Greta
Holden, mi vecino y compañero de trabajo tiene algo que no me termina de gustar. Es extraño que justamente trabaje en la misma universidad que yo y viva a mi lado. Las casualidades no existen y soy fiel creyente de aquella frase, o eso era lo que mi padre solía decir constantemente que quizás se me quedó muy grabado en la cabeza y solo es mi paranoia jugando en mi contra. Mientras él no se entrometa en mi vida ni yo en la suya, nada tiene por qué ir mal, ¿verdad?
Salí como cada mañana con mi botella de agua, lista para hacer mi rutina diaria de ejercicios y me quedé un momento por el corredor mientras me ponía los audífonos y le daba play a la música. Pero me llevé la gran sorpresa de ver a mis vecinos salir juntos de su apartamento, vistiendo deportivos al igual que yo.
«¿Acaso serán solo amigos o una pareja», me pregunté, viendo la manera en que esas musculosas quedaban brutales en sus cuerpos y sus brazos llenos de plomo lucían tan grandes.
—Buenos días, vecina —saludó el rubio, dándome una sonrisa ladeada—. ¿Te unes o ya tienes una rutina establecida?
Lo miré por breves instantes sin saber qué responderle mientras mi mente se iba a escenarios unos más sucios que otros. Una parte de mí quería creer que sus palabras no iban dirigidas en doble sentido y que estaba hablando de ejercicio. Aunque también se vale ejercitarse sin ropa, ¿no es así?
—Buenos días —desvié la mirada de sus cuerpos—. Ya tengo una rutina.
—Es una lástima, porque seria interesante que te nos unieras, ¿no es así, Hol?
Sacudí mis perversos pensamientos y les di una sonrisa falsa.
—Gracias, pero no me interesa unirme a nadie —subí el volumen de mi teléfono y pasé de ellos, sintiendo sus miradas fijas en mí.
Luego de una hora intensa de ejercicios, regresé al apartamento, teniendo tan mala suerte de volver a encontrarme con ellos en el pasillo del edificio. Me sentía sudada, cansada y fastidiada. El ejercicio siempre ha sido una buena ruta de escape para mermar el estrés, pero hoy no fue de ese modo por varios factores:
Connor sigue insistiendo, enviándome mensajes que me irritan y haciéndome llamadas que me fastidian. ¿De qué manera le hago entender que no quiero saber nada más de él? Es increíble el grado de su descaro. ¿Por qué no puede olvidarse de mí y seguir fingiendo que es el esposo y padre del año?
Los comentarios en la universidad me tienen en un estado de irritabilidad y tristeza que no logro controlar. Me duele que hablen mal de mí, pero más que solo me vean como la "rubia plástica" y "oportunista" que se sabe utilizar lo que tengo en medio de las piernas. Con todo esto siento que mi carrera se está yendo por un caño.
Mis vecinos no me generan ni una pizca de confianza, sobre todo el tal Holden. Hay algo en él que, sinceramente, no me termina de cuadrar. Su mirada me pone nerviosa, aunque por nada del mundo me dejaré intimidar por él y esa mirada tan intensa e inquisitiva. Es como si quisiera ver más allá de mí, algo que no me gusta ni un poco.
Sintiendo un par de ojos en mi cuerpo, me adentré a mi apartamento con rapidez y suspiré quitándome los zapatos y soltándome el cabello. No quiero lidiar con nadie, ni siquiera conmigo misma.
Mi vida cambió en cuestión de segundos y ahora todo lo que sucede a mi alrededor parece m****a. Siempre fui una mujer positiva y veía lo bueno en lo malo, pero ahora ya no es así. Me siento presionada entre dos paredes y no encuentro cómo salir sin ninguna herida.
Renunciar e irme a vivir a otro lugar es una opción muy tentadora, pero tampoco quiero darle el gusto a los demás. Yo no he hecho nada malo, por lo tanto no tengo por qué huir de nada ni de nadie.
Me apresuré a desayunar algo ligero y tomé una ducha refrescante. Me acicalé como cada día, usando uno de esos vestidos ajustados y bonitos que tanto me gusta usar y me hacen sentir empoderada y apoteósica. Recogí mi cabello en una coleta alta y solo pinté mis labios de un rojo intenso antes de salir del apartamento rumbo al infierno que vivo en la universidad desde hace unas semanas.
