Para mi sorpresa al salir de la ducha, (la cual por cierto, Harley tenía razón y me vino muy bien), cuando estoy buscando el pijama para ponerme (puesto que dudo de que vayamos a salir), esta aparece en mi cuarto anunciándome que me aliste para salir. Le pregunto que a donde iremos, pero ella solo dice que me ponga guapa. Que después del día que hemos tenido nos merecemos una noche de copas. Supongo que más bien habla por ella, puesto que yo, pese a que me pueda tomar mis copitas, no logro a llegar a su nivel. Nunca lo consigo. Y la única vez que se me ocurrió intentarlo… Bueno, mejor ni recordarla. En verdad, casi ni la recuerdo. Salvo las horribles consecuencias del día de después. Y las lecciones que esta me dejo: Nada de alcohol en exceso para mí. No se puede decir que Harley sea una borracha. Pero tiene un ritmo que… Bueno. Es envidiable. La chica definitivamente tiene aguante. Y también razón. Nos merecemos despejarnos después de todo. Por ello, dejando el pijama para más tarde
Bailamos varias canciones entre todos. Charlamos, bebemos. Me siento realmente integrada en ese pequeño grupo. Más que eso, me siento a gusto. Cómoda en su compañía. Pero, como título de aguafiestas que me gane hace años y del cual debo seguir haciendo honor, soy la primera en ponerle fin viendo que se hace muy tarde.Harley no me quiere hacer caso. No quiere irse. Incluso cuando le recuerdo que, supuestamente hoy, teníamos una cita con Jamie Dornan. Ante mis palabras es Alicia la que, abriendo muchos los ojos, casi exageradamente, nos pregunta si conocemos al actor. Casi ruega que se lo presentemos. Riendo negamos, explicando que nos referíamos a ver la película. Pese a la decepción del principio, no tarda en recomponerse de esta y querer apuntarse al plan.A mí no me parece mal. Me gusta ella y disfruto su compañía. Con una Harley que nos sigue a regañadientes, los seis salimos del local rumbo a donde hemos aparcado el coche. Son todos unos caballeros, o quieren comportarse como tal
La comida en casa de los Fernández fue deliciosa. Después de disfrutar de las ricas croquetas y las patatas asadas, cuando pasábamos al postre, un mousse de queso y fresas que fue lo que más me gusto, nos contaron que los chicos habían cocinado. Bueno, Abraham y Rick. Jack dijo que él prefería comer a cocinar. Rick, que fue el que había cocinado el postre, compartió su receta conmigo para poder intentarlo en casa. Aunque… Dudo tener el mismo éxito que él. Si algo tengo en común con Jack, aparte de este nuevo círculo de maravillosas personas con las que me estoy relacionando, es que apesto en la cocina. Para desayunos y platos fáciles soy vuestra chica. Pero, para cosas más elaboradas… Ya no cuenten conmigo. Lo que si puedo hacer, y no dudo en ponerme con ello pese a las quejas, es ayudarles a recoger la mesa. De alguna forma se debe agradecer una comida tan buena en una compañía aún mejor. Harley y yo pasamos todo el día de martes en compañía de nuestros nuevos amigos. Gracias a las
Tanto Harley como yo pasamos los pocos días que quedan de noviembre variando el tiempo entre mi familia y nuestros nuevos agradables conocidos. Sé que hemos realizado este viaje y llegado casi a mediados de mes prácticamente, pero juraría que noviembre ha ido demasiado rápido. Y es que, cuando estás disfrutando el tiempo pasa volando. No solía creer en ello, sin embargo, a lo largo de estos días he descubierto que efectivamente así es.Nunca antes en mi vida había experimentado la sensación de llegar a casa con un satisfactorio dolor de pies. Satisfactorio porque ese dolor es una pequeña consecuencia de haberte divertido sin parar durante lo largo del día. Incluso he disfrutado de las múltiples tardes de compras a las que he sido arrastrada por unas y otras. Hemos ayudado tanto a Alicia y Mónica como a mis hermanas y mi madre con las compras navideñas. Aún faltan algunas que realizar, pero yo clasificaría los avances como positivos.—¡Hope!Alzo la cabeza del ordenador al escuchar la
