CAPÍTULO 39. El estado natural de un ogroLoganJamás creí que llegaría el día en que dudara de mi propia sangre. Mi cabeza es un torbellino de sospechas y rabia mientras miro las tres pastillas sobre la mesa del comedor. Liliana no pudo haberse drogado sola; alguien tuvo que ponerle eso. Y para hacer algo así, tendrían que haber tenido acceso directo a las medicinas.Los empleados no tienen las llaves del despacho y sé que no entrarían a mi habitación, y definitivamente no estarían lo suficientemente cerca de Liliana como para intentar algo tan elaborado. Eso solo deja a tres personas: Gemma, Anthony y Vincent.—Tómenlas —ordeno, empujando las pastillas hacia ellos, y Anthony es el primero en hablar, con el rostro cargado de confusión.—¿Qué demonios es esto, Logan?—Son las pastillas que toma Liliana para su tratamiento. No les van a hacer absolutamente nada, pero quiero que se las tomen —respondo con una dureza que no deja lugar a protestas.Anthony me observa con el ceño fruncido,
CAPÍTULO 40. Sin disculpasLilianaYa pasaron tres días desde el desastre con las pastillas. La casa está llena de un silencio frustrante, y Gemma y Anthony solo se quejan cuando Logan no está cerca. Por supuesto que ninguno de los dos se atreve a decirle nada por la partida de Vincent, pero sé lo que piensan porque yo pienso lo mismo. Vincent es tan orgulloso como Logan y mucho más cabeza dura, precisamente por eso no hay forma de que se entiendan, pero eso no significa que Vincent trataría de lastimarlo… al menos eso es lo que siento. Pero me he equivocado tanto últimamente que prefiero no arriesgarme a dar mi opinión.Las pastillas ya las cambiaron, por supuesto, y el doctor Esteban hizo todo un escándalo por eso, porque quizás vinieran alteradas del hospital.—Quizás alguien se confundió al llenar la prescripción, Logan —intenta calmarlo porque a él tampoco le gusta que esté distanciado de su hermano, pero Logan lo mira con esa misma sospecha que yo tengo: es demasiada coincidenci
CAPÍTULO 41. Una noche para recordarLoganSiento un escalofrío recorrerme cuando sus manos comienzan a deslizarse por mi abdomen, rozando el borde de mis pantalones. Apenas un roce y ya estoy tenso, maldiciendo internamente porque mi cuerpo me traiciona en segundos. Mi erección es tan evidente que no puedo ignorarla, y menos el hecho de que Liliana ni siquiera sabe el poder que tiene sobre mí en este momento.—¿Te gusta, Señor Greñitas? —pregunta, susurrándome al oído, con ese tono que es mitad deseo y mitas vergüenza.—El Señor Greñitas está al borde la combustión espontánea —gruño solo para verla sonreír.De verdad es mejor si ninguno de los dos piensa ahora mismo, al menos yo solo disfruto mientras sus manos continúan explorando. No me baja el pantalón todavía todavía, pero la presión de sus caricias es suficiente para que esté a punto de perder el control. Mi respiración se acelera y siento una mezcla de frustración y rendición. Sé que estoy cayendo.—¿Sabes que tienes ventaja, n
CAPÍTULO 42. Cuando despiertesLogan.El cuerpo de Liliana se siente como un refugio, una tormenta, y todo lo que hay en medio. Tener sexo con ella no es solo algo físico; es más de lo que esperaba, más de lo que pensé que podría ser. Es una mezcla de necesidad y deseo que no desaparece incluso después de que todo acaba.No sé de dónde saco tanta condenada energía pero evidentemente es su culpa, que me pone como un adolescente calenturiento, un hombre de las cavernas descontrolado, un… ¡Joder, de verdad va a resultar que soy el Señor Greñitas! Tendré que dejarme la barba en serio.Mientras ella duerme a mi lado, envuelta en las sábanas, me quedo mirándola. Su cabello está desordenado, su respiración es suave y constante, y no puedo evitar pensar que debe ser cierto. Que esta mujer es mi esposa. Que en algún momento, antes de que todo esto se convirtiera en un caos, yo elegí bien.Me quedo con esa idea rondando en mi cabeza, porque aunque no recuerdo cómo llegamos aquí, de repente no m
