Me pongo de pie, siento ardor en mi parte y tengo un fuerte dolor en mi puerta trasera como si de verdad el chico de mis sueños me hubiera partido en dos como tanto sentenciaba. Entro y me doy una ducha de agua fría, tratando de borrar el extraño olor que impregna mi piel, la cual pese a las cremas aromáticas que le unto, no deja de sobresalir el olor mentolado sobre el suave olor a lavanda de mi loción de cuerpo favorita. Me coloco unos jeans oscuros ajustados y me detengo al instante, recordando la voz amenazante que me hace palpitar la cabeza.
“No vuelvas a usar esos jodidos jeans tan ajustados”
Quiero ponerme los jeans, nadie me dice qué hacer y qué no, pero al intentar abotonar y subir el cierre, me siento observada e incluso temerosa, por lo que de último momento desecho esa idea y opto por unos shorts cortos azul cielo, una blusa de manga larga oscura, unos botines de tacón prudente con agujeta, decido dejar mi cabello rubio suelto y al ver mi reflejo en el espejo de mi enorme tocador, siento como si me hubieran echado un balde de agua fría al anclar mi curiosa mirada sobre la marca que yace a un costado de mi cuello, parece un maldito chupete y no recuerdo si Owen me lo hizo ayer eufórico por la victoria del equipo. Mi labio inferior también sufre una pequeña herida y me convenzo de que es a causa de la pesadilla que debí haberme mordido por la noche.
Me maquillo haciendo magia con el polvo indeleble que me coloco sobre la marca y que me cubre a la perfección, me veo y sonrío, era la chica más popular y atractiva de todo Hall Reven; Un pueblecillo ubicado en Luisiana, la universidad a la que iba tenía el mismo nombre, y a mis 19 años podía alardear sobre mi belleza inusual; estatura promedio, tez clara, rubia natural, ojos grises, mi cabello largo hasta la cintura era de lo que más me sentía orgullosa, lo cuidaba con mil tratamientos y mascarillas, que lo dejaban sedoso, brilloso y oliendo demasiado bien.
Todo en contraste con el hoyuelo bien marcado en medio de mi barbilla y el tatuaje de un ala izquierda de un ángel caído en la parte trasera de mi nuca. Bajo y mi nana ya tiene listo mi desayuno vegano sobre la encimera de la cocina. Nana Lucía es cómo mi madre, la cual nunca conocí porque murió cuando yo nací, es la única persona que me conoce bien y que ha estado conmigo todo el tiempo, ya que mi padre, al ser uno de los mejores abogados del país, siempre viajaba y mantenía las narices metidas hasta ahogarse, en su trabajo.
—Buenos días Nana —la saludo dándole un beso en la mejilla como cada mañana.
—Buenos días mi niña, tu desayuno está servido —la pelinegra de cincuenta años con ojos oscuros y cansados me observa y esboza una cálida sonrisa en sus ya agrietados labios pese al labial rojo carmín que los cubre—. Pasta de calabacín con aderezo natural de avocado, zumo de toronja natural y un panecillo sin gluten y sin azúcar como te gustan.
Llevar una dieta balanceada era importante para mí, en especial cuando tenía que mantener mi figura.
—Solo no tardes demasiado, no quiero que llegues tarde a la escuela, ya sabes cómo se pone tu padre con esas cosas —finaliza y asiento mientras saco mi móvil y le tomo una selfie a mi plato para luego postearla en mis historias de I*******m.
Cuando lo hago, antes de cerrar la aplicación, observo que un usuario sin foto es quien primero lo ve, un tal Perversion_666, estoy por darle clic a su perfil cuando me entra la llamada de Owen.
—Hola princesa —me saluda y una coqueta sonrisa no tarda en iluminar mi rostro—. ¿Cómo está mi chica?
—Pensando en ti —enrollo un par de fideos de calabacín con el tenedor, los baño con aderezo y me lo meto a la boca—. ¿Listo para el juego del viernes?
Mastico con gusto, pero el sabor no me llega al paladar.
—De eso mismo quería hablarte, no podré pasar por ti, mi padre se puso eufórico por la victoria y nos ha obligado a los chicos y a mí a llegar temprano al campo, de hecho ya estoy en la escuela —me explica haciéndome enfadar.
