No es fácil hacerte la dura y como que nada ha pasado ni te puede afectar mientras por dentro estás rota y quisieras solo desaparecer, pero no puedo echarme a la pena y dejar que todos esos malos comentarios me destruyan más de lo que me encuentro. Es injusto que solo me señalen a mí, cuando él es el principal culpable y el deshonesto.
No tuve más opción que ponerme una careta de frialdad y hacerle frente a toda esta situación tan indeseable y fastidiosa, siguiendo con mi vida con la cabeza en lo alto porque no fui yo quien cometió el delito. Aunque mi nombre lo muraran los pasillos de la universidad.
Jana ha sido mi paño de lágrimas, lo que agradezco porque sin ella, sobrellevar toda esta situación sería más difícil.
Hace mucho tiempo no me sentía así de indispuesta e incómoda, pero hacer de oídos sordos es la única salida que tengo a la mano. Todo el trabajo que he hecho es como si no valiera de nada. Los estudiantes e incluso algunos profesores aseguran que, de no ser por mi belleza o porque abrí las piernas con el director, no hubiera llegado a donde hoy me encuentro. Algo que es mentira, porque desde hace dos años y medio educando, me he ganado la experiencia trabajando día a día y siendo mejor.
—Te tengo chisme —susurró Roxanne, apilando varios cuadernos sobre la mesa.
—Si es algo referente a mí, no quiero saber nada.
—No, de eso no. Es sobre el nuevo profesor de física. Dicen que está muy guapo y es extranjero
—soltó una risita—. Hay que ver para creer.
—Genial, me alegro por todas las almas felinas que necesitan de un cuerpo masculino. Si el profesor de física está bueno o no, me importa muy poco.
—¿Y ese humor?
—Disculpa, Roxi, pero han sido días estresantes.
—Entiendo, no es fácil lo que te está pasando con el Sr. Taylor.
—Ni que lo digas. Para más fastidio tengo que verlo todos los días en mi trabajo —resoplé—. Me encantaría renunciar, pero no le daré el gusto. No hice nada malo, solo fui una estúpida.
—No te tires tan duro tú misma...
La campana sonó, cortando nuestra conversación y anunciando el inicio de clases. Aunque no sé qué es más tortuoso, tener que ver al culpable de que mi corazón se rompiera o todos esos malos comentarios que llegan a mis oídos.
...***...
Fue un día largo y de m****a. Tuve que soportar comentarios hirientes, burlones y malintencionados para no echar todo a la basura. Además de que estuve huyendo de Connor como si me tratara de una rata. ¿Acaso no le quedó lo suficientemente claro que no quiero saber nada más de él?
Lo amaba, realmente lo quise muchísimo. Siempre fue amable, comprensible, caballeroso y amoroso. No había día que no me demostrara mediante hechos y palabras cuanto me quería, pero todo eso era parte del circo. Su verdad salió a la luz por casualidad, cuando quise darle una sorpresa en su casa y su esposa y un pequeño de cinco años me abrieron la puerta, algo que todavía me cuesta asimilar.
Mi relación con él no era pública, puesto que nos podría traer problemas a los dos, pero todo se fue al garete cuando su esposa le hizo un enorme escándalo, gritando a los cuatro vientos que yo era su amante y una rompe hogares. Temo por mi trabajo, aunque hasta la fecha no me ha solicitado el decano, pero es cuestión de tiempo para que lo haga y me despidan.
En cuanto las clases acabaron, fui directo a mi auto para irme lo más pronto de este lugar, pero una nota entre el parabrisas me hizo detener:
«¿Cuánto? No tienes que fingir que no lo deseas, porque los dos sabemos que sí lo quieres, Miss. Scott. No te hagas de rogar».
Arrugué la hoja entre mis manos, sintiendo la ira y la tristeza gobernar todo mi ser. Es sorprendente lo que algunos seres humanos son capaces de hacer con tal de conseguir lo que quieren. No les importa herir a otros con tal de su satisfacción propia.
—Todos estos malditos hormonados no han comprendido que soy profesora de arte, no una prostituta.
—Sus cerebros son tan diminutos que jamás comprenderían algo tan básico como eso.
Esa voz, ese acento...
Me giré hacia el dueño de esa voz y fruncí el ceño al ver a uno de esos dos hombres sexis de hace un par de noches frente a mí. ¿Qué demonios hace aquí y por qué me está mirando de esa manera tan extraña? ¿Acaso me está siguiendo o solo se trata de casualidad?
Lo miré de arriba abajo sin perderme lo bien vestido que se encontraba. Unos pantalones caqui, una camisa blanca moldeada a su enorme y musculoso cuerpo y arremangada hasta sus codos y un gabán negro colgado de su antebrazo derecho, donde mismo llevaba un maletín pequeño. Es sexi, muy sexi. Esa noche no lo vi bien, mis ojos estaban hinchados de lo mucho que había llorado y estaba ciega por la furia debido a esa visita que no esperaba. Por supuesto que no lo vi bien, porque de haberlo hecho, me hubiera derretido allí mismo y las palabras no habrían siquiera salido de mi boca como ahora mismo me está sucediendo.
