Este debería ser el mejor día de la vida de Rouss Wyner, en unas cuantas horas se casaría con el amor de su vida, con su hombre perfecto, con el que soñaba todas las noches y con el cual estaba dispuesta a pasar el resto de su vida.
Llevaban saliendo hace dos años, había rechazado a muchos porque solo Él estaba en sus ojos y arraigado en lo más profundo de su corazón.
El día cuando se convirtieron en novios fue el más feliz de su vida, atesorando ese recuerdo como uno de los más hermosos que tenía, y los cuales eran poco.
Muchos la habían perseguido confesándole sus sentimientos con la leve esperanza que ella los aceptara, pero todos fueron rechazos sin tener la más mínima oportunidad.
Desde que se había enamorado en la secundaria de Bratt Miller, no había lugar ni espacio para nadie más en su vida ni en su corazón, ni tampoco quería darles lugar, ya que todo su mundo giraba alrededor de Bratt.
Bratt era el primer hijo de la familia Miller, la cual era la tercera familia más influyente de la ciudad.
Ellos se dedicaban a la industria del entretenimiento, tenían varias corporaciones muy influyentes y que cada día se expandían más y más, aparté de otros negocios que también eran muy prósperos.
Rouss era conocida como la más hermosa y deseada de toda la ciudad costera de Chongqing, su posición desde que estaba en la secundaria o antes no había cambiado, al contrario, se había hecho más sólida al pasar el tiempo, ya que su belleza florecía cada vez más como una delicada y hermosa flor en primavera, exuberante y única en su especie, la cual era imposible de superar, solo debías conformarte con mirarla y admirarla desde lejos.
Todos decían que eran la pareja perfecta, una hermosa dama junto a uno de los jóvenes maestros más rico de la ciudad.
Algunos los envidiaban en secreto, otros eran indiferentes y solo pocos deseaban su felicidad.
….
Una hermosa joven se reflejaba a través del gran espejo con marco dorado que llegaba hasta el piso cubriendo una gran parte de la pared que había en la espaciosa habitación. Su apariencia era muy hermosa, con unas facciones limpias y suaves, tenía un vestido de novia tan blanco y puro como se imaginaba que sería cuando soñaba casarse con el amor de su vida. La falda era esponjosa con algunas incrustaciones de pequeños diamantes que la hacían brillar cual estrella inalcanzable. Su vestido la hacía ver como toda una princesa, y así quería verse, aunque no fuera mucho de su agrado verse como tal, ya que no le gustaba ser el centro de atención. pero ya que Bratt una vez le había dicho que le gustaría verla con ese aspecto en su boda, ya que ella era su princesa y él le daría su castillo, el cuidado, la protección y el amor que se merecía tener.
Una suave sonrisa se formó en sus delegados y finos labios rosados, haciéndola ver tan encantadora y celestial mientras alisando con sus manos las arrugas inexistentes en la esponjosa falda del vestido, dándose la vuelta al ver que la puerta es abierta, viendo a su padre ingresar sin ninguna emoción en sus ojos y en su rostro.
–Padre, ¿te gusta cómo me veo? – indagó con expectación en su mirada y algo de anhelo oculto en ella.
Su padre la miró con un rostro frio de pies a cabeza –yo no soy el que se va a casar contigo, así que no me importa cómo te veas– espetó con desdén y desprecio en su tono. Su mirada se tornó peligrosa al verla a los ojos.
–Escúchame bien Rouss, no eres nada, solo eres alguien porque tienes el apoyo de tu abuela, pero si no fuera por ella hace tiempo te hubiera echado de la villa, no me importa nada de lo que tenga que ver contigo– vociferó con voz helada y odio en ella marchándose. Dejando a Rouss con el corazón oprimido, sabía que su padre no la quería, pero no entendía el ¿por qué?, ¿Porqué no la quería?. Si no fuera por su abuela no sabría que fuera de ella.
