Ambas se quedaron calladas por un rato, pues no sabían si sentirse aliviadas o melancólicas con respecto al cambio de Dannon.—El bebé crece sin problemas —agregó de repente tras terminar de examinarla—. Y ha ganado un poco de tamaño. Con este ritmo de desarrollo, es probable que lo tengas en nueve
—Lo he extrañado, Alfa —manifestó Débora, a lo que el albino la tomó de los hombros y la apartó con delicadeza.—Estoy cansado —fue lo único que pudo decir y empezó a caminar en dirección a su recámara, con Débora siguiendo sus pasos.—¿Cómo le ha ido? ¿Hay alguna novedad? ¿Pudieron encontrar la for
Dannon la contempló horrorizado. ¿Cómo que Débora no era su mate? Y si no lo era, ¿porqué sentía que se volvía loco cuando percibía su aroma? ¿Quién demonios era esa mujer? De pronto, empezó a toser de nuevo y más gotas de sangre escaparon de su boca, poniéndolo en alerta. —No se preocupe, Alfa. E
Kallen había entrado a la alcoba de su madre justo después de dejar a Dannon con su compañera, a lo que la señora se alegró al verla. —¡Kallen! —se aproximó y la rodeó con los brazos—. ¿Cómo te ha ido en tu viaje? —Mejor de lo que esperaba —alegó—. Sin embargo… —¿Ocurrió algo malo? —la tomó de lo
—Pero, hija —la tomó de la muñeca para detenerla—. ¿No estará con su mate ahora? La híbrida solo la contempló sin emitir sonido. Aquel recordatorio paralizó sus movimientos instantáneamente, pero recuperó la movilidad segundos después. —Solo… será un momento —sabía que a Débora no le agradaría par
Tanto Izan como Magnus se quedaron congelados por un instante, a lo que el Beta fue el primero en reaccionar. —¡Magnus! —exclamó, sacando al guerrero de su estado atónito. —¡Sí, señor! —entendió de inmediato la orden de Izan sin que tuviera la necesidad de articularlo—. ¡Levántense, guerreros! ¡No
El corazón de Kallen empezó a palpitar con tanta vehemencia que podría jurar que incluso Dannon fue capaz de oírlo. El hecho de pedirle que sea su mate era un acto aún más significativo y valioso que una propuesta de matrimonio. —Alfa —Kallen tomó una de las manos del hombre y lo acercó a su pecho—
—¡Mi cabeza! ¡Argh! ¡Mi cabeza va a estallar! —vociferó frenético. —¡Recuéstese, Alfa! ¡Lo ayudaré a regresar a la cama! —replicó Izan. Sin embargo, Dannon permaneció rígido, con una mano pegada en cada lado de su tez. Por esa razón, fue difícil levantarlo. En ese momento, Kallen se posicionó en c