INSACIABLE [SAGA TABÚ]
INSACIABLE [SAGA TABÚ]
Por: Mónica Briseb
PRELUDIO

[NOTA AUTORA]

La Saga Tabú será un proyecto no correlativo de novelas, donde los personajes principales van a ir variando tanto de personalidad como de intereses. Todo está centrado en el mismo Universo, por lo cual podrán encontrarse con personajes que ya hayan conocido a lo largo de este libro.

Primer libro de la Saga Tabú.

1º Insaciable.

[Advertencias]

Aclararles que esta novela está enfocada hacia un publico +21, sin prejuicios y con la mente tan abierta como para afrontar lo que puedan encontrarse entre estás páginas.

Durante esta narrativa podréis encontraros con temas fuertes, escenas de alto contenido erótico, BDSM, Dominación y sumisión, orgías, tríos, relaciones homosexuales (Tanto entre mujeres como entre hombres), humillación sexual "leve", masoquismo, sexo duro, celos, drama, violencia, escenas que pueden herir la sensibilidad del lector, Age-Gap (Diferencia de edad), Poliamor y relaciones con multiples amantes.

Si eres alguien sensible y propenso a la desestabilidad emocional, por favor, piénsatelo antes de continuar... Si a pesar de estas advertencias sigues adelante porque eres tan o más masoquista que yo...

¡BIENVENIDO SEAS PERSONITA MARAVILLOSA!

SE OS AMA.

Mis palabras resuenan en un mar de lamento.

Aquí me encuentro, perdida, entre la bruma de la nada y el abismo del todo.

La suplica rasga mis cuerdas vocales.

Mi cuerpo implora aquello de lo que se ve sediento.

Pero nadie lo calma... nadie calma el ardor que corroe mi piel y se incrusta en mis tendones.

Soy yo, la lujuria insaciable del pecado más puro.

El deseo carnal de la liberación que tanto suplicio atormenta mi cuerpo.

Detengo la punta de la pluma que trazaba aquel escrito.

¿Qué se supone que estoy haciendo?

Niego, apartando la pluma del papel, indignada, dolida por mi propia traición.

No se suponía que escribiría algo como esto.

Me reclamo a mí misma y sin miramiento alguno, arranco la página manchada con la lujuria impregnada en esas palabras.

Hago bolita la hoja, avergonzada de mis propios actos, de mi propio impulso.

Dejó la pluma sobre el blog aún abierto, para abrir el cajón a mi costado y soltar con rabia la bola de papel, la única prueba de mi pecaminosa mente.

Cierro con frustración el cajón, ese que oculta mi mayor vergüenza.

Me recompongo en mi silla, dejando caer ligeramente mi cabeza contra el respaldar de esta, cerrando los ojos y soltando el abrumador calor que recorre mi cuerpo.

— Davinia.

Me sobresalto en mi lugar, ante la sorpresa de ser llamada.

Abro los ojos para enfocar a mi superiora, la mujer que me escudriña con evidente desdén ante mi reaccionar.

— No se te paga para que andes en las nubes...— Bufa con malestar, dejando caer sonoramente un bloque de carpetas sobre mi mesa. Me tenso en mi lugar, bajando la cabeza ante la vergüenza que me carcome. — Ocúpate de tenerlo listo para las seis, necesito confirmar al menos un último manuscrito para el cierre de esta semana.

Asentí sin apartar mi vista de las carpetas sobre mi mesa.

Su mirada, su aura prepotente y arrogante, me intimidaban, tanto o más que la de mi propia madre.

— Sí, señora Graham.

La mujer me dio un último repaso, para finalmente girar sobre sus pies y retomar su camino hacia su despacho.

Era consciente de que aquel no era mi trabajo, pero ni loca lo soltaría a menos que quisiera salir de patitas a la calle.

No me podía permitir un despido por algo que en cierta parte podía manejar.

Digo... no es como si tuviera una vida social que me distrajera de mis responsabilidades.

Francamente, no creo que lo que tengo pueda denominarse si quiera vida.

Sacudiendo los pensamientos que recorrían mi mente, me centre de vuelta en revisar los manuscritos alojados en el interior de cada carpeta.

Agradecida con apreciar que la mayoría se trataban del género de suspense y terror, me puse manos a la obra.

Este era mi día a día, despertarme a las cinco de la mañana para alistarme con la rutina de escuchar el desprecio corrosivo de mi madre al no ser como mi prima. Para luego tomar el metro, en un largo tramo, hasta llegar a las oficinas de la editorial para la que trabajo.

Bueno, en realidad trabajo para la señora Graham.

Soy su secretaria, asistente, esclava, lo que prefieran utilizar, todas son válidas.

Miranda Priestly* a su lado es un ángel.

Gratia Graham, destilaba el poder de la doble G.

¿Qué cuál es ese?

Glamur y Gloria.

¿Quién no soñaría con ser Gratia Graham? Hasta las revistas de moda la proclamaban la mujer peligro. El sinónimo perfecto de la mujer alfa.

Además de tener esa belleza nórdica que te hacia arrepentirte de tan siquiera compartir un espacio cerrado con ella, mantenía un círculo cercano de increíbles y magníficos especímenes humanos. De ese tipo que roza el término "Adonis".

Como el dueño de los nudillos que golpearon con suavidad la mesa de mi despacho, proclamando así mi atención antes de acomodarse cual rey en su imperio, asentando su maravilloso trasero enfundado en esos pantalones capri de color crema y deslizarme esa sonrisa encantadora.

— Buenos días, dulzura.