Sus ojos son grises, pero también verdes. Y es una combinación tan rara y bonita, que simplemente acentúa su belleza. Su cabello castaño cuenta con algunos mechones dorados a contraluz. Sus cejas pobladas y oscuras le dan un toque rebelde y de chico malo, porque su mirada curiosa e intensa intimida bastante. Su boca y su nariz son perfectas. Tiene labios delgados, pero a simple vista se aprecian lo suaves que son.
Relamí mis labios sintiéndolos secos y descendí mi mirada por su cuello, donde una parte de algún tatuaje no reconocido se vislumbra y toda esa masa corporal le hace justicia a su hermoso rostro. Es un hombre muy grande. Aun con mis altos tacones, llego al ras de sus hombros y tengo que levantar la cabeza para mirarlo directamente a los ojos. Seguí recorriendo sus brazos envueltos y apretujados en esa pobre tela y sentí mis mejillas calientes. ¿De dónde diablos salió este monumento de hombre tan exquisito? Connor es guapo, pero no tiene un cuerpo y una carita de dios griego.
—¿Ya terminaste de inspeccionarme o necesitas que me dé vuelta o me quite la ropa para que la completes? —su voz me sacó de mis pensamientos de un tirón y me removí incomoda.
—¿Me estás siguiendo? —pregunté en cambio, ignorando su belleza y su mirada divertida.
—Eso mismo iba a preguntarte, porque no creo que sea casual encontrarnos aquí.
—Trabajo aquí, imbécil.
—¿En serio? —sonrió ladeado, ahora sí dándome justo en el centro y dejándome en jaque—. Parece que las casualidades existen, supongo. Yo también trabajo aquí, de hecho, hoy es mi primer día. Un gusto conocerte formalmente, vecina aguerrida y sexi y nueva compañera, soy Holden Gray.
HoldenJamás me había sentido tan feliz en la vida como hoy. Luego de tanto soñar en este día, al fin se hizo realidad. Tener una vida normal, lejos de las armas y del peligro constante era lo que siempre había querido desde muy temprana edad. Pero no pensé que sería tan feliz al estar frente a una clase, compartiendo con otras personas lo que aprendí por años. Todavía puedo sentir la euforia recorrer todo mi ser. Todo está saliendo tal cual lo imaginé y nada ni nadie puede apañar esta felicidad que ahora me gobierna.De una manera extraña, pero muy a la defensiva, trato de llevar una vida normal. No es fácil dejar de lado un mundo donde siempre tenías que estar precavido y alerta, cuidando de tus espaldas al tiempo que veías hacia adelante, más no imposible. Poco a poco me acoplo a la rutina de las personas corrientes y me convierto en uno más de ellos.Pero la desconfianza siempre será parte de mí. Crecí con el pensamiento de que no existen las casualidades, por ende no puedo dejar
GretaHolden, mi vecino y compañero de trabajo tiene algo que no me termina de gustar. Es extraño que justamente trabaje en la misma universidad que yo y viva a mi lado. Las casualidades no existen y soy fiel creyente de aquella frase, o eso era lo que mi padre solía decir constantemente que quizás se me quedó muy grabado en la cabeza y solo es mi paranoia jugando en mi contra. Mientras él no se entrometa en mi vida ni yo en la suya, nada tiene por qué ir mal, ¿verdad?Salí como cada mañana con mi botella de agua, lista para hacer mi rutina diaria de ejercicios y me quedé un momento por el corredor mientras me ponía los audífonos y le daba play a la música. Pero me llevé la gran sorpresa de ver a mis vecinos salir juntos de su apartamento, vistiendo deportivos al igual que yo.«¿Acaso serán solo amigos o una pareja», me pregunté, viendo la manera en que esas musculosas quedaban brutales en sus cuerpos y sus brazos llenos de plomo lucían tan grandes.—Buenos días, vecina —saludó el rub
Desde que bajé un poco la guardia con mis vecinos, debo admitir que todo ha sido diferente y hasta podría decir que es divertido. Ellos son bastante elocuentes, pero todavía tienen algo que me hace desconfiar. No sé si todavía se sigue tratando de mi paranoia o es mi sexto sentido el que quiere advertirme de algo.En vista de que tuve que dejar mi auto en el taller, Holden se ofreció a llevarme y traerme de vuelta a casa, ya que trabajamos y vivimos en el mismo lugar. El ambiente con él es raro y me hace sentir un poco en tensión. Su mirada es demasiado poderosa, aunque yo trato de no dejarme amilanar por él.Me he topado un par de veces con Connor, pero agradezco que Holden estuviera ahí para no quedarme a solas con él. Su insistencia me está cansando. No entiendo para qué me sigue buscando la vuelta si él ya tiene una vida hecha y un matrimonio que cuidar.No salgo de un chisme para enredarme en otro. Ahora no solo soy la oportunista que se metió en las sábanas del director, sino ta
