Capítulo 3

Cuando terminamos de vestirnos, me siento en una de las mesas del lugar este y lo miro expectante. Ernesto trata de tomar mi mano, pero lo alejo de un manotazo. Lo que menos quiero ahora mismo es que me toque… No quiero que me toque si tocó a esa mujer hoy… En nuestro aniversario.

-Bien… Hablemos de negocios, te escucho. –

-Está bien. Como sabes, desde hace un par de meses estamos en una licitación para un proyecto muy grande. Muchísimo más grande que lo que hicimos con Emilio García y Alfredo Lugo. Es un proyecto muy grande y demasiado importante. –

-Entiendo, continúa. – digo, mirando mis manos. Aburrida por su charla.

Es evidente que mi esposo se ha olvidado de que si conseguimos esos contratos es por mí, porque yo estaba ahí, trabajando, demostrando lo que valgo y por eso es que ese hombre pensó primero en nosotros.

-Bueno, se trata de un empresario árabe. Se llama Asmodai Khalid y es algo así como un jeque en los Emiratos. En verdad, tiene muchísimo dinero y tiene pensado hacer un centro comercial muy grande aquí en la ciudad. Si nos quedamos ese contrato nos vamos a consolidar en el sector. –

No sé por qué, el escuchar ese nombre me produce cierto hormigueo en el cuerpo. Sin embargo, el comentario de mi esposo me pone aún más furiosa.

-Consolidados ya estamos. Nuestra empresa tiene siete años y en todos estos años hemos hecho las cosas bien, así que ya tenemos un lugar en el sector. Cada vez más nos buscan para proyectos cada vez más grandes… Pero bueno, entiendo el calibre de este proyecto. –  le recalco y se da cuenta de la metida de pata que acaba de hacer, pues soy yo quien siempre se encarga de conseguir todas las licitaciones.

-Me alegro de que lo entiendas. Este proyecto es algo muy grande, querida. Ese hombre quiere construir prácticamente una ciudad en una plaza. Quiere un hotel, centros de entretenimiento, spas, gimnasios… Quiere algo como lo que construyen en su país, pero aquí. –

-Entiendo… ¿Qué más? –

-Bueno… entenderás que, con la magnitud de ese proyecto, nada puede salir mal. Por eso necesitamos a Susana… Ya sé qué vas a decir, pero entiende que son negocios… Después de que salgamos de eso, veremos qué hacer con ella. –

-Mira, te lo voy a dejar muy claro, Ernesto. Es esa ramera… o soy yo. Así que tú decides, si quieres conservar a esa fulana en la empresa… yo me iré lejos. –

-No seas así, no podemos hablar sobre eso ahora mismo… Tenemos que pensar un poco en todo eso y llegar juntos a una solución. –

-No creo que hayas pensado mucho en las cosas cuando te enredaste con esa mujer. ¿O sí? –

-No tenemos que hablar de eso… Debemos enfocarnos en el negocio por ahora. –

-Como tú consideres entonces. Si nos vamos a enfocar en el negocio, lo haremos. La otra parte de mi petición sigue en pie. Si no quieres que nos separemos, quiero que trabajes en recuperar nuestra relación. Quiero que te hagas el tiempo para dedicármelo a mí, que soy tu esposa. ¿Estamos claros? –

-Está bien. Yo cumpliré con lo que me estás exigiendo, pero necesito que pongas todo de tu parte para llevar a cabo este proyecto. –

-Lo haré, sabes que sí. Sabes que no hay nadie que te apoye más en este mundo que yo. Así que cuenta conmigo para que eso se lleve a cabo. –

-Bueno, entonces quiero que vayas a recoger al señor Khalid al aeropuerto por la mañana. Que lo lleves a recorrer la ciudad… que le muestres todos los beneficios que le podemos ofrecer si se decide por nosotros. ¿Puedes hacer eso? –

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