Los guardias querían ayudarla, pero no tenían los conocimientos médicos para hacerlo. Por otro lado, Emilse siguió con la reanimación. No estaba dispuesta a aceptar que el corazón de su padre se había detenido, por lo que lo traería de vuelta sea como fuese. —¡Papá, escucha mi voz! —exclamó la jove
La mirada de la joven se llenó de lágrimas y su corazón fue invadido por el regocijo. No se trataba de un sueño, ¿cierto? Su padre realmente estaba allí y había regresado. —¡Papá! —vociferó, aproximándose a él dando pasos rápidos y lo rodeó fuertemente con los brazos—. ¡Por fin has vuelto! —Emilse
—Lo que significa que no sabes si funciona —asumió el Alfa. —No lo sé, pero si no surte ningún efecto en el primer intento, puedo modificarlo hasta que funcione. —Cloe lo probó en ti —expuso Izan—. Te aplicó dicha sustancia con el dardo que usas para sedar a los animales. —¿D-De verdad? ¿Cuándo?
—¿Te burlas de mí? —Dannon la miró ceñudo.—Estoy siendo seria con esto. Ya no es seguro que mi papá y yo sigamos aquí. Tú mismo has visto todo lo que ha pasado, así que preferiría regresar a mi hogar de donde nunca debimos haber salido.—¿A qué viene esto? Ya les he dado la oportunidad de elegir el
—Jamás mentiría con un asunto tan serio —replicó—. Me he enterado hace muy poco tiempo, es por ello que cuando nos diste la oportunidad de irnos, elegí el camino equivocado. Tampoco se lo he dicho a mi papá, pero estoy segura de que, en cuanto lo sepa, accederá a volver a nuestra casa. Me gusta Áure
—Emilse —pronunció con disgusto—. Se atrevió a decirme que quiere abandonar el bosque.Una punzada se hizo presente en el centro del tórax de Izan.—Ah, ¿sí? —se aclaró la garganta—. ¿Y cuál fue su respuesta? —agregó, confiado en que diría que la solicitud había sido denegada.—Esa humana me dejó en
—Pero ¡¿qué demonios te pasa?! —Emilse le dio un empujón para liberarse de su agarre. Sin embargo, Izan la tomó del brazo y la llevó a la pequeña oficina del dispensario. Una vez dentro, cerró la puerta.—Necesito que me expliques cómo es eso de que te embarazaste de un humano —refunfuñó él—. ¿En q
Emilse no consiguió emitir sonido, no le salía la voz. Estaba demasiado sorprendida para replicar y una serie de emociones surgieron dentro de ella, mezclándose entre sí. Izan acababa de confesarle que también la amaba y le costaba digerirlo.—Entonces… ¿serás honesta conmigo? —añadió el Beta, ansio