Domingo de gofres. En realidad no sé si existe, nunca antes hemos tenido ninguna costumbre de este estilo. Cierto que varias noches en semana dormíamos juntas tras un maratón, acompañado de pizza o diferente comida basura. Pero más que por costumbre era simplemente porque nos apetecía. Y hoy ha sido igual. Me apetecían gofres para desayunar, así que ahí estaba el desayuno servido en la barra americana. Con nata y unas rodajas de fresa y plátano para adornarlo.
Ya estaba lista y había despertado a Harley. Desayunábamos tranquilas, hablando sobre los planes para el día de hoy. Le recordé que al ser domingo hoy mi hermana, la que se casaba, iba a comer a casa de mi madre, y nosotras también. Así aprovechaba para presentarle tanto a esta como a su futuro marido. Pero claro, eso era a la hora de comer, por lo cual en un principio teníamos la mañana libre. Vacía.
Harley propuso aprovechar la mañana para enseñarle la isla y a falta de un plan mejor me pareció correcto. Por ello, al terminar el desayuno, mientras ella se arreglaba, yo limpiaba.
Como ya es normal, termine antes que ella. También es que mientras yo iba siempre a lo sencillo, sin complicarme la vida, mientras que ella si se ocupaba más de cómo se veía.
Yo iba como siempre; botas, vaqueros, y mi camisa, la cual era negra en esta ocasión. Por si acaso me llevaba la chaqueta, por si me daba frío. El mismo estilo de siempre, vaya. Al contrario que Harley, la que hoy llevaba unos pantalones de salir color negro y una blusa cruzada con cinturón de manga con volante. Hoy decidió optar por menos tacón que el de ayer.
El plan para el día de hoy es enseñarle Puerto de Mogán, más conocida como la Venecia de Canarias. Sé que le va a gustar por su peculiar diseño, y no me equivoco, pues al llegar, con tan solo ver su cara, antes de escucharla, puedo ver que efectivamente es así. La verdad es que pasamos una mañana bastante agradable, pero sobre la una, un poco antes, decidimos dejar ya la visita para llegar a tiempo comer a casa de mi madre.
Hasta ahora Harley aún no había probado la comida de mi madre, y mi deber de amiga era advertirla de que le iba a encantar tanto que seguramente quisiera repetir. Esta me pregunto si sabía que había cocinado, a lo que conteste con una negativa, puesto que la verdad es que... No, no lo sabía. No tenía ni idea. Cada fin de semana hacía algo distinto. Improvisaba. Pero que tenía tan buena mano que… Bueno, en breve lo descubriría por sí misma. Y eso es lo que precisamente haría todo más divertido. Al menos para mí, claro.
Al llegar a la casa de mi familia, el delicioso olor nos recibe, inundando nuestras fosas nasales, nada más entramos en esta.
—Mmm… Qué bien huele. — Son las primeras palabras de Harley, las cuales acompaña de una sonrisa.
—Espero que opines igual del sabor. —Le dice mi madre, tras los dos besos del saludo inicial.
—Seguro que sí. Hope me ha hablado maravillas de su comida.
—¿Ah sí? Pues harías bien en creerla. Todo es cierto.
Harley ríe al escucharla. Cada vez le gusta más mi madre, y a mí eso es algo que sinceramente me encanta. Nos dirigimos a la cocina para comer y finalmente averiguar a que pertenece ese olor. Ha preparado solomillo, y no es lo único, de postre habrá un delicioso pastel. ¡Qué bien suena todo!
Antes de comenzar a comer, observo a Harley, esperando a que lo haga ella. No quiero perderme ninguna sola de sus reacciones. Cierra los ojos antes el primer bocado: saboreándolo, degustándolo.
—¿Se puede tener un orgasmo por una comida?
—¡Harley! —Le llamo rápidamente la atención, pese a que en el fondo estoy divertida. ¿Cómo se le ocurre decirlo frente a mi madre? Menuda cabeza loca…
Como si nada hubiera pasado, se nos desea un buen provecho y disfrutamos de nuestra comida.
Al abandonar la mesa, le presento a Harley a mi padre. Quien despertaba justo en ese momento. Anoche había vuelto de su viaje, nos explicó sobre el motivo de levantarse a esas horas. Debido a trabajo, suele hacer muchos viajes entre las islas. Rara vez iba más lejos.
Poco después de esto, el timbre de la casa índica nueva visita. El miembro que falta por presentar. De antemano sabía que iban a llevarse bien, pero la situación que se presenta alrededor de mí, frente a mis ojos, supera a las expectativas. Parecían hasta ser las nuevas mejores amigas. Harley no dudó en ofrecerle su ayuda para con la boda. Lo cual la otra acepto encantada.
