Lilith se hizo la exquisita y no apareció por el Château en Francia, porque sabía que su hijo la escarmentaría días enteros por su alocado y riesgoso plan.Sin embargo, fue poco lo que Borya pudo insistir con ella. A penas pasaron a los demonios impuros la información de la cría de dragones, el caos lo envolvió.Serguei le exigió una reunión de emergencia. Los grupos de demonios aliados, tanto de Rusia como del resto del mundo, sobre todo, en los lugares donde se habían encontrado campamentos que cuidaban de los huevos, se reunían para prepararse para la ofensiva.—En Brasil solo hallamos a una hembra —dijo frente a la reunión con su grupo en Ekaterimburgo, pasando la poca información que Amon le había otorgado a través de un correo electrónico. Ni siquiera él se atrevía a darle la cara por la propuesta de Lilith—. No tuvimos tiempo de revisar si tenía un nido, nos atacó apenas nos vio, pero, por la cantidad de comida que manejaban los hechiceros, podríamos pensar que no está sola.—Y
—¿Crees que esto representará un problema? —quiso saber el mitad bestia cuando ya estaban alejados del lugar.—Espero que no, ya son demasiados los asuntos por resolver. ¿Qué has sabido de Alexey? —preguntó ansioso, quería solventar el impase que había creado con el chico y limar asperezas.No debió ser tan duro con él y reconocer el excelente trabajo que venía desarrollando a pesar de su comportamiento alocado e imprudente.—Me pasó las coordenadas de la base naval donde se encuentra, quiere que vayamos. Algunos oficiales están interesados en conocernos y saber más sobre los dragones y el peligro que representan.—¿Dónde es?—En el Ártico.—¿En el Ártico? —indagó sorprendido.Drake le mostró su teléfono móvil con las coordenadas que el joven le había facilitado.—Mierda —masculló el demonio, descubriendo que se trataba de la base militar rusa ubicada más al norte del país, en una de las regiones más inhospital del planeta, a tan solo mil kilómetros de distancia del polo norte.Allí R
El río Neva, en San Petersburgo, aún estaba congelado casi en su totalidad. Al que consideraban la línea de vida de la ciudad, en algunas pocas zonas mostraba el recorrido del agua y en otras, su hielo quebradizo anunciaba la pronta llegada de días más cálidos.Anna paseaba por su ribera empedrada en un tramo no muy lleno de visitantes. Abrahel había exigido que el encuentro se realizara en un sitio público, porque desconfiaba de Lilith, sin embargo, la demonio llevaba una hora de retraso y eso comenzaba a inquietar a la joven. Anna no era amiga de las largas esperas.—¿Se habrá acobardado? —preguntó Yelena a Lilith mientras ambas se paseaban por la orilla contraria con ayuda de un hechizo de invisibilidad de la demonio.Se hallaban a unos trescientos metros de distancia de Anna.—No. Abrahel podrá ser muchas cosas, pero no es una cobarde —dijo recelosa y evaluó los alrededores con atención.Abrahel era una demonio traidora que cambiaba constantemente de bando según sus caprichos le i
Drake tomó los restos que quedaban de lo que fue su escritorio de trabajo y los lanzó haciéndolos añicos contra una pared.Igual hizo con un mueble que había resistido el ataque de los demonios, pero que no se salvó de la furia de él, siendo expulsado por una ventana hasta hacerse trizas en el jardín.Borya y Alexey lo miraban desde la puerta del despacho, esperando a que la bestia infernal descargara toda su furia.Cuando terminó de echar abajo lo poco que había quedado en pie en esa habitación, se detuvo para mirar la destrucción sin sentir un poco de calma. Respiraba con dificultad, bufando como un animal herido, con los ojos más plateados que de costumbre y el cuerpo totalmente desfigurado por la ira que lo consumía.—¿Ahora sí podemos hablar?La intervención de Borya hizo que él se girara furioso hacia ellos. Alexey retrocedió un paso y tomó la empuñadura de su espada. Ya había peleado en una ocasión con esa bestia infernal, pero no estando tan colérica.—Se llevó las gemas y se