CAPÍTULO 43. La sorpresa prometidaLilianaEstoy temblando por dentro. Logan acaba de entrar al quirófano, y aunque trato de mantenerme firme, el miedo me está devorando. Miro el reloj por quinta vez en los últimos diez minutos. Cada segundo parece arrastrarse como si el tiempo estuviera jugando conmigo.El doctor Esteban se acerca. Su rostro es calmado, profesional, pero no puedo evitar buscar cualquier signo de preocupación en sus gestos.—Liliana, todo va a salir bien —intenta tranquilizarme—. Logan está en las mejores manos.Sin embargo ese no es consuelo.—Ya lo sé… Es solo que no puedo evitar estar asustada. Usted ya lo salvó una vez… —Y esa es la única razón por la que confío en él y en nadie más, porque cuando peor estaba el Señor Greñitas, él fue el que descubrió sus heridas internas e hizo todo por salvarlo—. Pero no puedo evitar tener miedo… esta operación… ¿y si algo sale mal?—Confía en mí. Personalmente me aseguraré de que todo marche como debe —responde con una sonrisa—
CAPÍTULO 44. El despertar del ogroLoganApenas abro los ojos, la luz me golpea como un martillo. El mundo está borroso, las voces se escuchan lejanas, y mi cuerpo pesa como si lo hubieran rellenado de plomo. Trato de moverme, pero un dolor sordo me recorre el pecho.¿Dónde estoy?Parpadeo un par de veces hasta que mi visión se aclara, pero el mareo y la niebla siguen ahí. Lo primero que veo es un techo blanco, y lo segundo, una figura sentada al lado de mi cama.—¿Liliana? —susurro, todavía con la voz pastosa por la anestesia.—Soy yo, amor, Carolina. Soy Carolina.El impacto es inmediato. Mis pensamientos se detienen en seco, como si hubiera chocado contra una pared de ladrillos. ¿Carolina? Esto no tiene sentido. Todavía debo estar soñando. Sí, eso es. Esto debe ser un sueño inducido por la anestesia, porque la presencia de Carolina no tiene ningún sentido en mi realidad de post operación.Pero cuando pestañeo de nuevo y con más fuerza, todavía sigue ahí. Carolina LaRosa, con su por
CAPÍTULO 45. El precio de no rendirseLilianaSé que debería irme. Debería dar la vuelta, subirme al primer autobús y desaparecer, pero mis piernas no me obedecen. Mi corazón, terco como yo, se aferra a la idea de que Logan me necesita.A pesar de que las cosas no son miel sobre hojuelas entre los dos, no puedo irme, siento que todavía le debo la verdad.A pesar de todo lo que ha pasado son su… prometida, de la bofetada y de los guardias arrastrándome fuera del hospital, no puedo irme.A pesar de que entiendo lo descabellado que es todo esto, no puedo irme. Mi conciencia me mataría si mañana me entero de que salió lastimado de nuevo y yo no hice nada para evitarlo.Me acerco a una puerta lateral del hospital, intentando entrar sin ser vista, pero un guardia corpulento me detiene antes de que siquiera toque la manija.—¿Otra vez tú? —dice con tono burlón.—Por favor, necesito entrar. Mi esposo está adentro… —empiezo, pero me interrumpe soltando una carcajada que parece sacada de una pe
CAPÍTULO 46. Un viejo amigo y su escolta.Logan.Una hora. Solo una hora, me prometo, pero se siente como una eternidad. Cada segundo que pasa en este maldito cuarto, con Carolina y Gemma molestándome, hace que mi sangre hierva. Quiero gritarles, quiero levantarme de esta cama y echarlas a patadas, pero mi cuerpo todavía está entumecido por la anestesia y el cansancio.Cuando cuelgo el teléfono después de hablar con mi amigo y me aferro a la esperanza de que él llegue pronto. Es un hombre de palabra, y si dijo que estaría aquí en una hora, lo estará. Me impresiona que esté tan cerca como para llegar en ese tiempo, pero nos debemos lo suficiente el uno al otro como para estar seguro de que esto terminará como quiero.Gemma me observa desde un rincón, con los brazos cruzados y una expresión de odio puro. Carolina, por su parte, se sienta en una silla cercana, mirándome como si yo fuera un niño malcriado que necesita una lección.—¡¿Se van a quedar todo el puto día mirándome o quieren ha