—¿Estoy cagada por un mono o qué diablos? —murmuré al darme cuenta de que Holden salía al mismo tiempo—. Lista para un día más de pura m****a.
Ignoré lo más que pude su presencia, pero sus pasos seguían los míos y eso me tenía irritada y tensa, además de que es difícil de hacer de cuenta que no existe, cuando tiene una aura que impone. Últimamente todo me fastidia, incluso respirar el mismo aire que otros es un infierno.
Subimos al ascensor al mismo tiempo y me dediqué a mirar la puerta de metal con algo de ansiedad, deseando salir de allí ya mismo. De no ser por mis altos tacones, hubiese bajado por las escaleras.
—Vamos a vernos con frecuencia, por lo que pronto te acostumbrarás a mi presencia —cortó con el silencio y viré los ojos.
—Hago como que no existes y asunto arreglado, así que no tengo por qué preocuparme.
—¿Odias al mundo entero o tu problema es solo conmigo?
Buena pregunta, ni yo misma sé por qué me estoy comportando de esta manera tan ridícula e Infantil. Recuerdo tener buena relación con la pareja que vivía antes en su apartamento. Pero esta es la Greta que ha hecho Connor, una mujer furiosa con la vida y sus habitantes.
Las puertas del ascensor se abrieron y agradecí al cielo por no tener que responder su pregunta. Caminé ligero hacia mi auto y subí a este como si me estuvieran persiguiendo para darme de baja.
Lo vi subir a su auto y resoplé, metiendo la llave y virándola para arrancar, pero en los dos intentos, lo único que conseguí fue estresarme más de lo que me encontraba y empezar a soltar una sarta de groserías.
—No me hagas esto justo ahora, chiquito —traté de encenderlo una vez más, pero no conseguí nada, lo que me llevó a golpear el guía con fuerza—. ¡Maldita vida de m****a!
Respiré hondo, tratando de controlar mi estallido de furia e irritabilidad. Todo me está saliendo de mal en peor y no me gusta tener este negativismo encima, porque entre más me sienta así, más vibra negativa voy a atraer. Oí la bocina de un auto y levanté la mirada al frente, donde vi la mano de Holden salir por la ventana de su lado, haciéndome una seña para que me acercara a él.
—¡No tengo problema con llevarte, Greta! —volvió a sonar su bocina.
Joder, ¿por qué tiene que tener un acento tan sexual?
—¡Vamos, vecina, que no tenemos todo el día para quedarnos aquí!
Resignada, salí del auto y me acerqué al suyo. Vamos sobre la hora, por lo que no puedo darme el lujo de irme en un taxi o coger bus. Además de que vamos al mismo lado.
—Yo no muerdo, te lo puedo asegurar, más no jurar —lo escuché decir mientras subía en el lugar del copiloto y le di una mala mirada—. Por Dios, mujer, eres demasiado bonita y joven como para que te la vivas amargada.
—Problema mío, no tuyo —suspiré—. Gracias por llevarme.
—No hay de qué —me miró breves segundos y sentí que mi cuerpo se calentaba—. Siempre que lo necesites, con el mayor de los gustos te haré el favor.
—Estás equivocado si piensas que tú y tu amigo van a lograr algo más conmigo.
—¿Y qué es lo que queremos lograr contigo, según tú? —enarcó una ceja e hice puños mis manos—. Estás muy a la defensiva, muñeca. Relájate, que solo busco llevar una buena relación con mi vecina y mi compañera de trabajo.
Solté todo el aire que estaba reteniendo y descansé la cabeza de la ventana. Tiene razón, estoy demasiado a la defensiva y todo me lo estoy tomando a pecho.
—Lo siento, no han sido días buenos para mí. No tengo nada en contra de ustedes, solo es...
—Lo entiendo, no tienes que justificarte. ¿Por qué no empezamos de nuevo? —lo vi extender su mano hacia mí y darme una sonrisa mortal—. Holden Gray, tu vecino y el nuevo profesor de física. ¿Necesitas información más detallada de mí, quizás mi edad, mi signo o si estoy casado, viudo o soltero?
Reí, tomando su mano.
—Greta Scott, tu vecina y la profesora de arte. Y no necesito saber nada de ti, supongo que lo iré descubriendo con el paso de los días, ¿no?
Nos miramos largos segundos en los que no podía apartar la mirada de la suya.
—Desde luego —carraspeó, soltando mi mano con suavidad sin dejar de sonreír—. Voy a llegar tarde a mi segundo día de trabajo.
