Yelena dejó de respirar. Aquella conversación pasó de ser intimista a descarada.—Yo… no me siento cómoda —dijo para justificar su huida y pretendió bajar de la cama, pero Drake la apresó entre sus brazos y la aproximó a él buscando que sus rostros estuvieran muy cerca.—Tienes miedo, por eso no estás cómoda —susurró sobre la cara de ella, bañándola con su aliento y acariciándole la piel con la punta de su nariz.—No tengo miedo —rebatió la joven en medio de un suspiro y cerró los ojos para disfrutar de las atenciones de él.Drake sonrió, complacido. Yelena lo había sujetado por los hombros haciéndole presión con las uñas.No lo acercaba, pero tampoco, lo apartaba. Lo obligaba a permanecer allí, exactamente donde estaba, con una tensión tan fuerte que le hacía temblar un poco las manos.Sin embargo, con el aumento de sus caricias, el agarre poco a poco se relajaba. Ya sus uñas no se encajaban en su piel, aunque igual lo sujetaba con fuerza, impidiendo que se apartara.Y su corazón, qu
Drake la poseyó lleno de una energía que amenazaba con desbordarse.Su mente se había nublado por el deseo, volviéndolo en ocasiones salvaje y exigente, pero permitiéndose recuperar algo de cordura para ralentizar el acto convirtiéndolo en una entrega total, donde ambos se disfrutaran a plenitud.A pesar de la fuerza y corpulencia de él, Yelena logró dominarlo rodando en la cama para quedar encima liderando la cabalgata, arrancándole gritos desesperados y marcados por el goce.Se extasiaba al recibir su intensa mirada plateada e incandescente, que observaba con adoración su cuerpo, como si este fuera un objeto precioso, sin ninguna marca de odio ni cobardía.Su devoción la ayudó a olvidarse de sus imperfecciones para dejarse llevar por ese fuego que crepitaba con furia en su interior y la hacía sentirse salvaje.Para evitar perder la conciencia por el deleite, Drake se levantó quedando sentado, dejando que ella siguiera moviéndose a su gusto mientras él devoraba sus senos como si no t
Frederick los interrumpió para anunciarles que la cena estaba lista. Ambos decidieron postergar la conversación para ir a sus habitaciones a cambiarse y atender sus necesidades básicas.Drake no había ingerido alimentos desde la mañana y Yelena poco había comido por cuidar de él y averiguar sobre Alexey Kozlov.Mientras estaban en el comedor, Borya apareció. Por un momento el demonio quedó paralizado al ver las marcas de mordiscos que ambos tenían en sus cuellos. Decidió no hacer ningún comentario, aunque entendía perfectamente la situación.—Los demonios que aparecieron en el Astoria no estaban allí para crear caos y muerte como ha estado sucediendo en otras ciudades del planeta —comentó mientras bebía un whiskey, lo único que aceptó al sentarse en la mesa con ellos—. Eran parte del ejército de Astaroth y fueron en busca del cazador.Yelena y Drake dejaron de comer al impactarse por esa noticia. Se decía que el infierno estaba gobernado por un triunvirato de demonios: Lucifer, Belceb
—¿Y si Alexey se está haciendo pasar por cazador por algún motivo, pero en realidad, no pertenece a ese gremio, ni a los hechiceros? ¿Puede existir una tercera facción?Ambos hombres la observaron con atención. Ella respiró hondo sabiendo que debía mejorar su explicación.—¿Y si el chico está metido en todo esto por petición de otra persona, o grupo de personas, que busca afectar los intereses de un príncipe del infierno? Supuestamente, Astaroth está detrás de él. Eso quiere decir que es posible que lo que Alexey haga lo moleste a él. No creo que un chico imprudente se atreva a fastidiar a un príncipe del infierno solo porque le provoque, debe existir un grupo de poder a sus espaldas.El silencio reinó en el comedor un instante mientras los hombres se observaban entre sí examinando esa posibilidad, que, aunque parecía absurda por su complejidad, no resultaba una completa locura.—Lo único que ha preocupado a Lucifer y a los príncipes del infierno es la disminución alarmante de los dem