—No puedo creer que hayas bebido hasta el amanecer con tus vecinos, con esos mismos hombres que tanto has insultado y según tú te caen peor que una patada en los ovarios —se quejó Jana, dejando encima de la barra un vaso con agua y la aspirina burbujeando—. ¿No era que nunca más ibas a dirigirles la palabra?—Te has perdido de mucho esta última semana que no has venido y has estado como esclava trabajando —me burlé e hizo una mueca de desagrado—. Ya no me caen tan mal. Resultaron más divertidos e interesantes de lo que pensé.—¿Y qué pasó?—¿Qué pasó de qué o qué? —me bebí todo el contenido de un solo trago y me recosté por la barra.—Pues qué pasó con ellos —obvió, rodando los ojos—. Aunque lo niegues, sabes que ambos te llaman la atención.—Los dos, ¿eh? —reí, negando con la cabeza—. Son muy atractivos y no vamos a negar que están para hacerles lo malo y lo bueno, pero es mejor mantener las distancias. Hablamos de lo miserable que es la vida sin ahondar en los problemas del otro. Pa
HoldenHace muchísimo tiempo creí que mi hermana y mi mejor amigo se gustaban y terminarían juntos, por lo que verlo tan interesado en la amiga de Greta me ha parecido muy extraño, pero hasta cierto punto bueno, ya que Blair y Tanner serían una combinación peligrosa y mortal.¿O tan solo eran imaginaciones mías y entre ellos nunca hubo nada más que amistad?A Tanner le sucede lo mismo que a mí, muy pocas veces una mujer le ha llegado a llamar la atención hasta el punto de llevarla a la cama. Aunque no es como si eso sucediera muy seguido, ya que mi hermano mayor no permitía que alguna mujer pusiera un pie en la mansión. Tuvimos rollos momentáneos, algo breve que no pasó más allá de sexo vacío y sin compromiso en algún club o asociación. Pero jamás un gusto que abarcara palabras más profundas y no solo un acto de meter y sacar.Greta Scott, como me encanta esa rubia de ojos mortalmente seductores y curvas potentes. Jamás una mujer me había atraído con tanta fuerza como ella. No solo s
Observé con atención a Tanner, de nuevo se encontraba sumido en sus pensamientos, pero esta vez mantenía la vista fija en su teléfono. Es difícil saber lo que piensa cuando no tengo ni la menor idea de lo que le está afectando.—¿Y bien? ¿No piensas decirme cómo te fue en la cena que tuviste con Jana? —volví a preguntar, dándole un manotazo en la cabeza para llamar su atención y se quejó—. ¿En qué piensas?—En nada —suspiró—. ¿Por qué me golpeas?—¿Por qué estás tan distraído?—No estoy distraído, estoy pensativo que es una cosa muy diferente —mintió, dejando su teléfono de lado—. Vinimos a hacer una nueva vida para olvidar de donde somos y ya estás pensando en cagarlo todo por una mujer. Debo admitir que me sorprende que estés perdiendo la objetividad por esa rubia. Greta es preciosa y no vamos a negar lo que ambos hemos pensado de ella, pero ¿crees que llevarla a la cama justifica y vale la pena lo que piensas hacer? Ya escapamos lo suficiente para seguir haciéndolo, Holden.—Eres u
GretaDespués de la decepción que me llevé con Connor, me prometí no volver a caer en los juegos de ningún hombre por un buen tiempo, pero no ha pasado ni un mes y ya estoy devolviéndole la pelota a Holden con la misma fuerza.Me entretiene, no lo voy a negar. Sus comentarios en doble sentido despiertan en mí algo que ningún otro hombre ha podido; un interés muy feroz, capaz de hacerme desearlo con una intensidad brutal. Su cercanía me embriaga y me deja hecha un desastre. Y sus labios tienen la capacidad de nublar mi sensatez. No me ha besado, pero sí se ha atrevido a rozar su boca por mi cuello u oreja y esa sensación de cosquillas y calor nunca la había sentido antes, recorriendo cada centímetro de mi cuerpo hasta situarse en el medio de mis piernas y bombear con una lentitud que está empezando a enloquecerme. He soñado incluso con los ojos abiertos la manera en que sus grandes y cálidas manos recorren toda mi piel y me somete a recibir todo de sí.Ese condenado está jugando con mi
Fui con el decano Rogers a su oficina, algo confundida y nerviosa por lo que sea que fuese a decirme. El hombre se veía muy estresado y no es para menos.—Toma asiento, por favor —me indicó y así lo hice.—¿Para qué me necesitas?—En un principio quise mantenerme a raya, después de todo, no soy quién para mandar en el corazón de otra persona, aparte de que sería muy hipócrita de mi parte. Dije, al diablo, allá ellos y lo que quieran hacer de sus vidas amorosas, siempre y cuando siguieran desempeñando sus labores sin mezclar el corazón. Tanto tú como Connor han hecho un impecable trabajo —suspiró—. Entiendo que sea incómodo para ti y créeme que estoy tratando de comprender cada uno de los puntos para no hacer sentir mal a nadie. La esposa de Connor vinculó su desaparición contigo. Está completamente segura de que él se fugó contigo...—Eso es una ridiculez. Ni siquiera sabía que Connor no había venido a trabajar en estos últimos días. Lo que sea que tuvimos acabó en el mismo instante