―Aún podemos tener esa familia juntos, Sam, solo te pido que me des otra oportunidad de demostrarte que te amo y que puedo ser el hombre que deseas ―pidió Aristo acercándose a ella.Samantha lo miró a la cara, estaba pálido y demacrado y aunque sus ojos la miraban suplicantes, su corazón se había endurecido de tantos golpes por lo que su mirada solo podía reflejar frialdad.―¿Sabes que ni siquiera me has pedido perdón por todo lo que me has hecho sufrir? Ya te di esa oportunidad, Aristo y no la supiste aprovechar, así que no vengas a pedir más porque ya no quiero saber nada de ti, se acabó, acepta que ya no hay vuelta atrás. Te dejo el documento, revísalo con tu abogado y avísale al señor Karagiannis la fecha para nuestra próxima reunión.Aristo se dio cuenta en ese momento que era cierto, no le había pedido perdón por lo que se sintió muy avergonzado.―Sé que no te he pedido perdón, Samantha, no lo he hecho porque no había podido verte y ahora no he tenido la oportunidad. Me has toma
―El señor Aristo Christakos dará una declaración, por favor, les agradezco silencio hasta que él termine de hablar ―explicó el jefe de relaciones públicas, al reducido grupo de periodistas que fueron invitados a escuchar sus palabras.Aristo entró el salón acompañado de Alec y Demetrio, se sentó en la silla que estaba en medio y su padre y hermano lo hicieron uno a su derecha, el otro a su izquierda.―Buenas tardes, señores, los he convocado el día de hoy a raíz de las declaraciones dadas por Celeste Dean y que fueron publicados por algunos medios.―El silencio se hizo en la sala y todos los periodistas lo miraron con atención. ―Es cierto que la señora Dean y yo tuvimos una relación que duró algunos años, lo que no es cierto es que mi esposa Samantha Christakos me haya sido infiel y muchos menos con mi hermano. Lo que esta señora puso en duda fue la legitimidad de mis hijas y es algo que no toleraré, por lo que mis abogados están preparando una demanda civil contra Celeste Dean por dañ
Las gemelas estaban de cumpleaños, Samantha decidió festejarlo con una pequeña reunión en el jardín de su nueva casa. Solo fueron invitados los Gardener, Demetrio, Alec y una familia vecina cuyos niños se hicieron amigos de Aly y Ady. Tenían una semana viviendo en el lugar y se habían adaptado a su nueva rutina. Sam encontró trabajo en una academia de baile dando clases de danza y comenzó a pensar en inscribir a las gemelas en un preescolar.Estaban reunidos alrededor de las cumpleañeras, mientras estas estaban abriendo sus regalos, cuando Sam vio que la señora Thompson salió al jardín haciéndole señas. Se levantó y disculpó con los invitados para ir a ver qué ocurría.―¿Qué ocurre, señora Thompson?―El señor Aristo está en el salón, quiere ver a las niñas para darles su regalo de cumpleaños.―Yo me ocupo, señora Thompson.Samantha caminó hasta el salón, estaba molesta por la audacia de Aristo de aparecerse en la fiesta de cumpleaños que había organizado para sus hijas. ¿Acaso no ente
―Ahora que estás divorciada, Colin, está dispuesto a ir detrás de ti ―dijo Emma a Samantha unos días después del cumpleaños de las Aly y Ady ―Lamentó haberse perdido la fiesta de las gemelas.Era sábado y estaban sentadas en la terraza de la casa de Emma mientras las niñas jugaban en la piscina.―Lo dirás en broma, es tu hermano y lo aprecio mucho, pero creo que es muy pronto para iniciar una relación con otra persona. No porque me importe lo que diga Aristo, sino porque en este momento prefiero estar sola. Este año ha sido difícil, entre el secuestro, la mudanza a la isla, los problemas con Aristo y el divorcio, hemos pasado por muchos cambios. No quiero embarcarme en una nueva relación que confunda más a las niñas. Las terapias para ellas han sido muy beneficiosas, tenía miedo por las secuelas que todo esto dejaría en ellas.―Entiendo tu posición, yo también pongo siempre a mis hijas en primer lugar, pero no te cierres a un poco de cortejo, puede ser que te enamores de Colin y todo
