Holden
Jamás me había sentido tan feliz en la vida como hoy. Luego de tanto soñar en este día, al fin se hizo realidad. Tener una vida normal, lejos de las armas y del peligro constante era lo que siempre había querido desde muy temprana edad. Pero no pensé que sería tan feliz al estar frente a una clase, compartiendo con otras personas lo que aprendí por años. Todavía puedo sentir la euforia recorrer todo mi ser. Todo está saliendo tal cual lo imaginé y nada ni nadie puede apañar esta felicidad que ahora me gobierna.
De una manera extraña, pero muy a la defensiva, trato de llevar una vida normal. No es fácil dejar de lado un mundo donde siempre tenías que estar precavido y alerta, cuidando de tus espaldas al tiempo que veías hacia adelante, más no imposible. Poco a poco me acoplo a la rutina de las personas corrientes y me convierto en uno más de ellos.
Pero la desconfianza siempre será parte de mí. Crecí con el pensamiento de que no existen las casualidades, por ende no puedo dejar de sentir desconfianza de la sexi vecina rubia que ahora terminó siendo mi compañera en la misma universidad. Qué casualidad, ¿eh?
—Le dijiste tu nombre real, pedazo de idiota —gruñó Tanner en mi oído e ignoré que era presente aunque no estuviera aquí.
¿De verdad solo se trata de casualidad o ella es una infiltrada? Aunque Tanner y yo movimos cielo y tierra para que nadie supiera de nosotros, la m****a italiana siempre será muy perspicaz.
—¿De verdad trabajas aquí o solo eres un acosador? ¿Quién me da fe de que realmente trabajas aquí? No me topé contigo ni un solo instante del día.
La miré a detalle tal cual ella lo acababa de hacer conmigo. Es la tercera vez que la veo, con la única diferencia de que hoy sí puedo contemplarla a profundidad. Sin duda alguna es una mujer despampanante. Su cabello rubio es tan largo que alcanza a rozar sus anchas caderas. El vestido gris se ajusta a su carne de una manera mortal, realzando cada una de sus curvas. Sus piernas son tan largas y bien torneadas. No he podido darme el gusto de ver su culo, pero estoy seguro que debe verse realmente apetecible. Sus senos no son grandes en exceso, pero tienen el tamaño perfecto para querer apretarlos y degustarlos. Su rostro, en especial sus centelleantes ojos azules, son todo un encanto. Tiene el toque de dulzura, pero a la vez un brillo de malicia se desprende de su mirada precavida y curiosa. Sus labios carnosos y rojos me llevan a escenarios sucios y exquisitos.
—Podemos ir con Connor —me encogí de hombros al notar su tensión—. O puedo enseñarte mi contrato, el cual está en mi apartamento, justo el que queda al lado del tuyo y allí se encuentra estipulado que soy el nuevo profesor de física. Casualidad, supongo, ¿no?
—Mucha casualidad —parecía dudosa y pensativa, pero al final terminó relajando sus hombros—. Greta Scott...
—No me trago sus cuentos. La investigaré —escuché decir a Tanner y sonreí.
No voy a negar, ese lado a la defensiva que tanto detesto y quisiera no tener, siente deseos de investigarla y saber todo de ella. No puedo culpar a Tanner, después de todo, es la primera vez que nos estamos rodeando de otro tipo de personas y somos tan maliciosos y desconfiados, que cualquier tipo de casualidad nos genera una mala espina.
No lo voy a detener ni mucho a juzgar. Mi mejor amigo no conoce de otra vida y supongo que investigar sobre Greta Scott le dará un poco de calma. Además, no hace nada más que seguirme a donde quiera que vaya.
—Es un gusto conocerte, Greta.
—No sé si decir lo mismo. No tuvimos una buena impresión a la primera y ahora no me gusta encontrarlo aquí también. Es raro, pero fingiré que creo lo que me dices. No te lo tomes a pecho, pero es que soy tan de malas en esta vida, que puede que te trates de un acosador y te estés inventando todo esto con el propósito de llegar a mí.
Fue imposible no reír ante sus palabras. Precavida, desconfiada, segura de sí misma, sincera y, para mayor sorpresa, no siente temor de nada. Mi vecina y nueva compañera de trabajo es demasiado interesante. ¿O solo se está haciendo la interesante para llamar mi atención?
—Dime una cosa, Greta, ¿no crees que si fuera un acosador me hubiera aprovechado de ti en el momento que te descuidaste? Créeme, eres tan distraída, que no te das cuenta de quienes te rondan. Si vieras más allá del director y no trataras de huir cada vez que te lo encuentras por los pasillos de la universidad, me hubieras visto a mí. Pero no te culpo, después de todo, estando en tu lugar haría lo mismo. Me llevé la misma sorpresa que tú cuando te vi. No creo en casualidades y que seas mi vecina y trabajes aquí me genera un poco de molestia.
