Lunes
Quedarnos en aquella playa habría sido lo más maravilloso de la vida. Sin embargo, no era posible. En la empresa hay demasiados asuntos que atender y apenas aterrizamos en la Ciudad, los teléfonos de ambos comienzan a sonar sin descanso, augurando problemas muy grandes.
Apenas llego a mi oficina, reviso los documentos que me entregan las secretarias y suspiro con frustración al ver que, de nuevo, hay diligencias del Ayuntamiento para revisar documentación que se supone que Susana debió entregar hace días.
Trato de no querer tirarle las diligencias a la cara y descontar de su salario todo el dinero que tendremos que desembolsar por su ineptitud mientras llamo a Asmodai para pedirle que vaya conmigo a dejar los documentos.
-Buenos días, Laura. ¿Qué necesitas? – dice en tono neutro y miro mi teléfono, extrañada.
-Buenos días, Asmodai… ¿
Todos nos quedamos callados sin saber qué decir o hacer cuando Asmodai habló así, de una forma que no aceptaba el tonto argumento de mi suegra al defender a la cucaracha de Susana.-No… ninguno. - contestó ella, bajito.-Me alegro de saberlo, porque podría parecer que está más en favor de esa… mujer que, en favor de Laura, que es su nuera, la esposa de su hijo. Y eso sí que sería muy raro. - contesta él mirando sus dedos y luego a ella con una ferocidad increíble.- ¡Ya estoy aquí! - Ernesto aparece de la nada y todos pegamos un brinco en la mesa, excepto Asmodai, que sigue mirando a mi suegra con tanta intensidad que a ella no le quedó de otra que agachar la mirada.- ¿Todo bien? – preguntó mi esposo al ver que nadie le contestaba.-De maravilla, Ernesto. Sólo intercambiamos una perspectiva con tu madre acerca de tu asistente. Me gustaría charlar contigo sobre eso, pero dado que hoy es el cumpleaños de Laura, no es el momento para eso. La incompetencia de tu asistente ya nos amargó t
Le doy una sonrisa tensa a Asmodai y por el rabillo del ojo veo que Ernesto está que echa chispas de lo enojado que está al ver que otros hombres me dan la atención que él no suele darme. Mi mano sigue entre las cálidas manos de Asmodai y siento que lo que acaba de decirme es más bien como un voto de matrimonio y no como algo que se le diría a alguien cuando se le da un regalo. Siento un placer indescriptible por eso que en seguida es acallado por la culpa de estar haciendo algo inadecuado y asqueroso como lo que él me hace con Susana, así que retiro mi mano lo más rápido que puedo y miro a los demás con nerviosismo. -Es una hermosa joya, señor Khalid. Mi esposo y yo estamos muy honrados por el regalo que le dio a nuestra hija.- -Puede llamarme Asmodai, señora. Y no debería agradecerme, soy yo quien está sumamente agradecido porque Laura esté en este proyecto. Sé que a su lado todo saldrá bien porque en verdad es una persona muy competente y con muchas capacidades.- Mi suegra mira
-¡YA NO LO SOPORTO MÁS! No importa cuánto lujo tenga este lugar o cuán guapo puedas llegar a ser. No puedo más…- gritó la mujer mientras lanzaba todo lo que se encontraba a su paso. -¿Qué es lo que quieres? ¿Más joyas? ¿Más vestidos? Dime qué quieres y haré que te lo traigan de inmediato.- preguntó el hombre, incapaz de entender el comportamiento de la mujer. -No, no quiero nada de ti.- contestó ella con amargura. -¿Entonces? ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué quieres irte? Pensé que esto era lo que querías.- susurra él, tratando de entenderla. -No… Tú… no tienes ni idea de lo que quiero... Y jamás la vas a tener. - contesta ella con furia apenas contenida. -¿Cómo sabré lo que quieres si ni siquiera me lo dices?- dice el hombre comenzando a perder la paciencia. -Olvídalo, no importa. No podrías conseguirlo nunca… ¿Y sabes por qué?- dice ella mientras se acerca a él con actitud seductora y lo rodea con sus brazos. -No, nena. Dime y se traerá aquí… Sólo para ti.- contesta él, acarician
