Capítulo diez

Fui con el decano Rogers a su oficina, algo confundida y nerviosa por lo que sea que fuese a decirme. El hombre se veía muy estresado y no es para menos.

—Toma asiento, por favor —me indicó y así lo hice.

—¿Para qué me necesitas?

—En un principio quise mantenerme a raya, después de todo, no soy quién para mandar en el corazón de otra persona, aparte de que sería muy hipócrita de mi parte. Dije, al diablo, allá ellos y lo que quieran hacer de sus vidas amorosas, siempre y cuando siguieran desempeñando sus labores sin mezclar el corazón. Tanto tú como Connor han hecho un impecable trabajo —suspiró—. Entiendo que sea incómodo para ti y créeme que estoy tratando de comprender cada uno de los puntos para no hacer sentir mal a nadie. La esposa de Connor vinculó su desaparición contigo. Está completamente segura de que él se fugó contigo...

—Eso es una ridiculez. Ni siquiera sabía que Connor no había venido a trabajar en estos últimos días. Lo que sea que tuvimos acabó en el mismo instante
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