—¿Molestia? —enarcó una ceja, sacudiendo la cabeza con fuerza—. No importa, de igual manera tendremos nuestra distancia. No me gusta que una de las personas que se dio cuenta de la visita de la esposa de ese cabrón a mi apartamento trabaje conmigo, por lo que no tengo de qué preocuparme, ¿o sí? Tú tienes tu distancia de mí y yo de ti —dio un paso al frente y me mantuve alerta a cada uno de sus movimientos—. Espero que tu lengua no se vaya de larga, porque créeme que es odioso y fastidioso tener que odiar y hacerle la vida imposible al nuevo profesor de física.
—¿Me estas amenazando? —la miré de arriba abajo y ladeé la cabeza—. ¿Una mujer como tú, qué sería capaz de hacerme a mí?
En su mirada se vislumbró un rayo de perversión.
—No te estoy amenazando, imbécil, solo te estoy diciendo que no te vayas de chismoso. Suficiente m****a tengo que aguantar de los estudiantes y profesores, como para perder mi trabajo por la intromisión innecesaria del nuevo.
Oh, en mi mundo esas palabras son una contundente y mortal amenaza.
—Lo que suceda con tu vida me importa muy poco. Además, existen maneras más diplomáticas para pedirles a las personas que no revelen tus secretos.
—Que bueno que me entendiste, porque es fastidioso tener que repetir las palabras —sonrió torcido—. Hasta pronto, Sr. Gray —se adentró en su auto sin darme oportunidad de hablar y sonreí.
—Interesante —murmuré, dando pasos firmes hacia mi auto—. ¿Qué encontraste?
—Nada interesante—Tanner me pasó su portátil, esbozando una sonrisa divertida—. Tienes vía libre para cazarla y no me vengas con m****a, porque te conozco y es difícil que las personas te llamen la atención.
Sonreí, deslizando mis ojos por la información que Tanner consiguió en pocos minutos de ella. Más que llamarme la atención, su manera de ser me despierta una terrible curiosidad que me gustaría saciar.
GretaHolden, mi vecino y compañero de trabajo tiene algo que no me termina de gustar. Es extraño que justamente trabaje en la misma universidad que yo y viva a mi lado. Las casualidades no existen y soy fiel creyente de aquella frase, o eso era lo que mi padre solía decir constantemente que quizás se me quedó muy grabado en la cabeza y solo es mi paranoia jugando en mi contra. Mientras él no se entrometa en mi vida ni yo en la suya, nada tiene por qué ir mal, ¿verdad?Salí como cada mañana con mi botella de agua, lista para hacer mi rutina diaria de ejercicios y me quedé un momento por el corredor mientras me ponía los audífonos y le daba play a la música. Pero me llevé la gran sorpresa de ver a mis vecinos salir juntos de su apartamento, vistiendo deportivos al igual que yo.«¿Acaso serán solo amigos o una pareja», me pregunté, viendo la manera en que esas musculosas quedaban brutales en sus cuerpos y sus brazos llenos de plomo lucían tan grandes.—Buenos días, vecina —saludó el rub
Desde que bajé un poco la guardia con mis vecinos, debo admitir que todo ha sido diferente y hasta podría decir que es divertido. Ellos son bastante elocuentes, pero todavía tienen algo que me hace desconfiar. No sé si todavía se sigue tratando de mi paranoia o es mi sexto sentido el que quiere advertirme de algo.En vista de que tuve que dejar mi auto en el taller, Holden se ofreció a llevarme y traerme de vuelta a casa, ya que trabajamos y vivimos en el mismo lugar. El ambiente con él es raro y me hace sentir un poco en tensión. Su mirada es demasiado poderosa, aunque yo trato de no dejarme amilanar por él.Me he topado un par de veces con Connor, pero agradezco que Holden estuviera ahí para no quedarme a solas con él. Su insistencia me está cansando. No entiendo para qué me sigue buscando la vuelta si él ya tiene una vida hecha y un matrimonio que cuidar.No salgo de un chisme para enredarme en otro. Ahora no solo soy la oportunista que se metió en las sábanas del director, sino ta
—No puedo creer que hayas bebido hasta el amanecer con tus vecinos, con esos mismos hombres que tanto has insultado y según tú te caen peor que una patada en los ovarios —se quejó Jana, dejando encima de la barra un vaso con agua y la aspirina burbujeando—. ¿No era que nunca más ibas a dirigirles la palabra?—Te has perdido de mucho esta última semana que no has venido y has estado como esclava trabajando —me burlé e hizo una mueca de desagrado—. Ya no me caen tan mal. Resultaron más divertidos e interesantes de lo que pensé.—¿Y qué pasó?—¿Qué pasó de qué o qué? —me bebí todo el contenido de un solo trago y me recosté por la barra.—Pues qué pasó con ellos —obvió, rodando los ojos—. Aunque lo niegues, sabes que ambos te llaman la atención.—Los dos, ¿eh? —reí, negando con la cabeza—. Son muy atractivos y no vamos a negar que están para hacerles lo malo y lo bueno, pero es mejor mantener las distancias. Hablamos de lo miserable que es la vida sin ahondar en los problemas del otro. Pa