—Puede que te echen —bromeé.
—Seria una pena, porque esto me está gustando más de lo que pensé —arrancó el auto y lo miré sin entender muy bien el significado de sus palabras.
«Tipo raro, pero malditamente delicioso».
Desde que bajé un poco la guardia con mis vecinos, debo admitir que todo ha sido diferente y hasta podría decir que es divertido. Ellos son bastante elocuentes, pero todavía tienen algo que me hace desconfiar. No sé si todavía se sigue tratando de mi paranoia o es mi sexto sentido el que quiere advertirme de algo.En vista de que tuve que dejar mi auto en el taller, Holden se ofreció a llevarme y traerme de vuelta a casa, ya que trabajamos y vivimos en el mismo lugar. El ambiente con él es raro y me hace sentir un poco en tensión. Su mirada es demasiado poderosa, aunque yo trato de no dejarme amilanar por él.Me he topado un par de veces con Connor, pero agradezco que Holden estuviera ahí para no quedarme a solas con él. Su insistencia me está cansando. No entiendo para qué me sigue buscando la vuelta si él ya tiene una vida hecha y un matrimonio que cuidar.No salgo de un chisme para enredarme en otro. Ahora no solo soy la oportunista que se metió en las sábanas del director, sino ta
—No puedo creer que hayas bebido hasta el amanecer con tus vecinos, con esos mismos hombres que tanto has insultado y según tú te caen peor que una patada en los ovarios —se quejó Jana, dejando encima de la barra un vaso con agua y la aspirina burbujeando—. ¿No era que nunca más ibas a dirigirles la palabra?—Te has perdido de mucho esta última semana que no has venido y has estado como esclava trabajando —me burlé e hizo una mueca de desagrado—. Ya no me caen tan mal. Resultaron más divertidos e interesantes de lo que pensé.—¿Y qué pasó?—¿Qué pasó de qué o qué? —me bebí todo el contenido de un solo trago y me recosté por la barra.—Pues qué pasó con ellos —obvió, rodando los ojos—. Aunque lo niegues, sabes que ambos te llaman la atención.—Los dos, ¿eh? —reí, negando con la cabeza—. Son muy atractivos y no vamos a negar que están para hacerles lo malo y lo bueno, pero es mejor mantener las distancias. Hablamos de lo miserable que es la vida sin ahondar en los problemas del otro. Pa
HoldenHace muchísimo tiempo creí que mi hermana y mi mejor amigo se gustaban y terminarían juntos, por lo que verlo tan interesado en la amiga de Greta me ha parecido muy extraño, pero hasta cierto punto bueno, ya que Blair y Tanner serían una combinación peligrosa y mortal.¿O tan solo eran imaginaciones mías y entre ellos nunca hubo nada más que amistad?A Tanner le sucede lo mismo que a mí, muy pocas veces una mujer le ha llegado a llamar la atención hasta el punto de llevarla a la cama. Aunque no es como si eso sucediera muy seguido, ya que mi hermano mayor no permitía que alguna mujer pusiera un pie en la mansión. Tuvimos rollos momentáneos, algo breve que no pasó más allá de sexo vacío y sin compromiso en algún club o asociación. Pero jamás un gusto que abarcara palabras más profundas y no solo un acto de meter y sacar.Greta Scott, como me encanta esa rubia de ojos mortalmente seductores y curvas potentes. Jamás una mujer me había atraído con tanta fuerza como ella. No solo s
Observé con atención a Tanner, de nuevo se encontraba sumido en sus pensamientos, pero esta vez mantenía la vista fija en su teléfono. Es difícil saber lo que piensa cuando no tengo ni la menor idea de lo que le está afectando.—¿Y bien? ¿No piensas decirme cómo te fue en la cena que tuviste con Jana? —volví a preguntar, dándole un manotazo en la cabeza para llamar su atención y se quejó—. ¿En qué piensas?—En nada —suspiró—. ¿Por qué me golpeas?—¿Por qué estás tan distraído?—No estoy distraído, estoy pensativo que es una cosa muy diferente —mintió, dejando su teléfono de lado—. Vinimos a hacer una nueva vida para olvidar de donde somos y ya estás pensando en cagarlo todo por una mujer. Debo admitir que me sorprende que estés perdiendo la objetividad por esa rubia. Greta es preciosa y no vamos a negar lo que ambos hemos pensado de ella, pero ¿crees que llevarla a la cama justifica y vale la pena lo que piensas hacer? Ya escapamos lo suficiente para seguir haciéndolo, Holden.—Eres u
