Tanto Harley como yo pasamos los pocos días que quedan de noviembre variando el tiempo entre mi familia y nuestros nuevos agradables conocidos. Sé que hemos realizado este viaje y llegado casi a mediados de mes prácticamente, pero juraría que noviembre ha ido demasiado rápido. Y es que, cuando estás disfrutando el tiempo pasa volando. No solía creer en ello, sin embargo, a lo largo de estos días he descubierto que efectivamente así es.Nunca antes en mi vida había experimentado la sensación de llegar a casa con un satisfactorio dolor de pies. Satisfactorio porque ese dolor es una pequeña consecuencia de haberte divertido sin parar durante lo largo del día. Incluso he disfrutado de las múltiples tardes de compras a las que he sido arrastrada por unas y otras. Hemos ayudado tanto a Alicia y Mónica como a mis hermanas y mi madre con las compras navideñas. Aún faltan algunas que realizar, pero yo clasificaría los avances como positivos.—¡Hope!Alzo la cabeza del ordenador al escuchar la
¿Soy una amiga pésima? Ni me he molestado en mirar ni avisar a Harley, ni a Alicia, ni a ninguno de los demás en ningún momento. Me he dejado llevar. Por la situación, por lo que Abraham me hace sentir, por toda la pasión contenida, y por él que me saca del club rumbo a su coche. Cuando arranca, antes de acobardarme y/o pararme a pensar en las consecuencias, le dicto la dirección de casa. A lo largo del trayecto (cuál tampoco es tan largo) puedo notar como, poco a poco, la valentía me abandona. Abraham ha debido de notarlo también. O eso creo, pues cuando llegamos y estaciona frente a mi casa, el silencio nos invade durante unos cortos minutos. Antes de que este busque mi mano y me dé un suave, pero firme a la vez apretón en esta. Lo que provoca que mi mirada viaje de nuestras manos a su hermoso rostro. —Tranquila. Todo está bien. Si no quieres que entre...—Comienza, pero no le dejo acabar. —No, no. Por favor, acompáñame. No he llegado hasta aquí para darme por vencida ahora. ¡Ni h
Los rayos de luz que entran por la ventana son los culpables de que despierte. Pese a que he luchado durante años por la rutina de madrugar, esa mañana en particular no siento deseos en salir de la cama. Hasta que recuerdo lo que paso anoche y abro mis ojos con suma lentitud. Como si los parpados me pesaran. Confieso que tengo miedo a descubrir que se ha ido. Y es que eso sería un mazazo para mí. Pero, cuando abro los ojos, lo veo ahí. A mi lado. Con su cabeza apoyada en la palma de su mano. Está despierto, observándome. ¿Cuánto lleva así? No puedo evitar preguntarme. Después de la noche que hemos pasado no debería sentir ningún tipo de vergüenza con él. Y, sin embargo, la mañana de después, me encuentro con bastante pudor mientras soy sometida a su escrutinio mañanero. Él también sabe que estoy despierta. Desde que abrí mis ojos y estos chocaron con los suyos no he sido capaz de apartar la mirada. Tengo que buscar algo que decir. Venga, cerebro, piensa. Piensa. —¿He roncado mucho?
