Almir era un lobo cruel y despiadado, pero sus hijos y la manada a la que pertenecía eran lo más importante para él, así como su lealtad hacia el Alfa del Clan Ginebra. Por nada del mundo quería perder a su hijo mayor, quien se había rendido en el instante en que Izan lo amenazó con despedazar su cu
—Si se rehúsa a hablar conmigo, les diré a todos la verdad —amenazó.Débora se giró lentamente hacia ella, mirándola desconcertada. Observó a su alrededor para cerciorarse de que nadie la haya escuchado y, entonces, accedió.Ambas fueron al establo vacío y se ubicaron frente a frente. Permanecieron
Dannon apretó los párpados y los fue abriendo de a poco, acostumbrándose a la luz del sol y recuperando paulatinamente la nitidez. Extendió los brazos a los costados, percibiendo la suavidad y la frescura del pasto. Las hojas de los árboles se movían por encima suyo y los rayos solares se filtraban
La híbrida tenía la habilidad de los lobos para curarse en poco tiempo, así que no hubo mucho problema. Dannon se quedó pensativo por un rato y luego incrustó la mirada en el Beta. —Izan, tenemos cosas que hacer —articuló Dannon, levantándose de la cama. —¡Alfa, usted no puede ponerse de pie en e
Sin embargo, Dannon solo se dedicó a mirarla sin tocarla y sin alzarle la voz. Pero Kallen notó que su expresión demostraba una especie de desilusión. Se veía perturbado y la híbrida asumió que se debía a sus múltiples heridas, aunque en realidad esa no era la razón por la que se hallaba aturdido.
Dannon adquirió una expresión de pasmo y no pudo articular palabra alguna. ¿Amante? ¿Porqué estaba diciendo eso? Jamás la había considerado de esa manera. Kallen era demasiado valiosa como para tener una posición tan exigua. Ella merecía más y quería dárselo. Sin embargo, ¿porqué le tenía en tan a
—Estoy curioso por escuchar lo que tienes que decirme, solo espero que sea algo que valga la pena oír —manifestó el albino. Kallen se mantuvo callada por unos segundos, inhalando y exhalando para deshacerse del desasosiego que se había formado en su interior. —Alfa… sé que usted, en realidad, no q
Kallen se quedó callada por unos segundos, para después exponer su elección. —No será necesario que siga haciendo esto, Alfa. He decidido quedarme en Áurea —expuso. Ciertamente, no había nada que pensar. Su madre estaba por encima de su deseo de marcharse y, aunque Dannon hacía todo aquello muy a