Su abuela era todo lo que tenía, aunque no llevaran la misma sangre, ambas se amaban mucho. Había sido como una nana para su madre, y también la suya, aunque no entendía porque, ya que su abuela era de las segundas familias más rica de la ciudad, y su padre temía que, si le hacía algo ella cobraría venganza.
Desde que su madre murió, su padre le había dado la espalda, llevando a una nueva mujer y su media hermana que era dos años menor que ella a la villa. Desde ese día, su vida se tornó un infierno, siendo atacada por el dúo de madre e hija sin cesar, haciendo que su padre la odiara aún más.
Respirando hondo para calmar sus emociones y no dejarse entristecer por recuerdos desagradables el día de su boda, tomó entre sus manos un pequeño estuche de terciopelo blanco con sumo cuidado llevándolo justo a la altura de corazón apoyándolo en el, –madre, soy muy feliz, por fin me casare con Bratt y poder salir del infierno donde vivo– vocifero con algo de tristeza mezclada con esperanza abriendo el estuche suavemente sacando un collar sencillo, en la parte posterior tenía en forma ovalada un cristal traslucido que brillaba al moverlo. Aunque era algo sencillo y no tenía mucho valor, para ella era un tesoro ya que era de su madre, era lo único que tenia de ella después de su muerte, porque cuando esas mujeres llegaron se apoderaron de todo.
–Igual de insignificante como tú, tal para cual– espeto en un tono lleno de desprecio y burla la recién llegada.
–¿Qué haces aquí, Lizzy?– preguntó con voz fría apretando el collar contra su pecho por temor a que lo tomara y le hiciera algo.
–¿Y por qué no puedo estar aquí?, hoy te casas y vine a felicitarte por supuesto – Decía con una sonrisa burlesca y llena de desprecio acercándose a ella, haciendo que Rouss retrocediera un paso.
–Hermana, espero que te guste y disfrutes el regalo que he preparado para ti– susurró cerca de su oído con un tono sarcástico lleno de odio soltando una risa al retirarse dejándola sola.
La tez de Rouss se tornó pálida, el miedo y la angustia invadieron su cuerpo, no sabía que estaría tramando Lizzy y eso la colocaba nerviosa.
Lizzy siempre la hacía quedar mal delante de los demás, siempre actuaba de una manera haciendo que todos creyeran que ella la intimidaba y la menospreciaba cuando era al revés.
Nadie le creía cuando intentaba explicarse, ya que su hermana se hacia la víctima y todos la veían como un pequeño loto blanco tan frágil e inofensivo que debían protegerla y amarla sin importar nada más.
Siempre ha tenido ese aspecto delicado y tímido, ganándose los corazones de las personas a su alrededor, mientras que a ella la veían como la villana que pasaba atacándola por ser su media hermana.
Debido a estos acontecimientos, su personalidad que antes era alegre, sonriente y risueña se fue tornando en algo fría y sin emociones, colocando una armadura a su alrededor para que no vieran lo que estaba pensando y no la lastimarán, pero, aún así, no lograba escapar de toda clase de insultos que lastimaban su corazón.
Las circunstancias la llevaron a solo tratar amablemente a las personas que quería, las cuales eran contadas con una mano.
Entre esas personas estaba su mejor amiga Janet Morton. La cual siempre la había defendido desde que se conocieron por primera vez en la infancia, desde ahí se hicieron las mejores amigas contándose todo y apoyándose la una a la otra, prácticamente nada pasaba en la vida de alguna de las dos que la otra no lo supiera.
Janet era la única que sabía la verdad sobre lo que pasaba realmente con las supuestas agresiones que le hacía a su hermana. Cada que eso pasaba se enojaba tanto queriendo golpear a todos y sobre todo a Lizzy, pero siempre lograba calmarla.
A Janet nunca le había agradado Bratt, decía que era muy fácil de engañar y manipular, porque en ocasiones dudaba de su inocencia frente a las acusaciones que le hacían los demás, y aunque Rouss no lo expresaba, sentía su corazón doler, pero lo amaba tanto que terminaba olvidándolo.