HoldenHace muchísimo tiempo creí que mi hermana y mi mejor amigo se gustaban y terminarían juntos, por lo que verlo tan interesado en la amiga de Greta me ha parecido muy extraño, pero hasta cierto punto bueno, ya que Blair y Tanner serían una combinación peligrosa y mortal.¿O tan solo eran imaginaciones mías y entre ellos nunca hubo nada más que amistad?A Tanner le sucede lo mismo que a mí, muy pocas veces una mujer le ha llegado a llamar la atención hasta el punto de llevarla a la cama. Aunque no es como si eso sucediera muy seguido, ya que mi hermano mayor no permitía que alguna mujer pusiera un pie en la mansión. Tuvimos rollos momentáneos, algo breve que no pasó más allá de sexo vacío y sin compromiso en algún club o asociación. Pero jamás un gusto que abarcara palabras más profundas y no solo un acto de meter y sacar.Greta Scott, como me encanta esa rubia de ojos mortalmente seductores y curvas potentes. Jamás una mujer me había atraído con tanta fuerza como ella. No solo s
Observé con atención a Tanner, de nuevo se encontraba sumido en sus pensamientos, pero esta vez mantenía la vista fija en su teléfono. Es difícil saber lo que piensa cuando no tengo ni la menor idea de lo que le está afectando.—¿Y bien? ¿No piensas decirme cómo te fue en la cena que tuviste con Jana? —volví a preguntar, dándole un manotazo en la cabeza para llamar su atención y se quejó—. ¿En qué piensas?—En nada —suspiró—. ¿Por qué me golpeas?—¿Por qué estás tan distraído?—No estoy distraído, estoy pensativo que es una cosa muy diferente —mintió, dejando su teléfono de lado—. Vinimos a hacer una nueva vida para olvidar de donde somos y ya estás pensando en cagarlo todo por una mujer. Debo admitir que me sorprende que estés perdiendo la objetividad por esa rubia. Greta es preciosa y no vamos a negar lo que ambos hemos pensado de ella, pero ¿crees que llevarla a la cama justifica y vale la pena lo que piensas hacer? Ya escapamos lo suficiente para seguir haciéndolo, Holden.—Eres u
GretaDespués de la decepción que me llevé con Connor, me prometí no volver a caer en los juegos de ningún hombre por un buen tiempo, pero no ha pasado ni un mes y ya estoy devolviéndole la pelota a Holden con la misma fuerza.Me entretiene, no lo voy a negar. Sus comentarios en doble sentido despiertan en mí algo que ningún otro hombre ha podido; un interés muy feroz, capaz de hacerme desearlo con una intensidad brutal. Su cercanía me embriaga y me deja hecha un desastre. Y sus labios tienen la capacidad de nublar mi sensatez. No me ha besado, pero sí se ha atrevido a rozar su boca por mi cuello u oreja y esa sensación de cosquillas y calor nunca la había sentido antes, recorriendo cada centímetro de mi cuerpo hasta situarse en el medio de mis piernas y bombear con una lentitud que está empezando a enloquecerme. He soñado incluso con los ojos abiertos la manera en que sus grandes y cálidas manos recorren toda mi piel y me somete a recibir todo de sí.Ese condenado está jugando con mi
Fui con el decano Rogers a su oficina, algo confundida y nerviosa por lo que sea que fuese a decirme. El hombre se veía muy estresado y no es para menos.—Toma asiento, por favor —me indicó y así lo hice.—¿Para qué me necesitas?—En un principio quise mantenerme a raya, después de todo, no soy quién para mandar en el corazón de otra persona, aparte de que sería muy hipócrita de mi parte. Dije, al diablo, allá ellos y lo que quieran hacer de sus vidas amorosas, siempre y cuando siguieran desempeñando sus labores sin mezclar el corazón. Tanto tú como Connor han hecho un impecable trabajo —suspiró—. Entiendo que sea incómodo para ti y créeme que estoy tratando de comprender cada uno de los puntos para no hacer sentir mal a nadie. La esposa de Connor vinculó su desaparición contigo. Está completamente segura de que él se fugó contigo...—Eso es una ridiculez. Ni siquiera sabía que Connor no había venido a trabajar en estos últimos días. Lo que sea que tuvimos acabó en el mismo instante
Mi trabajo ha sido lo más importante para mí desde que me decidí a ser profesora de arte. Pintar me transporta a un mundo diferente, donde yo soy Dios y puedo trazar el camino de cada una de mis pinturas, donde el orden y el caos se mezclan de modo homogéneo y crean un resultado único e incomparable. Pintar es todo en mi vida, me hace olvidar de lo malo y me hace ver todo lo bueno que me ha sucedido.Por más problemas y cargas que tenga, cuando tomo un lienzo en blanco y mis manos se mueven por sí solas en el, todo a mi alrededor se convierte en polvo. Me gusta imaginar que soy una pintura y que cada trazo son los caminos que tomé para llegar al final de mi vida.Miré el dibujo en carboncillo que acababa de hacer y el silencio a mi alrededor fue sustituido por varios aplausos que me sacaron de mi burbuja y me trajeron a la realidad. Mis estudiantes veían fascinandos mi trabajo, lo que me hacía sentir feliz y orgullosa.—Profe, usted está desperdiciando su talento aquí —comentó Esther