De hecho, tan buenas migas hicieron que ese fue el motivo de pasar todo el día, hasta que comenzó a oscurecer, en casa de mi madre.
La noche de domingo transcurrió como la del sábado; cenamos viéndonos una película. 50 sombras de Grey. Ya que se perdió el maratón de Harry Potter, no quería perderse la cita con Jamie Dornan. Al acabar con esta, tras haber babeado durante un buen rato, decidimos dejar la segunda con sus sombras más oscuras para mañana. Antes de irnos a dormir intercambiamos varias opiniones sobre el día, puesto que, ahora si, al completo, conocía a toda mi familia. De momento todos le agradan. Ninguna de las dos creemos que la cosa pueda cambiar mucho, por lo cual se podría decir que esta aventura empieza con buen sabor de boca.
Esa noche, pese a no haberle visto en el día de hoy, Abraham vuelve a visitar mis sueños. Se ha vuelto costumbre desde aquella primera noche en la que lo conocí.
Sorprendentemente para mí, al levantarme esa mañana, no soy la primera en despertar. Harley tiene el desayuno servido y me recibe con una sonrisa, preguntándome como he dormido. Yo respondo bromeando sobre cuanta dosis de azúcar lleva encima para mostrar tanta alegría tan temprano. Ambas desayunamos entre risas y una charla bastante amena.—Y bien, ¿qué planes tenemos para hoy?—Primero trabajar un poquito. Luego podemos salir a dar una vuelta y lo que vaya surgiendo. ¿Qué te parece?—Sabes que el objetivo de unas vacaciones es descansar, ¿verdad?—Es un trabajo que puedo hacer desde cualquier parte. No necesito vacaciones. Pero, —añado antes que vaya a interrumpirme, pues noto sus deseos de corregirme— al menos aprecia la diferencia. Sí que estoy descansando. Escribía artículos y respondía correos diariamente. Ahora, mientras estamos de vacaciones, he bajado el ritmo. Vamos, concédeme el mérito.Por la expresión en su rostro, en especial la ceja alzada, dudo que cumpla con mi petició
Para mi sorpresa al salir de la ducha, (la cual por cierto, Harley tenía razón y me vino muy bien), cuando estoy buscando el pijama para ponerme (puesto que dudo de que vayamos a salir), esta aparece en mi cuarto anunciándome que me aliste para salir. Le pregunto que a donde iremos, pero ella solo dice que me ponga guapa. Que después del día que hemos tenido nos merecemos una noche de copas. Supongo que más bien habla por ella, puesto que yo, pese a que me pueda tomar mis copitas, no logro a llegar a su nivel. Nunca lo consigo. Y la única vez que se me ocurrió intentarlo… Bueno, mejor ni recordarla. En verdad, casi ni la recuerdo. Salvo las horribles consecuencias del día de después. Y las lecciones que esta me dejo: Nada de alcohol en exceso para mí. No se puede decir que Harley sea una borracha. Pero tiene un ritmo que… Bueno. Es envidiable. La chica definitivamente tiene aguante. Y también razón. Nos merecemos despejarnos después de todo. Por ello, dejando el pijama para más tarde
Bailamos varias canciones entre todos. Charlamos, bebemos. Me siento realmente integrada en ese pequeño grupo. Más que eso, me siento a gusto. Cómoda en su compañía. Pero, como título de aguafiestas que me gane hace años y del cual debo seguir haciendo honor, soy la primera en ponerle fin viendo que se hace muy tarde.Harley no me quiere hacer caso. No quiere irse. Incluso cuando le recuerdo que, supuestamente hoy, teníamos una cita con Jamie Dornan. Ante mis palabras es Alicia la que, abriendo muchos los ojos, casi exageradamente, nos pregunta si conocemos al actor. Casi ruega que se lo presentemos. Riendo negamos, explicando que nos referíamos a ver la película. Pese a la decepción del principio, no tarda en recomponerse de esta y querer apuntarse al plan.A mí no me parece mal. Me gusta ella y disfruto su compañía. Con una Harley que nos sigue a regañadientes, los seis salimos del local rumbo a donde hemos aparcado el coche. Son todos unos caballeros, o quieren comportarse como tal
La comida en casa de los Fernández fue deliciosa. Después de disfrutar de las ricas croquetas y las patatas asadas, cuando pasábamos al postre, un mousse de queso y fresas que fue lo que más me gusto, nos contaron que los chicos habían cocinado. Bueno, Abraham y Rick. Jack dijo que él prefería comer a cocinar. Rick, que fue el que había cocinado el postre, compartió su receta conmigo para poder intentarlo en casa. Aunque… Dudo tener el mismo éxito que él. Si algo tengo en común con Jack, aparte de este nuevo círculo de maravillosas personas con las que me estoy relacionando, es que apesto en la cocina. Para desayunos y platos fáciles soy vuestra chica. Pero, para cosas más elaboradas… Ya no cuenten conmigo. Lo que si puedo hacer, y no dudo en ponerme con ello pese a las quejas, es ayudarles a recoger la mesa. De alguna forma se debe agradecer una comida tan buena en una compañía aún mejor. Harley y yo pasamos todo el día de martes en compañía de nuestros nuevos amigos. Gracias a las
