116. PALABRA DE GARIBALDI

Ella, al escucharlo, termina de quitarse el short para luego avanzar contoneándose hasta estar muy cerca. Se gira en el último momento, tensa sus piernas al tiempo que se inclina hasta el piso, dejándole ver la hermosa vista de su bien formado trasero.

—¡Rayos, cielo! —exclama sin poder contenerse—. ¿Quién te enseñó a hacer eso, mi cielo? Me estás volviendo loco.

Cristal ríe satisfecha de lo que ha logrado con su esposo. Gerónimo intenta ir hasta donde ella se encuentra, pero de pronto ella arquea su cintura y se pone de pie, alejándose. Luego se pone en cuatro patas y avanza como una felina a su encuentro, sin dejar de mirarle y pasar su lengua por sus labios. Llega, le saca su miembro del bóxer ante su completa sorpresa.

Se suponía que la iba a enseñar, y ella ha demostrado que no es tan ingenua como él pensaba. Cristal comienza a lamerlo como si fuera el mejor helado que existe, pero enseguida se da cuenta de su inexperiencia, por lo que él empieza a guiarla. La ay
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