Aristo pensó que nunca en su vida estuvo más cansado que en ese momento. Esa mañana prácticamente tuvo que cargar a las gemelas hasta la cama de su madre para despertarlas, entró en el baño de las niñas y abrió las llaves de la bañera. Regreso a la habitación de Sam para recoger la bandeja del desayuno y llevarla a la cocina, volvió por las gemelas para llevarlas al baño y ellas se negaron a salir de la cama. De nuevo le tocó cargarlas, entre risas, chillidos y pataleos, desvestirlas y meterlas a la bañera. Se quedó por allí mientras se bañaban, al salir las ayudó con el cepillado dental, les secó el pelo y las peinó. Pensó que recogerles el cabello era fácil hasta Ady se miró en el espejo y empezó a llorar.―Estoy fea ―sollozó mirándolo con reprobación. Se arrancó los moños del pelo, llorando más fuertes por los templones que se dio.―Ya entendí porque para ser bella hay que ver estrellas ―murmuró Aristo.Aly fue más lista y se le escapó para ir con la mamá a que la peinara.Aristo l
―Quisiera pedirte perdón por las conclusiones apresuradas que saqué ayer cuando vine a visitarte, Emma me contó que estabas enferma y que Aristo vino a ayudarte. Colin había aparecido en la tarde del siguiente día para disculparse por el mensaje que le envió―Sí, es cierto ese fue el motivo por el cual Aristo estaba aquí, vino a ayudar.―Me hubiese encantado que me llamaras a mí y no a él, yo hubiese estado contigo.―Yo no llamé a Aristo, él me llamó para asegurarse de que había llegado bien, yo estaba con fiebre muy alta y sin nadie más en la casa que me auxiliara o atendiera a las niñas. Ady contestó la llamada, Aly lloraba porque no podían despertarme. Aristo voló hacia acá a pesar de la hora, llamó a emergencias y atendió a sus hijas, así que no, no podía llamarte a ti ―respondió Samantha con seriedad.―Lo lamento, debí asegurarme de que llegaran bien a casa.―Colin, nosotros no tenemos ese tipo de relación, solo somos amigos por lo cual no tenías por qué estar pendiente de nosot
A la mañana siguiente Sam estaba muy nerviosa, había pedido permiso en la academia donde daba clases para ir a la audición. Ella y Joy dejaron a las gemelas en la escuela y después se dirigieron al hotel de Alec en Santorini, allí esperarían a Aristo que venía en el helicóptero para llevarlas a Grecia. Como un caballero, Aristo bajó del aparato para ayudarla a subir, en el camino él les platicó de sus planes con las niñas si Sam era contratada.Una vez que llegaron al consorcio Christakos en Atenas, su exesposo la dejó a ella y a su amiga en las manos de Flavián para que se ocupara de llevarlas al lugar de la audición.―Que tengas éxito ―deseó Aristo mirándola a la cara ―y como dicen en el teatro: rómpete una pierna.―Gracias, Aristo ―respondió Sam para después agregar ―por todo, sin tu ayuda no podría hacerlo, gracias.―Es un placer para mí, Sam. ―respondió antes de dar la media vuelta para marcharse.―¿Dónde está el hombre furioso y amargado que le gritó a las niñas? ―preguntó Joy.
