Era tarde y Samantha apenas iba camino a casa, su día se había complicado cuando una de sus compañeras no fue a trabajar por la gripe, por lo que le tocó ayudar en sus clases. Hacía más de diez años que no hacía ballet clásico, pero se sintió muy feliz cuando recordó todas las instrucciones que daba la profesora y pudo ayudar a las niñas a hacerlo correctamente, corrigiendo posturas y demostrando como se hacía. Le habían dado un par de zapatillas de punta, como eran nuevas tenía los pies destrozados. Estacionó su coche al lado del de Aristo, frunció el ceño, extrañada por ver lo tarde que era y que él aún estaba en su casa. ―¿Qué haces aquí? ―preguntó al verlo coloreando con las niñas.―Hola, mamá ―dijeron las chiquillas a modo de saludo y corrieron a abrazarla. Sam notó que Ady estaba coloreando sentada en las piernas de Aristo, mientras que Aly estaba de rodillas sobre la silla a un lado de su padre.―Te esperaba, quería darte toda la información del colegio de las niñas, como no p
El llanto de una de las niñas le dijo a Aristo que estaba hablando con Ady, porque casi siempre la que comenzaba a llorar era Aly, ella era la más dulce y tímida de las dos. ―Ady, nena, ponme al teléfono a Aly para calmarla, ya voy en camino y en un ratito llegaré y todo estará bien, ¿Vale? ―Sí, pappas. ―¿Puedes quedarte con mamá? Aristo se había puesto una camiseta, metido los pies en unos zapatos deportivos y corrió a la planta baja para tocar la puerta de la habitación de la señora Agnes. Esta se asomó con cara de sueño. ―Ubíqueme al piloto, es una emergencia ―ordenó Aristo. ―Sí señor. La señora Agnes se metió a su habitación y salió con una bata puesta para ir a su pequeña oficina a llamar al piloto que tenía su propia casa en la isla. Aly tomó el teléfono ―Pappas, mamá no despieta ―contó sollozando. A Aristo, se le partió el corazón por la voz de tristeza y miedo de su bebé, se preguntó ¿Por qué sus hijas habían pasado por tantas cosas? ―Voy en camino, princesa, ¿puedes
Era más de medianoche cuando los paramédicos se retiraron dejando a Samantha estabilizada, la policía fue la primera en irse, una vez que Aristo salió de la ducha. Mikel había regresado con las mudas de ropa de Aristo y se había marchado al hotel que Alec tenía en la isla, que era donde siempre pernoctaba cuando estaba en Santorini. La casa estaba silenciosa, Aristo se quitó la ropa mojada en el lavadero y la puso en la secadora, se puso solo un pantalón de chándal y se dirigió a la cocina a tomar algo caliente. La luz de la contestadora telefónica titilaba, apretó el botón.«Me encantó poder acompañarlas en el viaje, espero que algún día se repita. ¿Estarás disponible para ir a cenar mañana en la noche?» dijo la voz de Colin.―No, no estará disponible, imbécil ―murmuró Aristo ―Ni siquiera te aseguraste de que llegara a salvo a casa.El segundo mensaje era de los Thompson.«Señora, Samantha, hubo un accidente con el trasbordador y estamos varados en Mykonos, la compañía nos proporcion
Aristo pensó que nunca en su vida estuvo más cansado que en ese momento. Esa mañana prácticamente tuvo que cargar a las gemelas hasta la cama de su madre para despertarlas, entró en el baño de las niñas y abrió las llaves de la bañera. Regreso a la habitación de Sam para recoger la bandeja del desayuno y llevarla a la cocina, volvió por las gemelas para llevarlas al baño y ellas se negaron a salir de la cama. De nuevo le tocó cargarlas, entre risas, chillidos y pataleos, desvestirlas y meterlas a la bañera. Se quedó por allí mientras se bañaban, al salir las ayudó con el cepillado dental, les secó el pelo y las peinó. Pensó que recogerles el cabello era fácil hasta Ady se miró en el espejo y empezó a llorar.―Estoy fea ―sollozó mirándolo con reprobación. Se arrancó los moños del pelo, llorando más fuertes por los templones que se dio.―Ya entendí porque para ser bella hay que ver estrellas ―murmuró Aristo.Aly fue más lista y se le escapó para ir con la mamá a que la peinara.Aristo l
