—¡¿Qué hiciste que?!
—¡Nada! ¡Solo le dije lo que en realidad está pasando! ¡¿Yo que iba a saber que era un inútil sin carácter?!
Arturo se masajeó la frente mientras suspiraba bajo.
Ya podía mover con más libertad sus manos y se sentaba solo, su habla aún tropezaba, pero ya estaba mucho mejor.
—Ya basta, lo importante es que ya está lo suficientemente bien para moverse solo. Ahora lo importante es… ¿Qué harás Irene?
Alan sorprendido miró a Arturo con algo de reproche.
Irene sin dudarlo un segundo, respondió:
—¡Regresaré a la isla con él!
—¡¿Qué diablos?! ¿Estás loca? ¿Qué harás con dos niños sí ya era difícil para ti?
Irene sonrió hermosamente y lentamente respondió.
—No te importa.
Él se atragantó furioso y gritó en respuesta.
—¡A mi hija no la sacarás de aquí! ¿Planeas dejar botado a Tobías? ¡¿En dónde rayos dejas tu sentido de la responsabilidad?!
—¿Eh?
Al escuchar su
Tobías se volvió un hermano muy diligente, cuando Karen soltaba a Karina, él incluso le preparaba bocadillos. La protegía de todo y siempre sonreía para ella. La pequeña era tan unida a él, que quería pasar todo el tiempo en su abrazo. Cosa que en algún momento, llegaba a poner celosa a Estefanía, pero al ver el rostro lindo y gordito de su hermana, se olvidaba de todo. El dúo de “hermanos” en la escuela se acababa en cuanto sonaba la campana de salida. Tobías regresaba inmediatamente a casa y, sin excusa ni pretexto, prácticamente se hacía cargo de Karina, aunque Irene lo instara a salir, hacer amigos y vivir una vida de un puberto normal. Pese a que la familia de Esteban insistió molestamente al punto del hartazgo en que la niña llevara el apellido de su familia. Irene y, más correctamente Carlos, se negó. Ni siquiera él sabía que sería capaz de odiar a alguien a tal magnitud, al punto en el que en realidad ni siquiera odiaba a Alan por intentar verle la cara de idiota. Debid
Ella que se veía tan hermosa como su madre en su juventud, con una brillante sonrisa preguntó. Estaba cerca de cumplir los veinte años, su jovialidad y belleza la volvían inmediatamente en el foco de atención. La mujer que momentos antes estaba envuelta en rabia y odio hacia Irene, rechinó los dientes en cuanto Estefanía a pareció. Ella que no aparentaba tener más de treinta y tantos, en realidad tenía dos años más que Alan. Los cuarenta no le sentaban mal, pero era un complejo irracional del que no podía librarse. Richard, independientemente de cualquier cosa, siempre se mantenía al tanto de su trabajo. Por lo que al percibir su hostilidad entrecerró los ojos y llamo a alguien por el auricular. La mujer al ver como madre e hija parecían “pasearse” como si fueran las dueñas de todo, sintió como su ira se arremolinaba cada vez más de una manera insoportable. Estaba por acercarse a ellas, pero la voz firme y dominante tras ella la hizo detenerse en seco debido a la impresión. —
—Entiendo eso cariño, pero no puedo dejar al abuelo encargarse de esto solo. En cuanto lo den de alta regresaremos a casa. —¿Por qué debes quedarte? Preguntó Carlos algo irritado. Karina que jugaba entre sus brazos volvió la mirada y vio a su padre irritado. —Papi... Si no quieres estar lejos de mamá, ¿Por qué no vamos? A Carlos por un momento se le ilumino la mirada y sonrió con orgullo. Besí su cabecita y con un tono completamente diferente le hablo a Irene. —¿Qué te parece si los acompañamos? Max extraña a sus hermanos y Tobías tambien quiere visitar la ciudad... —Eso no... El chico involuntariamente involucrado estaba por negarlo, cuando Carlos le susurró algo irritado. —Cállate, no te molestaré tres meses con la computadora. Inmediatamente él aceptó. —¿Cuánto tiempo tengo sin ver a Estefanía? Madre, no hay problema si vamos, ¿Cierto? Irene se emocionó también al saber que no estaría lejos de su familia e inmediatamente asintió. —Perfecto, entonces los veré en el aeropu
—¡Me voy papá!—¡Estefanía! ¡Estefanía! ¡Te estoy hablando! La niña... Señorita en cuestión, salió de la casa rápidamente y subió a su auto. Richard que estaba por bajar del mismo, sintió su vida pasar frente a sus ojos cuando ella aceleró y salió de la mansión. —¡Maldita sea! ¡¿Quieres matarme?! —Jajajaja, no es nada que no puedas controlar. Además, hoy no quiero escuchar a mi padre. Si no salía de ahí rápido estaría en problemas con mamá. Richard solto un profundo suspiro exasperado. Desde hacía mucho tiempo esa chiquilla malcriada estaba por volverlo loco. Ocho años habían pasado, Tobías había crecido cómo un gran chico, flojo y hasta cierto punto caprichoso, pero iba por un fructífero y gran camino. Alana era una niña hermosa, tierna y dulce, que, pese a la necedad de los padres de Esteban jamás estuvo cerca de ellos o supo de su padre hasta ese momento, Irene tomó la decisión de esperar a que tuviera edad, para poder hablar con ella y explicar un poco la situación. Y en cua
—¿Qué quieres...? ¿Qué? — El divorcio. Te dejaré esta casa y tendrás una pensión lo suficientemente buena como para que no tengas que trabajar el resto de tus días. El trabajo es aparte, por lo que podrás continuar sin problema Salvo la palabra divorcio, Irene no escuchó más. Miró al hombre frente a ella atónita y confundida. Sabía que no había mucho tiempo de por medio y, que cualquier cosa que pudieran desarrollar había sido muy poca, pero. —Lily volvió, y hasta hace unas horas me enteré de que voy a ser padre dentro de muy poco tiempo. Cumpliré con todo lo que quedamos. Tienes toda la libertad de rehacer tu vida, y si necesitas algo, solo dímelo, no importa de que se trate, te apoyaré Su fría mirada y esa indiferente manera
Todas esas mujeres que, en algún momento, se jactaban de ser sus compañeras o “novias” en esos momentos, varias estaban en las sillas apretando con irritación sus pañuelos, otras se abstuvieron de ir y por lógica, a algunas otras no les importo un poco.Sin darse cuenta les había ganado a todas ellas, y un sentimiento de autocomplacencia, apareció inesperadamente. Ella misma se sorprendió por un momento, se sacudió todos los pensamientos inútiles y trato de centrarse en lo que tenía en ese momento. Al día siguiente, Irene se levantó muy temprano como siempre. Acostumbraba correr todas las mañanas, pero ese día bebió té en la terraza relajadamente.Sintió unas ganas inmensas de observar a Alan dormir, pero su vergüenza era más grande. Así que decidió esperarlo afuera.Es perfecto.
"¿Estás jugando?"La expresión de Irene era muy fácil de descifrar, por lo que Alan simplemente la ignoró y se dirigió a Arturo.— Si tenemos un hijo entonces, ¿Seremos dueños? O ¿Simples administradores?Último capítulo