―Cinco años sin bailar, le hacen una audición privada y la contratan de inmediato ―se quejó la suplente de Samantha con su amiga ―De seguro le dieron el puesto porque es la exesposa de Aristo Christakos.―La chica baila bien y es bonita, pero hay miles de bailarinas de su talla, así que me imagino que tienes razón ―respondió la otra..Flavián estaba comprando un café en la cafetería frente al teatro cuando escuchó a las chicas hablar, les tomó una foto sin que ellas se dieran cuenta, estaba en el negocio de la seguridad y sabía que la envidia era una razón poderosa para perjudicar a alguien. No sabía que pudiera pasar en el futuro y era preferible saber quiénes podían ser tus enemigos.Esa misma noche al terminar la función, Aristo se dirigió a los camerinos para esperar a Sam, la había invitado a cenar porque necesitaba hablar con ella. Al entrar al pasillo, se topó con una chica que venía saliendo del lugar. A pesar de que Aristo había asistido a todas las funciones nunca había regr
Aristo había ido a tantas funciones que se sabía al detalle cada paso y cada palabra de la obra, por lo que le llamó la atención el sonido de sorpresa y las fotos que le tomaron a Sam. Desde su puesto no vio nada extraño porque en ese momento ella giraba hacia el lado derecho del escenario y su palco estaba en el lado izquierdo. Solo vio que Sam se llevó las manos al pecho y corrió fuera de la escena. Imaginando lo ocurrido salió de su palco y corrió a los camerinos seguido por Flavián. Al llegar al pasillo se encontró con el coreógrafo parado fuera de la puerta de Sam.―¿Qué le ocurrió a Sam? ―preguntó Aristo al coreógrafo.A raíz del incidente con la cuerda, todos los jefes de la obra y del teatro conocían a Aristo y su relación con Samantha.―Su vestido se rompió. Está con la jefa de vestuario, están reparándolo con rapidez para que Sam pueda volver a entrar. Por fortuna se rompió casi al final de la escena de Samantha.La puerta se abrió y Sam corrió de nuevo al escenario pasando
La siguiente semana el personal de seguridad estaba preparado para monitorear cualquier movimiento que Elda pudiera hacer ese día. Como era su costumbre, Aristo estaba en su palco viendo la función, acompañado de otro de sus guardaespaldas. Por su parte, Flavián estaba en el cuarto de seguridad con el jefe revisando las cámaras que Aristo había mandado a instalar. Una vez que la función comenzó, Elda dejó a un lado el vestido que estaba remendando, se levantó fue hasta su bolso y sacó un frasco y lo escondió en su chaqueta. Tomó un vestido que debía entregar y se dirigió al camerino que Sam usaba. Entró, dejó el vestido en el perchero y fue hasta el bolso de Samantha, lo abrió para después destapar el frasco y dejar caer dentro su contenido. Cerró el bolso y se disponía a salir cuando una de las guardias del teatro salió del armario.―Un momento, Elda, ¿Qué pusiste en el bolso de la señora Miller?―Nada, solo vine a dejar un vestido ―respondió poniéndose pálida.―No es cierto, te vi p
Para Samantha la última noche de la obra llegó muy rápido, amó cada minuto sobre el escenario y la oportunidad de volver a trabajar con Joy. Al día siguiente el espectáculo se marchaba a otra ciudad. Aunque el director de la obra le ofreció una plaza permanente, no la aceptó porque en su vida primero estaban sus hijas y no las dejaría para marcharse de viaje con la obra. ―Te voy a extrañar mucho, Joy ―dijo Sam quitando la vista del espejo donde se estaba desmaquillando para mirar a su amiga.Joy se negó a mirarla, sus labios se apretaron en una mueca de indecisión.―Te conozco bien. ¿Qué sucede? ―indagó Samantha.―No sé cómo decirte esto, pero no me voy con la obra ―respondió la chica mordiéndose el labio.―¿No? ¿Encontraste trabajo aquí? ―preguntó Sam con una gran sonrisa ―Sabes que puedes quedarte conmigo, aunque Santorini quede un poco lejos de Atenas.―Sí, encontré trabajo en este teatro como bailarina, hay otras plazas disponibles si te interesa.―Es maravilloso…―Pero no es es
La vida de Samantha tomó una rutina, por la mañana ensayos y prácticas y en la noche si había alguna obra trabajaba, era una práctica un poco apretada, pero podía pasar la tarde con las niñas. Xander rondaba por el teatro, pero sin acercarse a ella, hasta que un día después de un ensayo se acercó a saludar. ―Hola, Samantha. Sus ojos profundos la recorrieron poniéndola en tensión ―Hola, Xander ―respondió no muy segura de alegrarse de verlo. Su presencia no era desagradable solo que lo sentía muy intenso y dominante y eso era algo que no le terminaba de gustar. ―Pase a pedirte que me aceptes la invitación a cenar del otro día. ¿Te parece bien el viernes o sábado? ―Lo lamento, no puedo, tengo un compromiso familiar este fin de semana. ―Entiendo, supongo que Aristo te habrá hablado maravillas de mí y por eso no quieres salir conmigo. ―¡Oh! No es eso, en realidad si tengo un compromiso, mi suegro cumple setenta años y dará una fiesta el sábado por lo que al salir mañana me ma