CAPÍTULO 32. Marido y mujer.LoganLa escucho gritar en medio de la noche. Es un sonido desgarrador, como si alguien la estuviera lastimando. Entre sus sollozos, capto palabras sueltas: “mamá”, “no, por favor”, “déjame”, “no me hagas daño”. Me quedo inmóvil un momento, escuchando el eco de su sufrimiento en la habitación oscura y aprieto los puños.No soy un hombre sensible, pero esto simplemente me dificulta demasiado las cosas, no sé si le hicieron daño o si tiene miedo de que se lo hagan. No sé si a quien le teme es a mí o a alguien más. Lo único irrefutables que Liliana está muerta de miedo.La abrazo cuando vuelve a acurrucarse a mi lado, pero por la mañana, cuando abre los ojos, todavía tiene un rastro de lágrimas en las mejillas. No digo nada porque no quiero que se dé cuenta de que estuve despierto escuchándola, pero simplemente no me lo puedo sacar de la cabeza.La sesión de fisioterapia del día pasa más rápido de lo usual. El dolor ha disminuido un poco, pero al final estoy a
CAPITULO 33. Una amenaza latenteLiliana. No sé qué es, si su voz o esa forma que tiene de llamarme “Lili”, pero mi cuerpo me traiciona de la peor manera. Sé que debería resistirme, pero no lo consigo. Solo he estado con un hombre pocas veces, hace como dos años, y ni siquiera significó nada para mí, simplemente estaba en una época demasiado oscura de la enfermedad de mamá y quería sentir algo diferente.…Pero con Logan todo es diferente. Así que culpo a mi inexperiencia o a lo que sea y me permito perderme en esos escasos minutos de placer que terminan con él abrazándome fuerte.Ninguno de los dos dice nada, pero el resto del día lo paso más roja que una de mis fresas. Es como si cada vez que me mira, reviviera ese momento una y otra vez.Sin embargo al tarde apenas está empezando cuando un bullicio inusual en la casa nos hace mirarnos uno al otro. Música, risas, y voces que no reconozco llenan el aire, y por la forma en que frunce el ceño, apuesto a que él tampoco.—¿Qué demonios e
CAPÍTULO 34. Miedos.Logan.El rostro de Liliana se descompone en un segundo cuando tomo su teléfono para leer aquel mensaje, pero cuanto más me pide que no lo lea peor me pongo.Mis ojos siguen las líneas una a una y aprieto los dientes porque no puedo creer lo que el doctor Esteban acaba de escribirle.“Liliana, por favor tienes que venir a tus chequeos, has faltado a todas tus citas de seguimiento y ya casi deben haberse terminado tus pastillas. Acabas de ser donante en un trasplante mayor, muchacha, no seas necia. Logan no se enojará porque vengas”.No puedo explicar por qué, pero tan pronto como lo leo, la sangre me hierve. ¿Citas de seguimiento? ¿Chequeos? Esta es la primera vez que oigo algo al respecto.Giro el teléfono hacia ella con un gruñido y la veo apretar los labios, desviando la mirada.—¿Qué demonios es esto, Liliana? —digo, agitando el celular frente a ella y su rostro se pone pálido. —Logan, yo… —¡¿Por qué no me dijiste que tenías citas en el hospital!? ¿Qué clas
CAPÍTULO 35. AdrenalinaLiliana.Si nadie me hubiera dicho antes que Berserker era especial para Logan, lo habría adivinado ahora en un segundo viendo la forma en que su rostro se descompone cuando le dicen que hay un problema con el caballo.Sin perder tiempo, mueve la silla hacia los establos con una rapidez que me sorprende. Sé que algo está mal, así que lo sigo mientras mi corazón late con ansiedad.—¿Qué pasa? —le pregunto, intentando mantener el paso detrás de él. —Berserker está fuera de control —gruñe sin mirarme. Llegamos al establo y el caos es evidente. Berserker en un enorme caballo negro, como si hiciera perfecta proporción con el tamaño de su dueño. Está enloquecido dentro de su cuartón, pateando las paredes y bufando con fuerza. Los peones están alrededor, pero ninguno se atreve a entrar. Logan se detiene al borde del corral, frunciendo el ceño mientras observa al caballo como si estuviera tratando de leerlo.—¡Maldición, si sigue así se va a lastimar! —gruñe, más pa
