―No deseo una boda apresurada, no como la vez anterior, quiero que me cortejes, que me hagas sentir amada. Quiero tener la seguridad de que este Aristo que me estás dejando ver es el auténtico, que no desaparecerá ante la primera eventualidad ―explicó Samantha a Aristo a la mañana siguiente cuando aún estaban en la cama después de hacer el amor un poco antes.―Tendrás todo lo que desees, agápi mou, mereces que yo haga todo lo posible por hacerte feliz y que el día que te vuelva a pedir matrimonio me digas que sí sin ninguna duda. Digamos que por ahora somos novios.―Me gusta eso porque tendré derecho a botarte si el monstruo verde de los celos asoma su fea cabeza ―replicó Sam con una sonrisa subiéndose sobre él.―No te voy a decir que trataré de controlarlo porque eso sería una salida muy fácil. Estoy consciente de que toda la desconfianza y los celos que siento están en mi cabeza y que no se debe a algo que tú hayas hecho. También sé que tengo el poder de controlarlo ―respondió el en
Betty fue dada de alta dos días después de la conversación con Samantha, estaba vestida y lista para irse. Se miró la ropa, nunca se había puesto algo tan caro, era bonita y de buena calidad, eso la ponía un poco nerviosa porque a sus diecinueve años había aprendido por las malas que nada era gratis. Un leve temblor recorrió su cuerpo ante la perspectiva de salir del hospital al mundo exterior, dentro de esas cuatro paredes y con dos policías cuidándola se sentía segura. Ahora saldría de allí con una oficial de policía designada para su protección, su nombre era Elena y era una mujer amable.―Pronto nos iremos, Betty, el señor Xander ofreció su helicóptero y seguridad para llevarnos a la isla de la familia Christakos, verás que todo estará bien ―le dijo Elena.Xander también la hacía sentirse segura, quizás era el único hombre con el que podía bajar sus defensas. La había visto en su peor momento y aún así la trataba con amabilidad. El problema estaba en lo que él le hacía sentir. Pre
Aristo había regresado cada noche a la casa, a pesar de que Alec seguía hospitalizado. Emma se llevaba al hotel a Demetrios para dormir y comer y él volvía al lado de su esposa. Cada atardecer llegaba con un ramo de tulipanes, alternado los colores entre el rojo, el rosa y el blanco. La primera noche la tomó de la mano y la guio a través de la terraza, pasaron la piscina y llegaron a la playa. En dirección contraria a la casa de invitados había una mesa en la orilla de la playa. Estaba dentro de una estructura de madera y alumbrada por pequeños bombillos de luz amarilla. Los platos servidos y tapados con elegantes charolas de metal y una botella de champán enfriándose en la cubitera.―¡Oh! ¡Qué hermoso! ¿En qué momento hicieron esto? Salí a la terraza esta tarde y no lo vi.―Me alegra que te guste, desde tu zona de la terraza no se ve, y tuve varios cómplices.―Pues me encanta, amo la playa, y comer a la orilla me parece muy romántico.―Te amo, Samantha y por ti, haría cualquier cosa,
―¿Y si Betty no quiere al perro? ―le preguntó Samantha a Zendaya, durante la noche le había entrado la duda al ver a María asustada por las perras.―Lo amará, he trabajado con mujeres maltratadas y con un refugio de personas sobrevivientes a la trata de blanca y no me basta para las solicitudes de perros. Tuve que aumentar el porcentaje de donaciones.Era la mañana siguiente y ambas mujeres se dirigían hacia la casa de invitados donde Betty estaba alojada, Zendaya llevaba a Candy con su correa y su arnés de perro de servicio. Tocaron la puerta y Elena abrió.―Hola, Elena, ¿dónde está Betty?―Hola, señora Samantha, Betty está en la cocina, pase, por favor.―Ella es Zendaya Abdallah ―Sam le presentó a su nueva amiga a la oficial de policía.―Es un placer, señora Zendaya, leí un artículo sobre su refugio y tiene usted mi más profunda admiración.―Muchas gracias, oficial.Betty al escuchar las voces, salió de la cocina, sus ojos se abrieron con sorpresa al ver a un perro en el salón de la