Borya se levantó para despedirse, pero antes, le pidió a Drake conversar un segundo en privado. Yelena se quedó en el comedor culminando su cena mientras ellos se retiraban al salón.—¿Qué sucede?—¿Qué es Yelena?Drake apretó la mandíbula ante la pregunta del demonio. Sabía que él se interesaría por la naturaleza que la joven había revelado en el departamento del cazador.—Es un asunto solo de mi incumbencia.—Estás dejando de lado nuestro plan para priorizar el de ella, así que ahora también me incumbe.—¡No estoy dejando de lado nada! —rebatió molesto y encaró al demonio con amenaza—. Tú mismo dijiste que esta incursión a Urales podría ayudarnos a encontrar una solución a mi problema. Allí estaremos más cerca de Alexey y quizás hallemos información del cazador, o podríamos toparnos con un hechicero rebelde que me ayude a quitarme la maldición y corte el vínculo con Belial.—Eso lo entiendo, pero nuestra prioridad es encontrar al cazador o esa ayuda, no inspeccionar la guarida de Be
—El asunto de Abrahel, en realidad, tiene que ver con Belfergor. Él busca a Yelena desde hace diez años porque fue él quien dio su sangre para convertirla y quiere reclamarla. Abrahel debe saber esa historia y tal vez busca un favor de ese demonio. El tema de las gemas debe ser una mentira para entregársela.—Es posible, Drake, pero… ¿Piensas que todo es por un juego entre demonios? —porfió Borya contrariado.—Deja de analizar conspiraciones —lo regañó.—No analizo conspiraciones, analizo realidades. ¿Cómo no puedes preocuparte por todo lo que está pasando? —Drake lo observó con cierta ansiedad, cruzándose de brazos—. Hay posibilidad de la existencia de una tercera facción en contra de los demonios, Alexey es una prueba de ello. Además, Astaroth pasa de sus demonios de guerra y envía a mensajeros directos, los humanos se atreven a lanzar una bomba nuclear cerca de una zona de contención y los demonios se reúnen en secreto para responder a ese ataque aunque han sufrido otros peores y n
Para ellos, aquella noche fue larga. Dedicaron cada segundo a amarse, a conocerse, y a compartir sueños, risas y buenas anécdotas.Drake descubrió a la joven tímida e insegura, pero también, a la de personalidad temperamental. Esa que había aprendido a ocultarse por miedo a que Belfergor la hallara, pero que no se detenía cuando se trataba de sobrevivir.Aunque muchas veces se paralizaba, finalmente daba el paso necesario para salir de un aprieto, siendo el soporte de su madre mientras estuvo viva y la mejor compañera de luchas de su hermana.Yelena conoció al hombre indetenible y decidido, que no se cansaba de la vida a pesar de contar con tres siglos de existencia, porque decía que aún no había hecho realidad sus más anhelados sueños: ser libre y tener su propia familia, por eso, no podía morir.Aunque pasó mucho tiempo aislado, no tenía miedo de enfrentarse a los demonios y rebelarse a sus órdenes y dedicaba su vida en buscar un medio que lo librara del acoso de Belial, pero además
Enseguida estuvieron en la habitación de él. Un dormitorio bastante amplio con un área de estudio donde se hallaba un computador con un monitor de más de sesenta pulgadas, rodeado por infinidad de equipos electrónicos.—¿Jugaremos un rato? —preguntó ella, dirigiéndose hacia ese lugar.Pero Drake no la dejó avanzar mucho. La retuvo por la cintura y la hizo retroceder.—¿A dónde vas?—Aquí tienes los mejores videojuegos. ¿Cierto?Las inquietudes que pudo haber tenido Yelena por lo electrónico murieron una vez que se giró quedando a escasos centímetros de Drake, tropezando con su pecho duro y confortable y recibiendo en sus labios el calor de su aliento.—Sí, están los mejores. Con algo he tenido que entretenerme durante todos estos años de soledad.Él la envolvió en sus brazos pegando su rostro al de ella, llenándola de mimos y besos por toda su cara mientras sus manos buscaban meterse bajo su ropa para acariciarle la piel.—¿Con videojuegos? ¿Nunca trajiste aquí a mujeres?Drake sonrió