—¡Izan, Izan! —su voz retumbó en toda la mansión, haciendo que el Beta bajara de la cama de un salto y fuese corriendo a donde se encontraba el Alfa. Apenas traía unos pantalones cortos de dormir y no había espabilado, pues salió de sus sábanas sin tomarse el tiempo de despertar apropiadamente. Ni s
Kallen miró aterrorizada la manera en que estaba siendo arrinconada por lobos del Clan enemigo. Eran un grupo de cuatro y caminaban lentamente alrededor de ella. —Nunca había visto a una híbrida con mis propios ojos —manifestó Almir, el Beta de los Ginebra—. Eres mitad loba pero no puedes transform
Dannon siguió los vestigios de su propio olor y, de esa forma, dio con el paradero de Kallen.Ella tembló por debajo de la sombra de Dannon debido a que el pavor corría por sus venas, pero su corazón se sintió regocijado desde el minuto en que apareció. —Alfa… —pronunció con un nudo en la garganta
Debido a que su atención se focalizó en Almir, los demás lobos tuvieron más espacio para lastimarlo. Por lo tanto, Emmet agarró la pata herida del Alfa y lo jaló para atrás mientras zarandeaba la cabeza para infligirle más daño. Dannon no pudo evitar soltar un gemido de dolor y clavó sus garras en l
Kallen observó la escena con la expresión pálida. Estaba estupefacta, jamás había visto a Dannon derrotado de esa forma. ¿Qué podía hacer para ayudarlo? No podía transformarse en una loba ni tenía poderes especiales, mucho menos era una guerrera ni cargaba armas consigo. ¿Cómo enfrentar a esos lobo
—¡Padre! ¿Estás bien? —preguntó Emmet con insistencia—. ¡Ese fenómeno se atrevió a herirte!—Solo es una herida superficial —comentó despreocupado. Segundos después de haber dicho esto, se percató de la ausencia de Kallen y Dannon—. Esos dos… ¡huyeron! —vociferó, airado—. ¡Debemos ir tras ellos! ¡No
El albino era obstinado y le costaba admitir una derrota a viva voz, pero, dentro de sí, siempre trataba de reflexionar con respecto a sus acciones. Por lo tanto, le dio la razón a Kallen. No merecía la pena morir en esas circunstancias y en manos de los Ginebra. Tenía la obligación de mantenerse vi
Almir era un lobo cruel y despiadado, pero sus hijos y la manada a la que pertenecía eran lo más importante para él, así como su lealtad hacia el Alfa del Clan Ginebra. Por nada del mundo quería perder a su hijo mayor, quien se había rendido en el instante en que Izan lo amenazó con despedazar su cu