—¿Te costaba mucho haberme avisado dos horas antes? —Vuelvo a agarrar y enrollar más pasta con la esperanza de que esta vez sepa mejor que el primero bocado, y lo engullo todo con ganas—. Llegaré tarde.
—Vamos, no te enfades princesa, prometo que te lo compensaré después del entrenamiento —agrega optando un tono demasiado meloso con toques sexuales que me hacen cosquillear abajo—. ¿Nos vemos en las duchas?
Trago, nada, no me sabe nada bien y cansada solo tomo el jugo, pero al instante lo escupo, sabe a m****a, como si la toronja llevara siglos podrida.
—¿Princesa?
—Sí, nos vemos más tarde, tengo que colgar.
—Te amo…
No dejo que termine y cuelgo apagando mi jodido celular. Le lanzo una mirada enfadosa al plato y lo llevo al fregadero, mi estómago me exigía alimento y me causaba conflicto tener que acudir a la cafetería de la universidad, en donde todo te hacía engordar y eran calorías y más calorías, tomo las llaves de mi convertible plateado, capricho que recibí por una rabieta de la cual el único culpable fue mi padre. Entro, enciendo el estéreo con la canción que tanto me volvía crazy, la misma con la que suena mi móvil y arranco.
Todo va bien, hasta que sucede, es tan rápido que en menos de un pestañeo la bolsa de aire se desprende evitando que mi pecho golpee. Me siento aturdida, y abro poco a poco los ojos.
—¡Mierda! —Exclama alguien—. ¡¿Por qué no puedes hacer ni eso bien?!
—¡Lo siento, pero esas chicas tenían mi atención!
Las voces masculinas me hacen bajar del auto y ver el desastre, un Mercedes slr McLaren negro, ha golpeado la parte trasera de mi convertible haciéndolo añicos, mi hermoso carro parece salido de una escena de rápidos y furiosos.
—¡Maldita sea! —exclamo al límite del colapso, porque no solo llegaría tarde a la escuela, sino, que mi padre me mataría por el daño.
—Vaya, no tenía idea de que las niñas fresas dijeran malas palabras.
La voz masculina y gélida que eriza mi piel y golpea mi espalda, me hace girar dispuesta a plantarle una bofetada al peliagudo que ha dicho eso, y lo hago, el problema es que mi mano golpea con fuerza descomunal la mejilla de nada más y nada menos que de Kronos Woodhall, el chico más temible del pueblo, y mi odioso vecino, junto con su primo Cédric, quien me lanza dagas de fuego por los ojos para luego tomarme de la muñeca, ejerciendo demasiada fuerza, tanta, que por un segundo pienso que tendré fractura.
—No debiste haber hecho eso.
El parloteo de los tipos que arreglan lo del seguro y los resultados del daño, hacen que comience a darme dolor de jaqueca, Kronos; un tipo más alto que yo, delgado, pero con cuerpo atlético, cabello oscuro que contrasta con el azul intenso de sus ojos y su piel clara, no me ha quitado la mirada de encima desde que Cédric, su primo y quien fue el que ocasionó inocentemente mi futuro castigo, baja la mirada y se pasa una mano por su alborotado cabello, se parecía tanto al primer capullo, solo que este tenía los ojos verdes y dos hoyuelos, él parece estresado con el costo, su primo y mi peor pesadilla no deja de asesinarme con ojos inquisidores, y yo con los brazos en jarras y moviendo mi pie derecho con premura, frunzo el ceño.Ambos siempre han sido mis vecinos, su padre y profesor de literatura era muy amigo del m&iacu
—No fuiste a las duchas como te pedí —Owen ronronea a mi oído—. Muero por metértela.Sus palabras me acaloran, mi corazón galopa frenético y suelto una risita tonta que oculta la debilidad de mis piernas.—Ese es tu castigo, por tu culpa chocaron mi carro y llegué tarde —le explico mientras toma mi mano con posesiva actitud.—¿Quién mierda se atrevió a meterse con mi princesa? —inquiere sacándome una sonrisa.Cuando salimos a lo lejos, el motor de una moto llama nuestra atención, en especial porque casi nos atropellan.—¡Cuidado, putos r