Después que Lizzy se había marchado, Rouss se había calmado cuando su abuela había llegado a la habitación ya que no quería preocuparla, ella no sabía de los ataques que recibía en casa y preferiría que siguiera así.
–Mi linda Rosy, están tan hermosa, si tu madre te viera estaría tan feliz– vociferó con voz suave acariciando su mejilla haciendo que sus ojos se cristalizaran.
Su abuela siempre era tan dulce y amable con ella, era su figura materna después que su madre murió.
–Gracias abuela, tú también te ves muy guapa– respondió con una sonrisa haciendo sonreír a la mayor.
Su abuela se apoyaba con un bastón para caminar, aunque era suave, también daba miedo cuando se enfada haciendo temblar a los demás, nadie la tomaba como menos, ya que provenía de una de las mejores familias y tenía el poder para hacer caer a cualquiera o hacerlo subir a la cima.
–Deseo que seas muy feliz Rosy, así tu madre descansará en paz– al decir estas palabras sus ojos se aguaron, aún no había podido recuperarse de la muerte de su querida Lilly Huang y todo por culpa de la actual esposa del padre de Rouss, Fanny Wilder, esa desvergonzada.
Al pensar en ella su expresión se oscureció, siempre ha tenido la sospecha que tratan mal a su Rosy, pero por más que le pregunta, ella siempre lo niega, seguramente para proteger al infeliz de Don Wyner su padre, aún no entiende como su querida Lilly se casó con alguien tan mediocre y despreciable como él.
Al ver la expresión oscura de Luisa Larton, Rouss tomó sus manos entre las suyas acariciándolas suavemente al tiempo que la trataba de persuadirla –abuela, no pienses en cosas desagradables, cuida tu salud– le pedio con una sonrisa y voz suave, haciendo que Luisa sonriera ahora tomando sus manos y acariciándolas.
–Tienes razón Rosy, hoy es tu boda no debemos pensar en cosas desagradables– al terminar de hablar, tomó el collar que Rouss había dejado a un lado ayudándolo a colocárselo.
–Este collar lo compró tu madre con la primera paga que recibió cuando tu abuelo le impuso que debía casarse con alguien que ella no conocía, así que decidió marcharse de su casa en respuesta a lo que su padre le pedía– sususurró suavemente –consiguió un trabajo durante dos meses hasta que volvió nuevamente con tu abuelo– recordaba Luisa con una sonrisa y tristeza en sus ojos.
–¿Y que paso después abuela?– indagó con mirada curiosa y expectante, haciendo que sus hermoso ojos negros se tiñeran de admiración y algo de tristeza.
–Cuando volvió dos meses después, tu abuelo la recibió, aunque era alguien frío o como decía los demás sin corazón, con tu madre era muy diferente, en la amaba mucho y la protegía a su manera, hasta que lamentablemente murió en un accidente aéreo, tu madre heredó todo ya que era hija única, y ahora que te cases tu heredaras lo que ella te dejó– le informó Luisa con voz suave, haciendo que Rouss abriera sus ojos grandemente desconcertada ya que no sabía que tenía una herencia.