Natasha inspiró con tanta fuerza que sobresaltó a Alexey y a Drake, quienes miraban de cerca su trance.El primero, maravillado. No se cansaba de ver a su brujita brillar como un diamante cuando ponía en práctica sus dotes angelicales, haciéndola tan bella y perfecta como una verdadera aparición celestial.Drake en cambio, tenía una mezcla de furia, desesperación y miedo que le costaba dominar. Sus manos temblaban ansiosas, anhelando arrancar cuellos y triturar huesos hasta hallar a su amada.—Kholat Syakhl —dijo la bruja y abrió los ojos de manera repentina.—¿Kholat Syakhl? —repitió Alexey, confundido.—La montaña de la muerte —expresó Drake con irritación—. La llevó a Urales, ¡a la guarida de Belial! —aseguró, recordando el sitio maldito donde ellos habían robado las gemas del destino y donde Yelena se enteró de su complicada y perturbadora realidad.En ese lugar Belfergor había tenido prisionera a Hamiah, haciéndole los más atroces maltratos.Enseguida se puso de pie para preparar
Abaddon salió cojeando de la celda, torciendo con violencia su brazo derecho para ubicar de nuevo el hueso del hombro en su lugar. Se relamió la sangre que manaba de su boca, al tiempo que se abotonaba el abrigo.—¿Es difícil para los de tu especie mantener los bajos instintos controlados?El demonio alzó la cabeza para mirar al odioso ángel parado frente a él, con pose arrogante y serena.Ezael estaba impoluto, blanco, limpio y hermoso. Su imagen perfecta descuadraba por completo dentro de aquella pocilga sucia y manchada por la sangre de todos los que allí habían sido torturados hasta que dieron su último respiro.Abaddon, en cambio, había perdido su perturbadora y diabólica belleza. Tenía la ropa deshecha, el rostro y el cuerpo marcado por profundas garras y mordiscos, varios huesos rotos, tierra se adhería a su piel sudorosa y decenas de heridas sangrantes en toda su piel.Sin embargo, no se preocupaba por su apariencia. Las lesiones le sanarían en minutos, y un buen baño y ropa n
Yelena estaba colgada de un artilugio diseñado con tubos de hierro y cadenas que mantenía apresadas sus manos.Sobre su cabeza se hallaba una abertura en la montaña, como un cráter, que miraba al cielo, y desde donde podía verse al sol cubrirse poco a poco con la luna.A sus pies, un enorme pentagrama invertido había sido tallado en el suelo. En cada punta se hallaba una antorcha encendida, que generaba un fuego alto y abrazador, y sobre la línea del círculo estaban diseminadas las nueve gemas del destino, todas ellas brillando como diamantes una vez fueron puestas en su lugar.La chica se encontraba como desmayada. Al llegar a esa zona de la guarida de Belial le dieron de beber, a la fuerza, varios brebajes que le restaron fuerzas y la dejaron confundida, mezclando en su cabeza la realidad con imágenes falsas.Veía entre los hechiceros que iban y venían a su alrededor, cantando oraciones rituales y lanzando polvos al centro del pentagrama y hacia ella, las figuras de Drake, de su her
Borya se esforzó por recobrar el aliento. Su mirada enrojecida era capaz de apreciar los espectros y las almas en pena que se paseaban por el interior de aquella mansión, de la que solo quedaban ruinas.Su cuerpo ensangrentado y herido sanaba con rapidez, pero aun así, las energías las tenía casi extintas.La batalla con Abaddon no había resultado nada fácil. Aunque logró una segunda y más poderosa transformación, el demonio superior poseía una fuerza igualada a la suya.Al lograr sentarse, miró con asombro las paredes derrumbadas y el fuego que consumía al hogar.Abaddon yacía en medio de esa destrucción, boca abajo, semioculto entre escombros y cubierto de sangre. Una de sus alas había sido desprendida de su cuerpo y la otra estaba tan rota, que podía deshacerse con algún movimiento brusco.Al descubrir que su enemigo había sido neutralizado se puso de pie y fue hacia el sótano en busca de Lilith.No podía continuar con aquella pelea, debía recuperarse antes de seguir. Además, los r