¿Soy una amiga pésima? Ni me he molestado en mirar ni avisar a Harley, ni a Alicia, ni a ninguno de los demás en ningún momento. Me he dejado llevar. Por la situación, por lo que Abraham me hace sentir, por toda la pasión contenida, y por él que me saca del club rumbo a su coche. Cuando arranca, antes de acobardarme y/o pararme a pensar en las consecuencias, le dicto la dirección de casa. A lo largo del trayecto (cuál tampoco es tan largo) puedo notar como, poco a poco, la valentía me abandona. Abraham ha debido de notarlo también. O eso creo, pues cuando llegamos y estaciona frente a mi casa, el silencio nos invade durante unos cortos minutos. Antes de que este busque mi mano y me dé un suave, pero firme a la vez apretón en esta. Lo que provoca que mi mirada viaje de nuestras manos a su hermoso rostro. —Tranquila. Todo está bien. Si no quieres que entre...—Comienza, pero no le dejo acabar. —No, no. Por favor, acompáñame. No he llegado hasta aquí para darme por vencida ahora. ¡Ni h
Los rayos de luz que entran por la ventana son los culpables de que despierte. Pese a que he luchado durante años por la rutina de madrugar, esa mañana en particular no siento deseos en salir de la cama. Hasta que recuerdo lo que paso anoche y abro mis ojos con suma lentitud. Como si los parpados me pesaran. Confieso que tengo miedo a descubrir que se ha ido. Y es que eso sería un mazazo para mí. Pero, cuando abro los ojos, lo veo ahí. A mi lado. Con su cabeza apoyada en la palma de su mano. Está despierto, observándome. ¿Cuánto lleva así? No puedo evitar preguntarme. Después de la noche que hemos pasado no debería sentir ningún tipo de vergüenza con él. Y, sin embargo, la mañana de después, me encuentro con bastante pudor mientras soy sometida a su escrutinio mañanero. Él también sabe que estoy despierta. Desde que abrí mis ojos y estos chocaron con los suyos no he sido capaz de apartar la mirada. Tengo que buscar algo que decir. Venga, cerebro, piensa. Piensa. —¿He roncado mucho?
—¡¿Pero tú no te ibas a la ducha?!Tal vez reacciono algo exageradamente mientras vuelvo a atarme el nudo de la bata lo más rápido que puedo. Pero de verdad que me ha asustado. Estaba tan concentrada en Abraham que ni me había percatado que ella estaba de cotilla.—La ducha puede esperar. Lo primero es lo primero. Prioridades.Como si nada, mi amiga se ha sentado en uno de los taburetes y está comiéndose las sobras de nuestro desayuno. No puedo evitar mirarla con una ceja alzada.—No hagas eso. Te preparo otro. Sabes que no me importa. Y, ¿qué prioridades son esas?—Oh, no te preocupes. Estoy bien así.—Creo que nunca la he visto comer de esa manera. Sí que tiene hambre. Como si supiera lo que estoy pensando, la rubia frente a mí responde a mi pregunta sin formular.—El sexo me da hambre.—Hambre y otras cosas. Apestas a ello. Deberías ducharte.—Me duché. Pero Jack es insaciable. No es solo la ducha juntos, después de esta, me volvió a arrastrar a la cama…—¡Harley no quiero escucharlo
Nos avisaron con antelación de que Alicia, Mónica, Rick y Aitor se iban al final de esa semana. Antes de ir a disfrutar de las navidades en Escocia con la familia del marido de Alicia, debían ir a Madrid a preparar mejor sus maletas, ya que hubo cambios en los planes iniciales y el equipaje que tenían aquí no era suficiente ni idóneo para dichas vacaciones. Además, querían disfrutar de Escocia con tiempo de sobra. Sin prisas de ningún tipo. Por ello hemos aprovechado esta última semana para compartirla con ellos y disfrutar de su compañía al máximo. Y no hablo solo de Harley y de mí, también de Lucia. Cuando informamos a esta última de la marcha de su nuevo amigo y la familia de este, la enana nos sorprendió a todos preguntándoles que harían con Castle y si ella podía cuidarlo mientras ellos se iban de vacaciones. Eso trajo risas a la mesa de la dulcería en la que estábamos merendando ese día. Más no sería posible. Deberíamos despedirnos también del adorable border collie. El perro s