–Así es Rosy, tu madre te dejó una herencia, la cual heredaras después que te cases– le confirmó con una sonrisa. –te pareces tanto a ella– recalco acariciando su mejilla viendo a su querida Lilly atreves de Rouss. –Ya es hora de tu boda mi Rosy, te veo en la ceremonia– Luisa acaricio su mejilla suavemente marchándose con un sonido de –tac–, –tac–, –tac– que dejaba el bastón al golpear el piso, siendo ayudaba por su ayudante al salir. Su abuela era una de esas otras personas que podía contar con una mano, y por supuesto Bratt, solo ellos merecían su amor y su atención. …. Ya era la hora, el momento había llegado, solo estaba a minutos de estar por fin casada con Bratt y ser totalmente feliz a su lado. Un golpe en la puerta le indico que ya debía salir, con sus manos sudando y los nervios floreciendo, toma el ramo de rosas blancas para salir. Inhalando y exhalando para calmar sus nervios, abre la puerta para salir, pero en ese instante es interceptada por Bratt Miller q
El cuerpo de Rouss yacía en el piso, su cabello estaba despeinado, sus mejillas estaban rojas he hinchadas, sus labios ensangrentados temblaban levemente mientras se mordía el labio inferior saboreando el sabor metálico para aguantar los sollozos que querían escapar. Los murmullos de la multitud que se habían agrumado se podían escuchar. –¿Qué está pasando?, ¿Por qué la novia está en el piso?–. preguntó alguien que acababa de llegar con desconcierto. –No lo sé exactamente, pero ya que su prometido no hace nada, deben de haber terminado– respondió tranquila e indiferentemente, pero con mucha satisfacción la joven interrogada. –Ohh, debe ser así– musito la otra chica sin darle importancia. Algunos otros murmullos más continuarán, el cuerpo de Rouss temblaba levemente y sus largas pestañas revoletearon humedecidas para esparcir las lágrimas que querían brotar. En el siguiente segundo, siente como es tomada del brazo bruscamente levantándola del piso quedando frente a su padre que l
¡¡Se suponía que Luisa tenía que darle la espalda a Rouss y humillarla públicamente!!. Pero tal cosa no había sucedido. Al menos su reputación ya estaba dañada, había sido humillada y Bratt la había dejado frente a todos. Al final, no tuvo tanta suerte la bastarda. Al Penar así, una sonrisa complaciente se curvo en los labios de los tres cómplices. Rouss reanudó sus pasos firmes y suaves hacia la tranquila calle, nada comparada con los murmullos hipócritas que dejaba atrás. Al estar fuera del alcancé de la vista de todos , su cuerpo se tambaleo, sus piernas abandonaron toda la fuerza que anteriormente tenían convirtiéndose en gelatinas precipitándose a caer, afortunadamente había un gran muro para apoyarse con sus manos temblorosas, sino, hubiera caído al frío y duro piso donde se prometía que jamás volvería a estar. Janet que estaba retrasada para la boda, estacionó su coche junto a ella sorprendida al verla en ese estado. Sus piernas automáticamente abandonaron el coche
–….– ¡¿Qué diablos decía?!. ¡¿Esposo?!. ¡¿Casarse?!. No gracias, ya tenía un mal sabor. –¡No digas idioteces!, ¡jamás me casare!– Gritó Janet con la mandíbula tensa. Rouss se encogió de hombros sin decir nada y siguió comiendo. Janet soltó un bufido concentrándose en sus alimentos. Después de haber terminado, Rouss ayudó a ordenar la cocina, aunque Janet ya la había dejado limpia. Ambas se dejaron caer en el gran sofá de terciopelo morado después de terminar. Encendieron la gran pantalla que estaba en la pared para buscar una película y entretenerse. Al final se decidieron por una animación, aunque ya tenían 20 años, aún es gustaba este tipo de animación. Mientras veían la película y al ver la escena de dos amigas en la secundaria, un recuerdo brillo en la mente de Janet, exponiéndolo sin pensarlo mucho. –Rosy, ¿recuerdas la vez que estábamos en jardín de la escuela y se te dio por practicar tu equilibrio en un muro bajo?, te dije que podías caer, pero te reíste y r