Era tarde y Samantha apenas iba camino a casa, su día se había complicado cuando una de sus compañeras no fue a trabajar por la gripe, por lo que le tocó ayudar en sus clases. Hacía más de diez años que no hacía ballet clásico, pero se sintió muy feliz cuando recordó todas las instrucciones que daba la profesora y pudo ayudar a las niñas a hacerlo correctamente, corrigiendo posturas y demostrando como se hacía. Le habían dado un par de zapatillas de punta, como eran nuevas tenía los pies destrozados. Estacionó su coche al lado del de Aristo, frunció el ceño, extrañada por ver lo tarde que era y que él aún estaba en su casa. ―¿Qué haces aquí? ―preguntó al verlo coloreando con las niñas.―Hola, mamá ―dijeron las chiquillas a modo de saludo y corrieron a abrazarla. Sam notó que Ady estaba coloreando sentada en las piernas de Aristo, mientras que Aly estaba de rodillas sobre la silla a un lado de su padre.―Te esperaba, quería darte toda la información del colegio de las niñas, como no p
El llanto de una de las niñas le dijo a Aristo que estaba hablando con Ady, porque casi siempre la que comenzaba a llorar era Aly, ella era la más dulce y tímida de las dos. ―Ady, nena, ponme al teléfono a Aly para calmarla, ya voy en camino y en un ratito llegaré y todo estará bien, ¿Vale? ―Sí, pappas. ―¿Puedes quedarte con mamá? Aristo se había puesto una camiseta, metido los pies en unos zapatos deportivos y corrió a la planta baja para tocar la puerta de la habitación de la señora Agnes. Esta se asomó con cara de sueño. ―Ubíqueme al piloto, es una emergencia ―ordenó Aristo. ―Sí señor. La señora Agnes se metió a su habitación y salió con una bata puesta para ir a su pequeña oficina a llamar al piloto que tenía su propia casa en la isla. Aly tomó el teléfono ―Pappas, mamá no despieta ―contó sollozando. A Aristo, se le partió el corazón por la voz de tristeza y miedo de su bebé, se preguntó ¿Por qué sus hijas habían pasado por tantas cosas? ―Voy en camino, princesa, ¿puedes
Era más de medianoche cuando los paramédicos se retiraron dejando a Samantha estabilizada, la policía fue la primera en irse, una vez que Aristo salió de la ducha. Mikel había regresado con las mudas de ropa de Aristo y se había marchado al hotel que Alec tenía en la isla, que era donde siempre pernoctaba cuando estaba en Santorini. La casa estaba silenciosa, Aristo se quitó la ropa mojada en el lavadero y la puso en la secadora, se puso solo un pantalón de chándal y se dirigió a la cocina a tomar algo caliente. La luz de la contestadora telefónica titilaba, apretó el botón.«Me encantó poder acompañarlas en el viaje, espero que algún día se repita. ¿Estarás disponible para ir a cenar mañana en la noche?» dijo la voz de Colin.―No, no estará disponible, imbécil ―murmuró Aristo ―Ni siquiera te aseguraste de que llegara a salvo a casa.El segundo mensaje era de los Thompson.«Señora, Samantha, hubo un accidente con el trasbordador y estamos varados en Mykonos, la compañía nos proporcion
Aristo pensó que nunca en su vida estuvo más cansado que en ese momento. Esa mañana prácticamente tuvo que cargar a las gemelas hasta la cama de su madre para despertarlas, entró en el baño de las niñas y abrió las llaves de la bañera. Regreso a la habitación de Sam para recoger la bandeja del desayuno y llevarla a la cocina, volvió por las gemelas para llevarlas al baño y ellas se negaron a salir de la cama. De nuevo le tocó cargarlas, entre risas, chillidos y pataleos, desvestirlas y meterlas a la bañera. Se quedó por allí mientras se bañaban, al salir las ayudó con el cepillado dental, les secó el pelo y las peinó. Pensó que recogerles el cabello era fácil hasta Ady se miró en el espejo y empezó a llorar.―Estoy fea ―sollozó mirándolo con reprobación. Se arrancó los moños del pelo, llorando más fuertes por los templones que se dio.―Ya entendí porque para ser bella hay que ver estrellas ―murmuró Aristo.Aly fue más lista y se le escapó para ir con la mamá a que la peinara.Aristo l