Le devolví el gesto con un sutil rubor sobre mis mejillas.

Aún no me adaptaba a sus palabras cariñosas.

Digo... ¿Quién se adapta a que Eros dios del amor y la atracción te preste humildemente su atención cada vez que se paseaba por las oficinas?

— Buenos días, señor Gotthard.

Torció el gesto al escucharme, pero se contuvo el impulso de corregirme, ya habituado a mi comportamiento disciplinado y cortes.

— ¿Está ocupada?

Por un segundo me vi esperanzada, sintiendo que aquella cuestión iba dirigida hacia un interés genuino por mí, pero al ver como señalaba sutilmente con su cabeza en dirección al despacho de Gratia, me baje de las nubes.

— Tiene una reunión en...— Ojeé la pantalla del ordenador, para confirmar la hora, antes de volver a observarle, manteniendo mi sonrisa cortes. — 15 minutos.

El señor Gotthard asintió con vehemencia antes de acariciarse la liviana barba de ese atrayente tono dorado, que parecía decidido en dejarse por un tiempo indefinido.

No me opongo, a ese hombre le quedaría bien incluso el disfraz de Santa Claus.

— ¿Y tú?

Esa cuestión me saco de mi hilar de pensamientos respecto a él vistiendo toda clase de disfraces, predilecta por verlo lucir una toga de dios griego.

Intente leer por unos segundos su expresión, queriendo ver si lo había entendido mal o me había saltado algo antes de su cuestión, pero como siempre, él era un misterio para mí.

Risueño, galante, pero un misterio.

— Y-yo... — Aclare mi garganta al sentirme torpe por mi balbucear. Volqué mi atención hacia los manuscritos que se acumulaban bajo aquel que me encontraba leyendo, antes de retomar mi atención sobre él. — Tengo que leer y hacer la ficha técnica de estos cinco manuscritos antes de las seis...

Admití por fin, esperando que esa respuesta le sirviera de algo.

Lo vi fruncir el ceño, quizás sin comprender el porque yo haría algo que no me concierne, pero no hizo comentario alguno.

Soy consciente que Conrad Gotthard no solo era gran amigo y cercano de Gratia Graham, sino también un gran admirador de su destreza en los negocios. Por lo que dudaba alguna vez pusiera en evidencia alguna toma de decisión propia de Gratia.

Él la apoyaba, como ella a él.

Básicamente su grupo se apoyaba entre sí, seguramente desde mucho antes que la etapa donde decidieron invertir cada quien en el proyecto de alguno de los del grupo.

Por eso Conrad frecuentaba a su antojo el edificio principal de la exitosa Editorial G&G. Él junto con el señor Lawrence, habían invertido en lo que un principio fue el proyecto de Gratia y su ex esposo, Gerald.

— ¿Si consigo alivianar tu trabajo, me acompañas a un sitio?

Volví al presente en cuanto escuché aquella repentina propuesta.

— ¿Yo?

Me sentí tonta por preguntar lo que era evidente, no había nadie más alrededor y me observaba directamente a mí, así que ignorando la sonrisa burlona que se plantó en su rostro, volví a responder.

— No lo sé, no quiero faltar a mi responsabilidad...

Suspiro con cierto pesar.

— Davinia... ¿Cuándo fue la última vez que te tomaste un descanso?... Me refiero a levantar tu bonito trasero de la silla lejos de tu horario de salida y para algo más que ir al servicio...

Intente centrarme en sus palabras.

Realmente lo intente.

Pero... ¿Acaba de decir que mi trasero es bonito?

Quiero chillar internamente, pero seguramente parecería estreñida así que mejor me lo aguanto para más tarde.

— Yo...

Me detuve a pensar, era una respuesta sencilla, solo tenía que decir la verdad.

No... la verdad sonaba tan penosa y lastimera. Vivía para y por mi trabajo, un trabajo agobiante, pesado, agonizante en muchos casos y mal pagado.

Sí me levantaba de mi puesto, siempre que la señora Graham me necesitara o para ir al servicio, muy pocas veces para pillar algo de comer, puesto generalmente lo traía de casa, ya saben, ahorrar para no gastos innecesarios.

Él tuvo que haber leído la decepción en mi rostro al toparme con la realidad penosa de mi día a día, pues se puso en pie esbozando esa encantadora sonrisa y antes de retirarse hacia el despacho de Gratia dijo.

— Hecho, te conseguiré un poco de chance, estate lista en...— Miro el reloj en su muñeca por simple gesto pintoresco antes de volver a mirarme. — Cinco minutos, ni más ni menos.

Y con las mismas, abrió la puerta del despacho de la señora Graham, no antes de dar sus correspondientes toquecitos para no interrumpir tan drásticamente.

Llevo tan solo tres meses trabajando para la señora Graham.

Nunca le he pedido un tiempo, ni me he escusado o mucho menos faltado al trabajo.

Pero aquí estaba, viendo como alguien más lo haría por mi cuando si quiera yo sabía si lo quería.

Al fin y al cabo, no quiero me vea inútil y me despida.

N/T:

Miranda PriestlyPersonaje de la película "El diablo viste de Prada" o "The Devil Wears Prada". Que tiene como protagonista a Anne Hathaway, Andy y en contra punto, el personaje encarnado por Meryl Streep, Miranda Priestly, un icono entre las revistas de moda, ejecutiva y diabólica editora de la prestigiosa revista Runway, jefa de Andy quien sobrevivirá a su cruel empleo sin resultar dañada. Película del 2006, con varias nominaciones y premios en la industria del cine hollywoodiense.

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