Aquella casa estaba equipada con todo lo necesario. No poseía lujos excesivos, pero no le faltaba nada y ya eso, para Anna, que vivió en medio de carencias y sin poder apegarse a nada por las constantes mudanzas, era un derroche de ostentación.Sin embargo, ella no podía dormir.La cama le resultaba demasiado cómoda, la calefacción muy agradable y los aromas a madera y el sonido de un fuego crepitante de la chimenea eléctrica eran arrulladores, pero nada de eso la calmaba.Tenía tallada en la mente la imagen de un demonio que abarcaba todos sus pensamientos, desechando el odio y los miedos que por años albergó hacia los seres de esa raza.El beso inocente que él le dio en la frente mientras estaban en la cocina, desató cientos de emociones en ella que jamás había experimentado.Borya se estaba metiendo muy dentro de su subconsciente, sobre todo, por la curiosidad que le generaba. A él quería conocerlo, tocarlo, escucharlo, olerlo y sentirlo, era como una pequeña obsesión que crecía si
Con una de sus manos le frotó el pecho, al tiempo de que profundizaba el beso sumergiendo su lengua inquieta e insaciable dentro de él.—¿No vas a huir si te desnudo? —quiso saber el demonio entre gemidos y metiendo sus manos bajo el camisón de la joven para acariciarle la espalda.—Si no lo haces me iré.Enseguida él sacó la prenda por la cabeza de ella y aprisionó uno de sus senos con su boca.Anna jadeó con sonoridad. Borya chupó con avaricia su seno, mordisqueando el pezón. La tomó por la cintura para ubicarla encima de su cuerpo, disfrutando de su peso y del calor de su piel.Se devoró su cuello casi al borde de la desesperación, pero esta aumentó cuando ella abrió las piernas y frotó su sexo húmedo en su miembro erecto.—Vas muy rápido, preciosa.—Si me detengo, pensaré de más, y no quiero hacerlo.Borya se aferró a la joven con un brazo para ayudarse con el otro y así girar en la cama y cambiar de posición, quedando encima de ella.—No quiero que te detengas, pero no podemos co
Alexey caminó por la cueva hastiado de aquella situación. Estaba vestido como un motero, todo de negro, y se colocaba guantes sin dedos para que la goma del volante de la moto que manejaba no le lastimara las palmas, pero dejando los dedos libres por si tenía que realizar algún conjuro de urgencia.Estaba a punto de llegar a la sala donde se hallaban los vehículos cuando alguien lo detuvo sosteniéndolo de un brazo.Puso los ojos en blanco y suspiró con agobio mientras Natasha exigía su atención. La vio con dureza, manteniendo la mirada furiosa de la joven.—¿Crees que yo no estoy cansada de esta situación? —preguntó ella irritada.—Te veo muy cómoda en este lugar.La joven resopló y apretó la mandíbula para controlar la rabia. Alexey relajó un poco las facciones al notar los ojos llenos de lágrimas de la rubia.—Escucha, no puedo echarme para atrás ahora. Sabes lo que ocurrirá si lo hago.—¡Pero puedes imponer tus condiciones! —expresó enfadado y apoyó las manos en las caderas incliná
Antes de que despuntara el sol, Anna salió de la cama de Borya y se escurrió hasta su habitación.Se metió a la ducha, bajo el chorro de agua caliente, y sonrió al percatarse que seguía sintiendo las manos de él recorriendo su cuerpo y el sabor de su boca en los labios.No podía negar que le había gustado mucho las horas que pasó en su cama, amándose, entregando su piel, su alma y su sangre a un demonio que aún era un completo desconocido, pero quien era capaz de encender una hoguera en su interior, de llamas altas y hambrientas, dispuestas a acabar con todo.Salió de la ducha y se secó el cabello sin prisa, recordando cada tramo del cuerpo de él, la suavidad de su tacto y la firmeza de sus abrazos. Al terminar se tiró sobre la cama de espaldas, sin dejar de sonreír.De nuevo lo anhelaba, estaba loca por meterse otra vez en su habitación como una gatita traviesa y esconderse bajo sus sábanas, pero sentía que era suficiente por ese día.—Necesito conocerlo más, antes de que siga robánd