―Quisiera pedirte perdón por las conclusiones apresuradas que saqué ayer cuando vine a visitarte, Emma me contó que estabas enferma y que Aristo vino a ayudarte. Colin había aparecido en la tarde del siguiente día para disculparse por el mensaje que le envió―Sí, es cierto ese fue el motivo por el cual Aristo estaba aquí, vino a ayudar.―Me hubiese encantado que me llamaras a mí y no a él, yo hubiese estado contigo.―Yo no llamé a Aristo, él me llamó para asegurarse de que había llegado bien, yo estaba con fiebre muy alta y sin nadie más en la casa que me auxiliara o atendiera a las niñas. Ady contestó la llamada, Aly lloraba porque no podían despertarme. Aristo voló hacia acá a pesar de la hora, llamó a emergencias y atendió a sus hijas, así que no, no podía llamarte a ti ―respondió Samantha con seriedad.―Lo lamento, debí asegurarme de que llegaran bien a casa.―Colin, nosotros no tenemos ese tipo de relación, solo somos amigos por lo cual no tenías por qué estar pendiente de nosot
A la mañana siguiente Sam estaba muy nerviosa, había pedido permiso en la academia donde daba clases para ir a la audición. Ella y Joy dejaron a las gemelas en la escuela y después se dirigieron al hotel de Alec en Santorini, allí esperarían a Aristo que venía en el helicóptero para llevarlas a Grecia. Como un caballero, Aristo bajó del aparato para ayudarla a subir, en el camino él les platicó de sus planes con las niñas si Sam era contratada.Una vez que llegaron al consorcio Christakos en Atenas, su exesposo la dejó a ella y a su amiga en las manos de Flavián para que se ocupara de llevarlas al lugar de la audición.―Que tengas éxito ―deseó Aristo mirándola a la cara ―y como dicen en el teatro: rómpete una pierna.―Gracias, Aristo ―respondió Sam para después agregar ―por todo, sin tu ayuda no podría hacerlo, gracias.―Es un placer para mí, Sam. ―respondió antes de dar la media vuelta para marcharse.―¿Dónde está el hombre furioso y amargado que le gritó a las niñas? ―preguntó Joy.
―Cinco años sin bailar, le hacen una audición privada y la contratan de inmediato ―se quejó la suplente de Samantha con su amiga ―De seguro le dieron el puesto porque es la exesposa de Aristo Christakos.―La chica baila bien y es bonita, pero hay miles de bailarinas de su talla, así que me imagino que tienes razón ―respondió la otra..Flavián estaba comprando un café en la cafetería frente al teatro cuando escuchó a las chicas hablar, les tomó una foto sin que ellas se dieran cuenta, estaba en el negocio de la seguridad y sabía que la envidia era una razón poderosa para perjudicar a alguien. No sabía que pudiera pasar en el futuro y era preferible saber quiénes podían ser tus enemigos.Esa misma noche al terminar la función, Aristo se dirigió a los camerinos para esperar a Sam, la había invitado a cenar porque necesitaba hablar con ella. Al entrar al pasillo, se topó con una chica que venía saliendo del lugar. A pesar de que Aristo había asistido a todas las funciones nunca había regr
Aristo había ido a tantas funciones que se sabía al detalle cada paso y cada palabra de la obra, por lo que le llamó la atención el sonido de sorpresa y las fotos que le tomaron a Sam. Desde su puesto no vio nada extraño porque en ese momento ella giraba hacia el lado derecho del escenario y su palco estaba en el lado izquierdo. Solo vio que Sam se llevó las manos al pecho y corrió fuera de la escena. Imaginando lo ocurrido salió de su palco y corrió a los camerinos seguido por Flavián. Al llegar al pasillo se encontró con el coreógrafo parado fuera de la puerta de Sam.―¿Qué le ocurrió a Sam? ―preguntó Aristo al coreógrafo.A raíz del incidente con la cuerda, todos los jefes de la obra y del teatro conocían a Aristo y su relación con Samantha.―Su vestido se rompió. Está con la jefa de vestuario, están reparándolo con rapidez para que Sam pueda volver a entrar. Por fortuna se rompió casi al final de la escena de Samantha.La puerta se abrió y Sam corrió de nuevo al escenario pasando