Ernesto y yo nos conocimos en el primer semestre de la universidad y, si eso no fue amor a primera vista, entonces no sé qué fue. Él era todo lo que yo siempre había soñado en un novio y él no paraba de decirme que yo era muy hermosa.Todos nuestros compañeros nos decían que hacíamos una gran pareja, tanto en lo académico como en lo personal. Ambos éramos buenos en las clases y, lejos de competir, siempre nos ayudábamos en los temas que se nos dificultaban.Las largas tardes estudiando se hacían muy cortas cuando comenzamos a coquetearnos y, un día sin planearlo, nos besamos en la biblioteca. Aunque yo nunca había pasado de simples besos con algún otro chico, la necesidad de un contacto más profundo se hizo evidente.Estuvimos así durante el resto del semestre hasta que, el último día de clases, me pidió ser su novia y yo, sin dudarlo, le dije que sí. Nuestros compañeros nos felicitaron y de nuevo nos decían que éramos una gran pareja, la pareja perfecta.Quizá por todos esos comentar
El lugar es extraño. No es malo ni corriente, sólo extraño. Parece una habitación cualquiera. Incluso es muy colorida con todos esos estampados de círculos en las sábanas y en las paredes. Sin embargo, lo que me perturba es algo que parece un columpio en medio de la habitación.-Ven, querida. No perdamos el tiempo. –-Yo… No estoy segura del todo. –-No te preocupes, todo estará bien. Sólo debes confiar en mí, ¿Entendido? –-Está bien. –Terminamos de entrar y veo el jacuzzi. Es hermoso y necesito estar ahí.-Sé lo que estás pensando… Y sí, comenzaremos ahí. –Susurra suavemente mi esposo, mientras pasa sus manos sobre mis pechos y comienza a desabrochar mi camiseta con cuidado.-Mira al frente. – me dice y yo obedezco.Mi reflejo me devuelve una mirada avergonzada mientras mi esposo lleva mi camisa hacia mis hombros, aprisionando mis brazos, y se dedica a estimular mis pechos con las manos. Siento la humedad crecer entre mis piernas y cuando estoy a punto… se detiene.Algo que me mol
Cuando terminamos de vestirnos, me siento en una de las mesas del lugar este y lo miro expectante. Ernesto trata de tomar mi mano, pero lo alejo de un manotazo. Lo que menos quiero ahora mismo es que me toque… No quiero que me toque si tocó a esa mujer hoy… En nuestro aniversario.-Bien… Hablemos de negocios, te escucho. –-Está bien. Como sabes, desde hace un par de meses estamos en una licitación para un proyecto muy grande. Muchísimo más grande que lo que hicimos con Emilio García y Alfredo Lugo. Es un proyecto muy grande y demasiado importante. –-Entiendo, continúa. – digo, mirando mis manos. Aburrida por su charla.Es evidente que mi esposo se ha olvidado de que si conseguimos esos contratos es por mí, porque yo estaba ahí, trabajando, demostrando lo que valgo y por eso es que ese hombre pensó primero en nosotros.-Bueno, se trata de un empresario árabe. Se llama Asmodai Khalid y es algo así como un jeque en los Emiratos. En verdad, tiene muchísimo dinero y tiene pensado hacer u
Martes por la mañana:Llevo casi 45 minutos esperando al famoso señor Khalid en la pista privada donde se supone que llegará y ya no sé qué hacer para no perder los nervios. Reviso mi ropa por millonésima vez y todo está en orden. Cabello y ropa en su lugar, maquillaje aún impecable, perfume bien… Reservaciones perdidas.Este hombre ha tardado tanto en llegar que el apretado itinerario se está echando a perder y Ernesto me está bombardeando con mensajes a cada 20 segundos. Me llama y no me queda de otra mas que contestarle.- ¿Qué carajos pasa, Laura? ¿Dónde están? – dice furioso al otro lado de la línea.-Sigo en el aeropuerto, Ernesto. – contesto, calmada. No quiero pelear en este momento con él.- Pues muévete, no tenemos todo el día. – explota y me inunda el coraje. ¿Desde cuándo él me habla así?- Cuida tu tono conmigo, esposito. – digo, luego de controlar mi rabia.-No me estés amenazando, ya te dije lo que hay en riesgo. –-No te estoy amenazando, Ernesto. Sólo que no sé cómo q
El trayecto hasta el hotel es, afortunadamente, silencioso. El hombre no vuelve a insinuarse y sólo se dedica a mirar por la ventana. Trato de hablar acerca del clima o de los árboles pero no parece interesado y prefiero desistir.Cuando llegamos, no sé si ayudarle a bajar su equipaje o no, pero los botones del hotel se hacen cargo y me acerco a la recepción con la tableta, mostrando la reservación que hice para él. Hacemos el papeleo pertinente y cuando le entrego su llave, el contacto entre nuestros dedos me hace sentir incómoda de nuevo.¿Qué me pasa?Trato de alejarme lo más rápido de él, pero siendo poco afortunada, choco con alguien y termino en el piso con el estúpido tobillo lastimado y el estúpido tacón roto. ¡Maldita sea! Eran mis tacones favoritos.-¡Laura! ¿Qué pasó? Discúlpese con ella. – dice