—Yelena está en peligro y siempre lo estará si no la llevo al lugar donde nos prometieron protección.—¿Qué lugar es ese? —quiso saber el demonio, interesado.Ella torció el rostro en una mueca de incomodidad.—No sé, no me dijeron dónde está, pero debo llevarla con las personas que nos guiarán a ese sitio. Ellos son los únicos que pueden protegerla de Belfergor.Él también dejó los cubiertos dando por terminada su comida y apoyó los codos en la mesa para entrelazar las manos frente a su rostro.—¿Quiénes son esas personas?Anna bajó los hombros en señal de derrota.—No puedo decírtelo, me pidieron discreción. Se enfadaran mucho conmigo si se enteran que estoy hablando de esto con un demonio.—Comprendes la situación de tu hermana, ¿cierto?Ella lo miró con enfado.—Claro que la entiendo.—¿Me refiero a si sabes lo que significa tu hermana para cada uno de los bandos que se debaten en la tierra por el dominio de la humanidad?La rubia lo vio con incredulidad.—¿De qué hablas?Él respi
Borya y Anna llegaron a Ekaterimburgo en busca de Natasha. La rubia le había facilitado al demonio el número telefónico con el que ella había podido comunicarse con la bruja.Cuando Borya llamó, fue atendido por un sujeto que se apodaba Morobil, posiblemente el mismo que en una ocasión le había pasado instrucciones a Alexey por móvil.Morobil le había hablado con un modulador de voz y acordó con ellos un punto de encuentro en una zona turística de la ciudad, donde los equipos de control de engendros no podían hacer funcionar sus radares para captar el movimiento de la teletrasportación.Se trataba del malecón del embalse construido sobre el río Iset, frente a la Casa Sevastiánov, patrimonio arquitectónico del país. Una casa que en la actualidad era la residencia del presidente ruso en Ekaterimburgo.Se valieron de los jardines que rodeaban el palacio para llegar sin que los humanos que paseaban por el área los descubrieran, luego caminaron hacia la avenida Lenin, principal arteria via
Borya no se equivocó con las coordenadas que le había indicado Yuvan, logrando llegar al punto exacto donde debía reunirse con la agrupación a la que pertenecía el Mansí.Al poner sus pies sobre una superficie dura, tanto él como Anna abrieron los ojos y miraron con curiosidad el sitio.Se hallaban en una de las montañas más remotas de la reserva natural Pechora-Ilich, en la montaña Man-Pupu-Nyor, un lugar que los indígenas conocían como «La pequeña montaña de los dioses», porque en ella se encontraba un conjunto de siete pilares de piedra, de más de tres metros de alto y con formas extrañas, que desde la distancia podían confundirse con hombres gigantes.Lo sorprendente era que, aunque la región estaba cubierta por una gruesa capa de nieve, el espacio donde ellos se encontraban: un óvalo de unos trescientos metros de largo por doscientos de ancho, se hallaba libre de hielo.El pasto se notaba tan verde como en primavera y hasta algunas flores silvestres crecían al pie de las formacio
En segundos, aquella calmada y fría ladera se transformó en un sangriento campo de batalla.Los demonios mestizos lanzaban zarpazos y buscaban morder a los hombres que formaban parte del clan de Yuvan, pero ellos se lanzaron sobre los seres infernales con sus espadas en alto dispuestos a cortarles la cabeza.Los golpes iban y venían y la sangre que manchaba el pasto de la pradera pertenecía a ambos bandos. El negro que lideraba el grupo de los humanos miró con sorpresa cómo el único demonio superior que había aparecido los ignoraba para enfocarse solo en Borya.La piel verdosa de Aym, llena de escamas en ciertos lugares, le daba un aspecto repulsivo, pero también lo hacían los enormes cuernos que sobresalían de su cabeza, sus pómulos hundidos y su lengua cortada en la punta, como la de los reptiles.El demonio corrió hacia su enemigo con las filosas garras listas para degollarle la garganta.Borya empujó a Anna tras de sí y se quitó con rapidez el abrigo dejando que toda su esencia de