Tanto Harley como yo pasamos los pocos días que quedan de noviembre variando el tiempo entre mi familia y nuestros nuevos agradables conocidos. Sé que hemos realizado este viaje y llegado casi a mediados de mes prácticamente, pero juraría que noviembre ha ido demasiado rápido. Y es que, cuando estás disfrutando el tiempo pasa volando. No solía creer en ello, sin embargo, a lo largo de estos días he descubierto que efectivamente así es.Nunca antes en mi vida había experimentado la sensación de llegar a casa con un satisfactorio dolor de pies. Satisfactorio porque ese dolor es una pequeña consecuencia de haberte divertido sin parar durante lo largo del día. Incluso he disfrutado de las múltiples tardes de compras a las que he sido arrastrada por unas y otras. Hemos ayudado tanto a Alicia y Mónica como a mis hermanas y mi madre con las compras navideñas. Aún faltan algunas que realizar, pero yo clasificaría los avances como positivos.—¡Hope!Alzo la cabeza del ordenador al escuchar la
¿Soy una amiga pésima? Ni me he molestado en mirar ni avisar a Harley, ni a Alicia, ni a ninguno de los demás en ningún momento. Me he dejado llevar. Por la situación, por lo que Abraham me hace sentir, por toda la pasión contenida, y por él que me saca del club rumbo a su coche. Cuando arranca, antes de acobardarme y/o pararme a pensar en las consecuencias, le dicto la dirección de casa. A lo largo del trayecto (cuál tampoco es tan largo) puedo notar como, poco a poco, la valentía me abandona. Abraham ha debido de notarlo también. O eso creo, pues cuando llegamos y estaciona frente a mi casa, el silencio nos invade durante unos cortos minutos. Antes de que este busque mi mano y me dé un suave, pero firme a la vez apretón en esta. Lo que provoca que mi mirada viaje de nuestras manos a su hermoso rostro. —Tranquila. Todo está bien. Si no quieres que entre...—Comienza, pero no le dejo acabar. —No, no. Por favor, acompáñame. No he llegado hasta aquí para darme por vencida ahora. ¡Ni h
Los rayos de luz que entran por la ventana son los culpables de que despierte. Pese a que he luchado durante años por la rutina de madrugar, esa mañana en particular no siento deseos en salir de la cama. Hasta que recuerdo lo que paso anoche y abro mis ojos con suma lentitud. Como si los parpados me pesaran. Confieso que tengo miedo a descubrir que se ha ido. Y es que eso sería un mazazo para mí. Pero, cuando abro los ojos, lo veo ahí. A mi lado. Con su cabeza apoyada en la palma de su mano. Está despierto, observándome. ¿Cuánto lleva así? No puedo evitar preguntarme. Después de la noche que hemos pasado no debería sentir ningún tipo de vergüenza con él. Y, sin embargo, la mañana de después, me encuentro con bastante pudor mientras soy sometida a su escrutinio mañanero. Él también sabe que estoy despierta. Desde que abrí mis ojos y estos chocaron con los suyos no he sido capaz de apartar la mirada. Tengo que buscar algo que decir. Venga, cerebro, piensa. Piensa. —¿He roncado mucho?
—¡¿Pero tú no te ibas a la ducha?!Tal vez reacciono algo exageradamente mientras vuelvo a atarme el nudo de la bata lo más rápido que puedo. Pero de verdad que me ha asustado. Estaba tan concentrada en Abraham que ni me había percatado que ella estaba de cotilla.—La ducha puede esperar. Lo primero es lo primero. Prioridades.Como si nada, mi amiga se ha sentado en uno de los taburetes y está comiéndose las sobras de nuestro desayuno. No puedo evitar mirarla con una ceja alzada.—No hagas eso. Te preparo otro. Sabes que no me importa. Y, ¿qué prioridades son esas?—Oh, no te preocupes. Estoy bien así.—Creo que nunca la he visto comer de esa manera. Sí que tiene hambre. Como si supiera lo que estoy pensando, la rubia frente a mí responde a mi pregunta sin formular.—El sexo me da hambre.—Hambre y otras cosas. Apestas a ello. Deberías ducharte.—Me duché. Pero Jack es insaciable. No es solo la ducha juntos, después de esta, me volvió a arrastrar a la cama…—¡Harley no quiero escucharlo