—¡¿Pero tú no te ibas a la ducha?!Tal vez reacciono algo exageradamente mientras vuelvo a atarme el nudo de la bata lo más rápido que puedo. Pero de verdad que me ha asustado. Estaba tan concentrada en Abraham que ni me había percatado que ella estaba de cotilla.—La ducha puede esperar. Lo primero es lo primero. Prioridades.Como si nada, mi amiga se ha sentado en uno de los taburetes y está comiéndose las sobras de nuestro desayuno. No puedo evitar mirarla con una ceja alzada.—No hagas eso. Te preparo otro. Sabes que no me importa. Y, ¿qué prioridades son esas?—Oh, no te preocupes. Estoy bien así.—Creo que nunca la he visto comer de esa manera. Sí que tiene hambre. Como si supiera lo que estoy pensando, la rubia frente a mí responde a mi pregunta sin formular.—El sexo me da hambre.—Hambre y otras cosas. Apestas a ello. Deberías ducharte.—Me duché. Pero Jack es insaciable. No es solo la ducha juntos, después de esta, me volvió a arrastrar a la cama…—¡Harley no quiero escucharlo
Nos avisaron con antelación de que Alicia, Mónica, Rick y Aitor se iban al final de esa semana. Antes de ir a disfrutar de las navidades en Escocia con la familia del marido de Alicia, debían ir a Madrid a preparar mejor sus maletas, ya que hubo cambios en los planes iniciales y el equipaje que tenían aquí no era suficiente ni idóneo para dichas vacaciones. Además, querían disfrutar de Escocia con tiempo de sobra. Sin prisas de ningún tipo. Por ello hemos aprovechado esta última semana para compartirla con ellos y disfrutar de su compañía al máximo. Y no hablo solo de Harley y de mí, también de Lucia. Cuando informamos a esta última de la marcha de su nuevo amigo y la familia de este, la enana nos sorprendió a todos preguntándoles que harían con Castle y si ella podía cuidarlo mientras ellos se iban de vacaciones. Eso trajo risas a la mesa de la dulcería en la que estábamos merendando ese día. Más no sería posible. Deberíamos despedirnos también del adorable border collie. El perro s
Debido a que nos espera un día de trabajo por delante, he decidido que la mejor forma de afrontarlo (o una de las mejores según mi punto de vista) es con un desayuno lleno de energías que nos ayude a empezar el día con estas. Un smoothie bowl de fresas, plátano y queso fresco con avena para cada una, es el plato elegido para este día de martes. Los reclamos y cualquier otra cosa de ayer han quedado atrás. Desayunamos en una apacible tranquilidad en la cual charlamos del día que nos espera y nuestros planes para esta última semana en Canarias. 71 correos es lo que me encuentro al abrir el ordenador y meterme a la cuenta. Me concentro en leer y responder a todos de la mejor manera posible. Siempre me pasa lo mismo. Algunos casos creo que se me vienen demasiado grande. Pese a esto, siempre tengo algún consejo que dar. Intentar ayudar de la mejor manera que pueda dentro de mis pocas facultades posibles. Un ejemplo de estos casos serían esos que, más bien lo que necesitan, es la ayuda de
La primera vez que estuve en su casa, cuando Harley y yo trajimos a Alicia tras quedarse a ver 50 sombras de Grey con nosotras, esta me pareció muy hermosa, y también enorme. Ahora, que está más vacía, juraría que me parece incluso más grande que la vez anterior.Dejo de mirar la casa cuando me percato de que Abraham está contemplándome. ¿Cuánto tiempo lleva haciéndolo? Inevitablemente siento el rubor cubrir mis mejillas.—Sabes que no tiene que pasar nada que no quieras, ¿cierto?—Adoro que sea tan atento y comprensivo conmigo. Que, por otra parte, debería ser lo normal. No obstante, por desgracia, no lo es. Y yo me siento afortunada de a mi lado tener un hombre que si lo sea.—Bien. ¿Quieres que te guie a la habitación de Alicia?—Pregunta tras mi asentimiento a la primera cuestión. Esta vez niego. No quiero. Tampoco lo necesito. Por otras veces que he estado en su casa sé donde queda el cuarto de su hermana. El que no sé donde queda y al cual quiero ir es el suyo.Acorto las distancia
Se supone que en invierno hace más frío. En especial en diciembre. Pero, en brazos de Abraham, abrazada por este, no lo noto. Me invade una agradable sensación de calidad. Me remuevo en sus brazos mientras despierto. Enterrando mi rostro en su pecho desnudo.Pecho desnudo.Lentamente, abro mis ojos para comprobarlo con estos mismos. Lo de anoche no fue ningún sueño. Mi cuerpo ligeramente adolorido, pues no está acostumbrado a tener tantas tareas, y menos en una misma noche, como hizo la anterior, ya era un recordatorio de esto. Pero, cualquier aviso que mi cuerpo o cerebro quisieran hacerme jamás sería suficiente. Siempre querría comprobar que era real. Porque con Abraham siempre me siento como en un sueño del cual no quiero despertar.Poco a poco, alzo mi mirada de su pecho a su rostro, para descubrirlo despierto. ¿Este hombre no duerme? ¿Siempre se despierta antes que yo? Ya van dos veces (las únicas en las que hemos compartido lecho) en las que lo pillo mirándome en lugar de durmie