HOMBRE 2. Capítulo 21.

Borya no se equivocó con las coordenadas que le había indicado Yuvan, logrando llegar al punto exacto donde debía reunirse con la agrupación a la que pertenecía el Mansí.

Al poner sus pies sobre una superficie dura, tanto él como Anna abrieron los ojos y miraron con curiosidad el sitio.

Se hallaban en una de las montañas más remotas de la reserva natural Pechora-Ilich, en la montaña Man-Pupu-Nyor, un lugar que los indígenas conocían como «La pequeña montaña de los dioses», porque en ella se encontraba un conjunto de siete pilares de piedra, de más de tres metros de alto y con formas extrañas, que desde la distancia podían confundirse con hombres gigantes.

Lo sorprendente era que, aunque la región estaba cubierta por una gruesa capa de nieve, el espacio donde ellos se encontraban: un óvalo de unos trescientos metros de largo por doscientos de ancho, se hallaba libre de hielo.

El pasto se notaba tan verde como en primavera y hasta algunas flores silvestres crecían al pie de las formacio
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