GretaDespués de la decepción que me llevé con Connor, me prometí no volver a caer en los juegos de ningún hombre por un buen tiempo, pero no ha pasado ni un mes y ya estoy devolviéndole la pelota a Holden con la misma fuerza.Me entretiene, no lo voy a negar. Sus comentarios en doble sentido despiertan en mí algo que ningún otro hombre ha podido; un interés muy feroz, capaz de hacerme desearlo con una intensidad brutal. Su cercanía me embriaga y me deja hecha un desastre. Y sus labios tienen la capacidad de nublar mi sensatez. No me ha besado, pero sí se ha atrevido a rozar su boca por mi cuello u oreja y esa sensación de cosquillas y calor nunca la había sentido antes, recorriendo cada centímetro de mi cuerpo hasta situarse en el medio de mis piernas y bombear con una lentitud que está empezando a enloquecerme. He soñado incluso con los ojos abiertos la manera en que sus grandes y cálidas manos recorren toda mi piel y me somete a recibir todo de sí.Ese condenado está jugando con mi
Fui con el decano Rogers a su oficina, algo confundida y nerviosa por lo que sea que fuese a decirme. El hombre se veía muy estresado y no es para menos.—Toma asiento, por favor —me indicó y así lo hice.—¿Para qué me necesitas?—En un principio quise mantenerme a raya, después de todo, no soy quién para mandar en el corazón de otra persona, aparte de que sería muy hipócrita de mi parte. Dije, al diablo, allá ellos y lo que quieran hacer de sus vidas amorosas, siempre y cuando siguieran desempeñando sus labores sin mezclar el corazón. Tanto tú como Connor han hecho un impecable trabajo —suspiró—. Entiendo que sea incómodo para ti y créeme que estoy tratando de comprender cada uno de los puntos para no hacer sentir mal a nadie. La esposa de Connor vinculó su desaparición contigo. Está completamente segura de que él se fugó contigo...—Eso es una ridiculez. Ni siquiera sabía que Connor no había venido a trabajar en estos últimos días. Lo que sea que tuvimos acabó en el mismo instante
Mi trabajo ha sido lo más importante para mí desde que me decidí a ser profesora de arte. Pintar me transporta a un mundo diferente, donde yo soy Dios y puedo trazar el camino de cada una de mis pinturas, donde el orden y el caos se mezclan de modo homogéneo y crean un resultado único e incomparable. Pintar es todo en mi vida, me hace olvidar de lo malo y me hace ver todo lo bueno que me ha sucedido.Por más problemas y cargas que tenga, cuando tomo un lienzo en blanco y mis manos se mueven por sí solas en el, todo a mi alrededor se convierte en polvo. Me gusta imaginar que soy una pintura y que cada trazo son los caminos que tomé para llegar al final de mi vida.Miré el dibujo en carboncillo que acababa de hacer y el silencio a mi alrededor fue sustituido por varios aplausos que me sacaron de mi burbuja y me trajeron a la realidad. Mis estudiantes veían fascinandos mi trabajo, lo que me hacía sentir feliz y orgullosa.—Profe, usted está desperdiciando su talento aquí —comentó Esther
Holden miró el lugar al que lo había traído con una sonrisa divertida antes de mirarme fijamente y apretar los labios, conteniendo la risa.—Sé que el nombre te parece extraño y todavía más raro se te hará cuando veas a los meseros, pero te aseguro que es un buen lugar. La comida es rica y la cerveza también.—¿Los guardianes de la galaxia? —recitó el nombre del establecimiento y me encogí de hombros.—No es un nombre nada estrambótico ni ingenioso, pero hacen buenos shows.—¿Qué tipo de shows?—Lo mejor será que los veas con tus propios ojos —tomé su mano y lo guie al interior.El club estaba a reventar como cada viernes, por lo que nos hicimos en la barra. Desde que sucedió lo de Connor no había vuelto a venir y todavía no entendía por qué razón. No solo la comida es buena, siempre me ha gustado ver bailar a Jana, es una de las mejores bailarines que haya visto en la vida. La destreza de sus caderas es sorprendente.—¿Es algún club fetichista o algo por el estilo? —inquirió.—No que