In Fieles
In Fieles
Por: Michi Langley
Prefacio

-¡YA NO LO SOPORTO MÁS! No importa cuánto lujo tenga este lugar o cuán guapo puedas llegar a ser. No puedo más…- gritó la mujer mientras lanzaba todo lo que se encontraba a su paso.

-¿Qué es lo que quieres? ¿Más joyas? ¿Más vestidos? Dime qué quieres y haré que te lo traigan de inmediato.- preguntó el hombre, incapaz de entender el comportamiento de la mujer.

-No, no quiero nada de ti.- contestó ella con amargura.

-¿Entonces? ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué quieres irte? Pensé que esto era lo que querías.- susurra él, tratando de entenderla.

-No… Tú… no tienes ni idea de lo que quiero... Y jamás la vas a tener. - contesta ella con furia apenas contenida. 

-¿Cómo sabré lo que quieres si ni siquiera me lo dices?- dice el hombre comenzando a perder la paciencia.

-Olvídalo, no importa. No podrías conseguirlo nunca… ¿Y sabes por qué?- dice ella mientras se acerca a él con actitud seductora y lo rodea con sus brazos.

-No, nena. Dime y se traerá aquí… Sólo para ti.- contesta él, acariciando la estrecha cintura de la mujer y siente su cuerpo calentarse.

-No, no tienes ni la más jodida idea de que lo único que yo quiero es lo único que tú jamás podrás darme.- susurra la mujer mientras comienza a desabotonar la blanca camisa del hombre.

-¿De qué hablas, Laura?- contesta el hombre, pues ya supone hacia dónde va esa conversación.

-¿Lo ves? No tienes ni idea… Lo único que yo quiero de ti es tu amor y tu corazón. Pero, tristemente, es lo único que tú jamás podrás darme… Porque no tienes corazón. Lo único que yo quería de ti. Y ¿sabes…? Debo felicitarte.- susurra ella mientras las lágrimas comienzan a escapar de sus ojos sin control.

-¿Por qué?- dice él, sin saber qué hacer ante el llanto.

-Porque eres un gran mentiroso. Porque todos estos meses pensé que tú me amabas. Pero no es así. Sólo querías tenerme aquí, encerrada, como si fuera una pieza más en tu colección de frivolidades.- dice la mujer mientras se da la vuelta y sigue su camino de destrucción hacia la habitación que comparten.

-Sabes que no es así…- dice él mientras trata de detenerla, pero ella se escapa de su agarre y llega a la habitación.

-¿Ah, sí? ¿Y entonces por qué no puedo ni salir del pent house? ¿Por qué?- contesta ella con acritud mientras saca su maleta del armario y comienza a llenarla con su ropa.

-Sabes que las cosas aquí son un tanto complejas y no quiero exponerte…- miente él a toda velocidad.

-¡Son puras mentiras! Déjame ir. Déjame vivir mi vida y dame la oportunidad de estar con alguien que sí valore el amor que tengo para dar. Todo este amor que tú no te mereces.- dice ella mientras las lágrimas siguen saliendo sin control.

-Nadie más te hará sentir como yo, Laura. ¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres noches de sexo mediocre?- dice él mientras la atrae hacia la cama y le acaricia la pierna. 

-¿No me has escuchado, verdad? No, no lo hiciste. No me importa si el sexo es bueno o tengo que complacerme a mí misma cada noche. Yo no quiero seguir en este lugar, encerrada al lado de un hombre que lo único que sabe hacer es tener sexo como un animal en celo y es, por completo, incapaz de darme un poco de todo el amor que yo le he dado.-

-¿Como un animal en celo? Pensé que eso te gustaba. Pensé que por eso estabas aquí, lejos de tu vida y de tu marido. Pero si eso no te satisface, ya sabes dónde está la puerta. Saldré un rato con mis amigos, y cuando vuelva… no quiero que estés aquí.- dicho eso, el hombre simplemente se levanta y sale, dejándola con una situación que parece lo mismo que apuntarse en la sien con una pistola cargada.

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