―Mamá Teresa, Papá José ¡Estoy tan feliz de verlos! ―exclamó Samantha al abrazar a los padres de Joy. ―Y nosotros a ti, hijita, no es lo mismo verte por una pantalla que darte este abrazo ―aseguró Teresa con lágrimas en los ojos. ―Estas son mis hijas, Adrienne y Althea. ―Samantha como toda madre orgullosa presentó a sus hijas. ―Niñas saluden a la abuela Teresa y al abuelo José. ¿Recuerdan cuando hablamos con ellos por teléfono? ―Sí, mamá, ellos son tus papás potizos ―respondió Ady. ―Tita Joy te los prestó ―Aclaró Aly por si había alguna duda. Las gemelas se acercaron a los padres de Joy para darles un abrazo. ―¿Y Tom y Julie dónde están? ―preguntó Sam extrañada. Tom era el hermano pequeño de Joy, estaba casado con Julie y tenía unas hijas de cinco y seis años. ―En la piscina, sus hijas la vieron desde el balcón y no tuvo más remedio que llevarlas. Julie está con él. ―Los he extrañado mucho, ¿Se van a quedar? ―preguntó Sam emocionada. ―No lo sé, hija, es que esto es tan difer
Aristo se giró para cubrir a Sam con su cuerpo antes de que el disparo resonara, sintió el impacto en la espalda y se desplomó llevándose consigo a su esposa. Horrorizada, Samantha lo empujó levemente y vio como Celeste era impactada por el disparo de uno de los guardaespaldas, pero aun así levantó su brazo para volver a disparar contra ellos. A pesar de las protestas de Aristo, Samantha se puso sobre él para protegerlo, ya tenía una herida por salvarla, quizás si recibía otro disparo moriría. Prefería irse con él que vivir sabiendo que murió para protegerla, que la amaba tanto que dio su vida por ella, tal como una vez le dijo. ¡No! No permitiría que la dejara sola. Sabía que sus hijas estarían seguras, tenían a Demetrio que las amaba por sobre todas las cosas, tenían a Alec que sabía que las cuidaría y a Joy y Flavián, sus padrinos. Múltiples disparos sonaron a su alrededor, pero ninguno le dio en el cuerpo. Flavián por instinto cubrió a Joy cuando escuchó el primer disparo. La empu
Sam se levantó con rapidez seguida por Demetrio, Alec y las demás personas que estaban allí por Aristo. Pensó que traía buenas noticias por la cara de tranquilidad del médico.―La operación fue un éxito. ―informó el galeno generando exclamaciones de tranquilidad y alegría a su alrededor ― Pudimos extraer la bala, tuvo mucha suerte, entró por el omóplato y estuvo a un centímetro de tocar el pulmón, pero no fue así. No hay daño grave, solo deberá tener reposo y cuidados con la herida hasta que cicatrice.―Pero tuvo un paro cardiaco en la ambulancia, ¿eso es consistente por el tipo de herida? ―preguntó Sam.―Tuvo una pérdida importante de sangre lo primero que hicimos fue detenerla y hacerle dos trasfusiones, no debería volver a presentarse de nuevo.Sam sintió que su alma volvía a su cuerpo y volvió a respirar con tranquilidad. Miró a Demetrio que estaba parado a su lado y vio que tenía los ojos húmedos mientras afirmaba con la cabeza a cada palabra del médico. Su corazón se condolió al
Cuatro meses después. Samantha se miró en el espejo de su habitación y sonrió con aprobación al ver el resultado, vestía un traje color champagne con encaje blanco adornado con cristales que dejaba su espalda casi al descubierto con un escote en forma de corazón. Un elegante recogido completaba su atuendo, su cabello libre de adornos esperaba por la corona nupcial que le pondrían a ella y a Aristo para la ceremonia. Las únicas joyas que la adornaban eran unos aretes de diamante y su anillo de compromiso. No aquel que Aristo le dio años atrás, si no uno nuevo que representaba un nuevo comienzo. Se lo entregó poco después de salir del hospital. Tenía tres diamantes incrustados. ―Es hermoso, Aristo, muchas gracias. ―dijo Samantha mirado su anillo ―Supongo que este del medio me representa y las piedras más pequeñas son las gemelas, ¿no? ―No, las piedras pequeñas representan el pasado y el futuro. Atesoro el pasado de nuestra relación porque mes dio dos hijas. Y anhelo nuestro futuro por