CAPÍTULO 36. Un hombre desesperadoLoganJamás he sido un hombre impresionable, pero en el momento exacto en que veo a Liliana acurrucada en el rincón del cuartón, con Berserker levantando las patas a centímetros de ella, siento una desesperación que no había experimentado nunca. Es como si algo dentro de mí se activara, algo primitivo, feroz, angustioso.No sé de dónde saco las fuerzas, pero me levanto. No hay dolor, no hay duda, solo adrenalina. Mis piernas no responden, pero mis brazos son suficientes. Tienen que serlo. Me impulso con todo lo que tengo y, antes de darme cuenta, estoy sobre Berserker. Mi cuerpo recuerda lo que tiene que hacer, incluso si mi mente sigue confusa y aterrada.El caballo se sacude con fuerza, pero lo controlo. Es un animal magnífico, fuerte, pero conoce mi voz y cede.—¡Cálmate, chico! —gruño mientras le sujeto las correas del bocado y lo guío fuera del cuartón.Uno de los peones me alcanza justo a tiempo. Me sostengo de una de las anillas donde se cuelga
CAPÍTULO 37. Una larga nocheLogan.Mi peor instinto, ese que siempre me domina, me diría que Liliana está comportándose exactamente como yo esperaba: tratando de seducirme, tratando de llevarme a la cama y enredarme… Y luego está ese otro instinto estúpido que me dice que la conozco mejor que eso.La veo gateando hacia mí, su cuerpo se mueve como un gato acechando a su presa y su presa es mi cuello.—¡Liliana, te dije que me mires! —insisto pero es incluso difícil conseguir su atención.Sus labios entreabiertos rozan mi garganta y se sube a mi regazo, tomándome desprevenido. Me besa con desesperación, sus manos van directo a mi camisa, intentando desabotonarla con torpeza.—¡Oye, oye… tranquila! —digo, sujetándole las muñecas para detenerla—. No tenemos prisa…Pero solo puedo hablar por mí. La desesperación en ella es palpable y mi peor instinto vuelve, pero esta vez para decirme que algo no está bien. Algo en su comportamiento no cuadra. La atrapo por la cara con una mano y la oblig
CAPÍTULO 38. ¿Me crees?LilianaMi cuerpo es suyo, ni siquiera sé explicarlo, pero él es lo único que quiero, lo único en lo que puedo pensar. Lo quiero, lo necesito, sus dedos invadiéndome no son suficientes, necesito más, necesito todo… Grito cuando el primer orgasmo me atraviesa, me ahoga, me alivia solo un poco y son minutos, segundos, eternidades antes de que el calor le ataque de nuevo. Los fuegos artificiales vienen otra vez, y otra y otra más, hasta que la oscuridad es más fuerte que todo lo demás y el cansancio me obliga a rendirme.El calor de sus manos sigue en mi piel incluso después de que despierto. No sé qué hora es, pero el mundo me pesa, como si estuviera bajo el agua. Intento moverme, pero mi cuerpo duele en cada rincón, como si hubiera corrido una maratón sin prepararme. Mi cabeza late con fuerza, una mezcla de confusión y malestar que me hace apretar los ojos con un gesto de dolor.—¿Lili? —escucho la voz de Logan, baja y áspera. Su tono no es el habitual. Es... ¿p
CAPÍTULO 39. El estado natural de un ogroLoganJamás creí que llegaría el día en que dudara de mi propia sangre. Mi cabeza es un torbellino de sospechas y rabia mientras miro las tres pastillas sobre la mesa del comedor. Liliana no pudo haberse drogado sola; alguien tuvo que ponerle eso. Y para hacer algo así, tendrían que haber tenido acceso directo a las medicinas.Los empleados no tienen las llaves del despacho y sé que no entrarían a mi habitación, y definitivamente no estarían lo suficientemente cerca de Liliana como para intentar algo tan elaborado. Eso solo deja a tres personas: Gemma, Anthony y Vincent.—Tómenlas —ordeno, empujando las pastillas hacia ellos, y Anthony es el primero en hablar, con el rostro cargado de confusión.—¿Qué demonios es esto, Logan?—Son las pastillas que toma Liliana para su tratamiento. No les van a hacer absolutamente nada, pero quiero que se las tomen —respondo con una dureza que no deja lugar a protestas.Anthony me observa con el ceño fruncido,