Al apenas abrir la puerta, sintió una ráfaga de viento y luego alguien abrazándola fuertemente. Al recuperarse de su sorpresa, corresponde al abrazo dándole palmaditas suaves en la espalda para calmar los sollozos que dejaba salir la figura en sus brazos escuchándola hablar con voz temblorosa. –¡por fin volviste!, Rosy– Rouss sonrió con lagrimas en los ojos –si, ya volví Janet, perdón por hacerte esperar mucho–. Janet se aparto de sus brazos y Rouss aprovecho para limpiarle las lágrimas mientras le hablaba con voz tranquila y suave. –Nuestra ‘belleza primaveral valiente’, debe cuidar su imagen, ¿Qué pasa si te ven llorando?, pensaran que te estoy intimidando– al terminar de hablar una sonrisa burlona adorna sus labios mientras que caminaba con Janet hasta el sofá sentándose. –Deja tus tonterías y no me digas así, aún no entiendo porque me dieron ese título, tsk– vocifero fruncido sus cejas con disgusto al tiempo que hacia un puchero. Rouss sonrió divertida al verla molesta p
Lizzy tenía un vestido blanco hasta la rodilla, la falda caía de su cintura en forma de campana recalcando lo pequeña y frágil que era. Se veía tan pura y limpia, como todo una pequeña princesa y la mágica hada que era. Saludaba a sus fans con una amable sonrisa sintiéndose muy bien al escuchar sus elogios haciendo que se sintiera cada vez más superior. Pero su sonrisa fue disminuyendo al escuchar las siguientes palabras. –No se que le ven, ni siquiera es tan bonita, no le llega ni a los pies a nuestra ‘hermosa flor primaveral valiente’– musito uno de los fans de Janet rodando los ojos al escuchar sus estúpidos elogios. –Es verdad, ¡ni siquiera sabe actuar!, jamás estará a la altura de nuestra flor primaveral valiente– vocifero otro en apoyo a su ídolo. Lizzy apretó los dientes en disgusto al escucharlos, estaba cansada de siempre vivir bajo la sombra de esa mal***a de Janet, ojalá no existiera y desapareciera como Rouss. Janet que esperaba su turno para bajar, se sentía tan
–Hermano Bratt– lo llamo con un rostro abatido y triste mientras le tiraba suavemente de la manga de su camisa. Bratt bajo su mirada al escucharle hablar, viendo sus ojos llorosos y su expresión triste mientras lo miraba con un toque de timidez. Su corazón se oprimió al verla en ese estado haciendo que su sangre hirviera de coraje al ver la responsable que seguía caminando tranquilamente como si nada. Sin poder evitarlo, tomó la mano de Lizzy para llevarla con esa mujer y reclamarle. –Rouss, Lizzy esta siendo amable contigo y tú actúas como si nada, ¿acaso tienes sentimientos?– gritó con los dientes apretados y un rostro feroz al mirarla fijamente con desprecio. Rouss se quedó mirando esos ojos que alguna vez la habían mirado con amor y ternura, donde solo se reflejaba ella y en los cuales se perdía sin querer volver, esos mismos ojos ahora la miraban con tanto odio y resentimiento. Parpadeando sus largas pestañas para esfumar de su visión el recuerdo de esa mirada. Así
Bratt al escuchar sus palabras y al ver su expresión preocupada se calmó enseguida. Lizzy siempre lograba calmarlo, era como la suave brisa que lo rodeaba brindándole esa paz que necesitaba. –¡Pero hermano!, no es mi culpa, es culpa de esas…..– Lizzy que gritaba con rabia e impotencia se calló automáticamente al ver la mirada fría de Bratt sobre ella , sabia cuando no podía pasar sus límites, y este era uno de ellos. –Cristy, mejor vallamos a cambiarnos los vestidos– musito Lizzy con una cálida sonrisa mientras entrelazaba sus brazos. –Hermano mayor, volvemos en un momento– le dijo a Bratt mirándolo con ojos de amor y tranquilos. Tocando el corazón de Bratt , el cual asintió en reconocimiento viéndolas marcharse. Después que Rouss y Janet se habían alejados de ellos se dirigieron al baño para retocar su maquillaje, al llegar, escucharon unas voces desde el interior. –Es tan desagradable que esa bandida de Rouss halla regresado– dijo una voz molesta. –¿Viste su aspecto?, segu