—¿Los primos Woodhall? —Pregunta Owen a mis espaldas—. ¿Qué hacen ellos aquí? ¿Qué es lo que tienen tuyo?Sus preguntas pronto me dan dolor de cabeza, por lo que decido pasar de mi nana y camino hasta el recibidor con toda la intención de echarlos de mi casa. Ambos primos alzan la vista y es solo Cédric quien me sonríe.—Largo —refuto.—Qué manera de recibir a los invitados —bromea Cédric.—No recuerdo haberlos invitado, no son ni mis amigos, ni conocidos, ya me jodieron demasiado el día ambos, así que...—Tranquila —C&eacu
El sonido estruendoso de mi alarma despertador, hace que refunfuñe de forma inmediata, necesitaba dormir un poco más, me lo merecía luego de todas las cosas extrañas que me habían sucedido ayer. Coloco la almohada sobre mi cabeza y me hundo en el silencio que quiero provocar poniendo una barrera entre mi sueño, falta de ánimo y la obligación.—¡Via!La voz de mi nana se escucha peor que el sonido de mi alarma, me quejo y pataleo como una niña mimada, odiaba que me quitaran el sueño, abro los ojos y de mala gana me pongo de pie.—¡Alguien ha venido a visitarte, mi niña! —grita mi nana.Mi pecho se hincha de felicidad al pensar que
Alzo la mirada y noto que el espejo retrovisor está mal colocado, apuntando a la derecha, al asiento de Kronos, quien me observa con el ceño fruncido, me dejo hipnotizar unos segundos por el abismal azul de sus pupilas, me mira como si quisiera indagar, siento como si me estuviera leyendo y de pronto me veo expuesta, una rara sensación me domina, es como si mi cabeza quisiera abrir la caja de pandora en la que guardo mis más íntimos secretos, no puedo sostenerle la mirada, así que rompo el contacto con él removiéndome incómoda en mi asiento.—No me gusta hablar de mi vida privada —respondo en tono monótono.—Nena, tu vida nunca es privada —añade Ced estacionando su carro.El enojo se cr
—Tienes que estar demente.—No, no lo estoy.—Sí lo haces ella tendrá que demostrar que es digna de ser la Joya Woodhall.Las voces inconexas de esos idiotas hacen que me dé jaqueca, intento abrir los ojos, sin embargo, los párpados me pesan y no sé dónde me encuentro pero se siente tan bien, que me hundo en el mismo sueño profundo sin querer despertar.—Es mía.—Estás yendo demasiado lejos, ¿en verdad la quieres sacrificar por ella? ¿Vale la pena?—Estoy enamorado de ella, es mía, solo mía, joder, no voy a
—Eres mía, pringada.El mismo sueño, me encuentro sumida en el mismo ensueño de siempre, no puedo ver su rostro y mi cuerpo solo reacciona a sus palabras, a sus caricias, todo alrededor está cubierto por una cortina llena de bruma rosada. No sé dónde estoy, solo sé que estoy recostada en algo cómodo que se siente como un enorme algodón de azúcar.—Ahora ya no hay escapatoria —dice el mismo sujeto con voz ronca.Sus manos se mueven mediante movimientos desesperados, ansiosos, por todo mi cuerpo, sus besos resultan posesivos, su lengua aviva la llama que deja en cenizas electrizantes cada espacio de mi piel.—Eres mía —repite besan
Debo haber perdido la cabeza, primero los primos Woodhall entran a mi vida como un huracán arrasando todo a su paso, luego Kronos rompe nuestro tratado de silencio, se entromete en cosas que no debe, me dice lo que tengo o no qué hacer, juegan a algo demente que no entiendo, y para finalizar el hijo de puta aparece desnudo en mi cama.«Tal vez debería hacerme una prueba psicológica»Y ahora estaba aquí, dejando que mi estúpido vecino, me bese. Sus labios son suaves y gélidos, una extraña sensación se apodera de mí mente, poniéndola en blanco y nublando mis sentidos. Es como si una bruma rosada nos envolviera y de pronto estuviéramos danzando sobre el aire, todo a nuestro alrededor desaparece, no hay nada ni nadie, solo nosotros. Con