaba por acercarse a registrarse, pero ni siquiera tenía idea de adonde iban. Se hizo a un lado y lo esperó en silencio.  

  

Cuando llegó, ambos no se dirigieron la palabra, Alan puso todo en orden y fueron a la sala de espera.  Alan fue a buscar unas bebidas mientras Irene se sentó un rato.

  

- ¡Pero mira nada más! ¿No es Irene? 

  

Una chica ruidosa se acercó a ella, se trataba de una "amiga" de la universidad. La chica siempre trataba de entablar conversación con ella, pero siempre después de hablar con ella, rumores extraños de ella o de Alan se espacian en el campus. No hacía falta pensar mucho para saber de quien se trataba, y menos cuando los rumores decían que era de una persona "cercana" no hablaba con muchas personas, y siempre esos rumores eran sobre temas de los cuales la chica siempre la presionaba para hablar. 

  

Después de varios incidentes, la confrontó, y debido al ridículo público y las constantes burlas, la chica dejó la universidad.  

  

- Escuché que te casaste, ¿Se puede saber en donde se encuentra tu Romeo? 

  

Bastante irritada, Irene trató de mantenerse lo más al margen posible de ella, además de ser ruidosa era demasiado irónica y molesta. Su boda se anunció por lo alto durante un mes entero, era imposible que no supiera quién era Alan.  

  

Esperando que él no apareciera, Irene simplemente sonrió y se sentó cómodamente en su silla.  

  

- Hay, lo siento mucho. ¿Tal vez estaba muy ocupado como para ir a su luna de miel? 

  

Ella suspiró y vio el rostro irritado de la mujer, esperaba que Irene comenzara una discusión o algo parecido, obviamente lo hacía apropósito para molestarla, pero comparado con las acciones de Alan de esos días y las tonterías de su abuelo, esa mujer era una simple mosca molesta.  

  

- Lo siento, él está muy ocupado. Así que no... 

  

- ¿Qué clase de hombre dejaría ir sola a su esposa a su propia luna de miel? 

  

La fuerte e imponente voz de Alan se escuchó en el lugar. Griselda, casi saltó, pero al escucharlo, las ansias de ver al hombre de sus sueños, la hicieron casi querer comérselo con la mirada desde el primer instante.  

  

Y sí, esa esa era la principal razón por la que Irene no quería que Alan apareciera frente a ella. Todos los rumores trataban de como él, se la pasaba enviando mensajes a Griselda con la insípida de su "inquilina". 

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