Capítulo tres

Holden

Jamás me había sentido tan feliz en la vida como hoy. Luego de tanto soñar en este día, al fin se hizo realidad. Tener una vida normal, lejos de las armas y del peligro constante era lo que siempre había querido desde muy temprana edad. Pero no pensé que sería tan feliz al estar frente a una clase, compartiendo con otras personas lo que aprendí por años. Todavía puedo sentir la euforia recorrer todo mi ser. Todo está saliendo tal cual lo imaginé y nada ni nadie puede apañar esta felicidad que ahora me gobierna.

De una manera extraña, pero muy a la defensiva, trato de llevar una vida normal. No es fácil dejar de lado un mundo donde siempre tenías que estar precavido y alerta, cuidando de tus espaldas al tiempo que veías hacia adelante, más no imposible. Poco a poco me acoplo a la rutina de las personas corrientes y me convierto en uno más de ellos.

Pero la desconfianza siempre será parte de mí. Crecí con el pensamiento de que no existen las casualidades, por ende no puedo dejar de sentir desconfianza de la sexi vecina rubia que ahora terminó siendo mi compañera en la misma universidad. Qué casualidad, ¿eh?

—Le dijiste tu nombre real, pedazo de idiota —gruñó Tanner en mi oído e ignoré que era presente aunque no estuviera aquí.

¿De verdad solo se trata de casualidad o ella es una infiltrada? Aunque Tanner y yo movimos cielo y tierra para que nadie supiera de nosotros, la m****a italiana siempre será muy perspicaz.

—¿De verdad trabajas aquí o solo eres un acosador? ¿Quién me da fe de que realmente trabajas aquí? No me topé contigo ni un solo instante del día.

La miré a detalle tal cual ella lo acababa de hacer conmigo. Es la tercera vez que la veo, con la única diferencia de que hoy sí puedo contemplarla a profundidad. Sin duda alguna es una mujer despampanante. Su cabello rubio es tan largo que alcanza a rozar sus anchas caderas. El vestido gris se ajusta a su carne de una manera mortal, realzando cada una de sus curvas. Sus piernas son tan largas y bien torneadas. No he podido darme el gusto de ver su culo, pero estoy seguro que debe verse realmente apetecible. Sus senos no son grandes en exceso, pero tienen el tamaño perfecto para querer apretarlos y degustarlos. Su rostro, en especial sus centelleantes ojos azules, son todo un encanto. Tiene el toque de dulzura, pero a la vez un brillo de malicia se desprende de su mirada precavida y curiosa. Sus labios carnosos y rojos me llevan a escenarios sucios y exquisitos.

—Podemos ir con Connor —me encogí de hombros al notar su tensión—. O puedo enseñarte mi contrato, el cual está en mi apartamento, justo el que queda al lado del tuyo y allí se encuentra estipulado que soy el nuevo profesor de física. Casualidad, supongo, ¿no?

—Mucha casualidad —parecía dudosa y pensativa, pero al final terminó relajando sus hombros—. Greta Scott...

—No me trago sus cuentos. La investigaré —escuché decir a Tanner y sonreí. 

No voy a negar, ese lado a la defensiva que tanto detesto y quisiera no tener, siente deseos de investigarla y saber todo de ella. No puedo culpar a Tanner, después de todo, es la primera vez que nos estamos rodeando de otro tipo de personas y somos tan maliciosos y desconfiados, que cualquier tipo de casualidad nos genera una mala espina.

No lo voy a detener ni mucho a juzgar. Mi mejor amigo no conoce de otra vida y supongo que investigar sobre Greta Scott le dará un poco de calma. Además, no hace nada más que seguirme a donde quiera que vaya.

—Es un gusto conocerte, Greta.

—No sé si decir lo mismo. No tuvimos una buena impresión a la primera y ahora no me gusta encontrarlo aquí también. Es raro, pero fingiré que creo lo que me dices. No te lo tomes a pecho, pero es que soy tan de malas en esta vida, que puede que te trates de un acosador y te estés inventando todo esto con el propósito de llegar a mí.

Fue imposible no reír ante sus palabras. Precavida, desconfiada, segura de sí misma, sincera y, para mayor sorpresa, no siente temor de nada. Mi vecina y nueva compañera de trabajo es demasiado interesante. ¿O solo se está haciendo la interesante para llamar mi atención?

—Dime una cosa, Greta, ¿no crees que si fuera un acosador me hubiera aprovechado de ti en el momento que te descuidaste? Créeme, eres tan distraída, que no te das cuenta de quienes te rondan. Si vieras más allá del director y no trataras de huir cada vez que te lo encuentras por los pasillos de la universidad, me hubieras visto a mí. Pero no te culpo, después de todo, estando en tu lugar haría lo mismo. Me llevé la misma sorpresa que tú cuando te vi. No creo en casualidades y que seas mi vecina y trabajes aquí me genera un poco de molestia.

—¿Molestia? —enarcó una ceja, sacudiendo la cabeza con fuerza—. No importa, de igual manera tendremos nuestra distancia. No me gusta que una de las personas que se dio cuenta de la visita de la esposa de ese cabrón a mi apartamento trabaje conmigo, por lo que no tengo de qué preocuparme, ¿o sí? Tú tienes tu distancia de mí y yo de ti —dio un paso al frente y me mantuve alerta a cada uno de sus movimientos—. Espero que tu lengua no se vaya de larga, porque créeme que es odioso y fastidioso tener que odiar y hacerle la vida imposible al nuevo profesor de física.

—¿Me estas amenazando? —la miré de arriba abajo y ladeé la cabeza—. ¿Una mujer como tú, qué sería capaz de hacerme a mí?

En su mirada se vislumbró un rayo de perversión.

—No te estoy amenazando, imbécil, solo te estoy diciendo que no te vayas de chismoso. Suficiente m****a tengo que aguantar de los estudiantes y profesores, como para perder mi trabajo por la intromisión innecesaria del nuevo.

Oh, en mi mundo esas palabras son una contundente y mortal amenaza.

—Lo que suceda con tu vida me importa muy poco. Además, existen maneras más diplomáticas para pedirles a las personas que no revelen tus secretos.

—Que bueno que me entendiste, porque es fastidioso tener que repetir las palabras  —sonrió torcido—. Hasta pronto, Sr. Gray —se adentró en su auto sin darme oportunidad de hablar y sonreí.

—Interesante —murmuré, dando pasos firmes hacia mi auto—. ¿Qué encontraste?

—Nada interesante—Tanner me pasó su portátil, esbozando una sonrisa divertida—. Tienes vía libre para cazarla y no me vengas con m****a, porque te conozco y es difícil que las personas te llamen la atención.

Sonreí, deslizando mis ojos por la información que Tanner consiguió en pocos minutos de ella. Más que llamarme la atención, su manera de ser me despierta una terrible curiosidad que me gustaría saciar.

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