Los sueños deberían ser sitios neutros, donde aunque aparecieran cosas feas, estas no fuesen capaces de causarle dolor. Lamentablemente no funcionaba así, en los sueños de Christie, el dolor era real. Y bueno, es que además su atacante no se medía, y como no había escogido estar de su lado, vendría a ella con todo lo que tenía. Y no se contendría.Era brutal, veloz, potente y capaz de adivinar cada uno de sus movimientos y como parte de todo su alarde, debido a la velocidad que poseía, la dejaba alejarse, para luego llegar a ella y golpearla.Casi parecía un gato cazando un ratón. En cada paso sus pies descalzos eran perforados por diminutas y afiladas piedrecitas, pero el miedo le brindaba la energía necesaria para continuar huyendo. Llegó al final de la playa y observó frente a ella una montaña. Quizás si escalaba y llegaba a la cima encontraría la salida al otro lado.O podía pedirle prestados a Dorothy sus zapatos.Después de horas de un descomunal esfuerzo logró llegar a la cima.
Luca apareció entonces, lo que hizo que su compañero desapareciera. Y mientras observaba lo que sucedía, se preguntaba por qué no llegó antes para salvarla, y como si leyera su mente, le respondió.—Gabe va a escucharme.—¿Disculpa?—No debió salvarte, todas estas son pruebas Christie, pruebas que debes superar porque la batalla contra Salomón llegará, y Gabe no va a poder intervenir. Ahora debes irte.—¿Irme?—Para poder continuar con los entrenamientos, debes dejar Orșova y trasladarte a Braşov, solo allí podremos trabajar. —¿Braşov? Lo siguiente que vas a decirme es que me instale en el castillo de Drácula. —No sería mala idea. Solo que si llamas Drácula a Vlad se va a molestar. —¿Vlad es real?—Es un vampiro.—Bromeas.—No lo hago, no. Él y su esposa Justina tienen cuatro hijos, Gabe es uno de ellos, luego está Radu su hermano que tiene una esposa llamada Ileana.—¿Gabe es un vampiro?—Si, y por lo visto tu amado compañero, ha omitido cosas importantes.—Deja de tratar de meter
Luca cerró los ojos y colocó sus manos sobre Christie, quien empezó a sentir un calor que la recorría por el cuerpo llenándola de alivio y calidez. —Voy a llevarte a un sitio, tus padres ya saben del accidente y que estás bien. Tenemos gente cuidándolos, se encuentran a salvo. La magia que tomó control de tu cuerpo es peligrosa y solo una hechicera puede sacarla. —¿Una hechicera? —Si, su nombre es Morgana. Christie empezaba a sentir náuseas. Así que sin perder tiempo la llevó a una casa bastante rústica situada en las afueras de la ciudad. No se sentía cómoda entre sus brazos, en especial después de lo que acababa de suceder. ¿Cómo podía decirle que no iba a ayudarla y luego olvidarlo?—Luca, me siento rara, como mareada.—Ten calma, Morgana está por llegar. Aún eres humana y aunque pude ayudarte a sanar, estás luchando con lo que te queda de dolor, el golpe en tu cabeza fue muy fuerte. Luca acababa de decir aquello cuando apareció esa por la que esperaban. Se acercó a Christie
Gabe apareció entonces, se acercó a su compañera y al verla mojada, y en el suelo, se volvió hacia Luca y Morgana.—¿Qué significa esto?—Fue poseída—empezó Morgana— debo lavarla y sacarle a esta entidad. Sé que debí llamarte; pero era un asunto de tiempo.—Si algo sale mal…—Lo sé, pondrás mi cabeza en la chimenea, ustedes los Dracul deben actualizar las amenazas que hacen, siempre dicen lo mismo. Ahora, si quieres que la ayude, debes dar un paso atrás.Gabe observó el ritual mientras la furia recorría todo su cuerpo. Investigaría lo que había sucedido y rodarían cabezas. Morgana, por su parte, le dio una última mirada al compañero de Christie y procedió a realizar el exorcismo. Mientras la hechicera realizaba sus rezos mágicos, Christie empezó a convulsionar. De su boca, nariz y oídos, empezó a salir una sustancia negra y viscosa que al tocar el suelo, se desaparecía, como si fuese simple vapor.—¿Está hecho?—Si, Gabe.—Gracias y perdón por lo de antes, es mi compañera y solo pued
Cuando abrió los ojos se encontró en una habitación que no conocía, vistiendo ropas varoniles, pero muy cómodas. Estaba por preguntar lo que había sucedido cuando Gabe entró a la habitación, llevando una bandeja con comida y algunas bebidas.—La ropa es tuya.—Correcto, Morgana me ha hecho el favor de cambiarte, ella se encargó de sanarte, y en teoría, solo necesitas descanso.—Gracias, me gusta tu ropa, me robaré algunas de tus camisetas para usarlas para dormir.—Mis cosas son tuyas, toma lo que quieras.Gabe la sujetó con delicadeza, rozando el pulgar sobre la mejilla de su compañera, quien ante su delicada caricia, cerró los ojos.—Ronroneas como un gatito.—Me gusta sentirte cerca. Es como pasar de tener frio en el corazón, a sentirlo cálido. ¿Puedo salir de la cama?—Durante un par de días no, salvo para ir al baño. Lo que te hizo Morgana fue muy desgastante, podrías marearte de pronto.—¿Esta es tu habitación?—Nuestra habitación, por órdenes del médico debes quedarte en cama y
Poco después, recibió la visita de Gabe, quien le llevaba algunas rosas y comida para que cenaran juntos.—No debiste molestarte.—Compartir contigo no es molestia. —Quería contarte algo, he conocido a un druida. —Son criaturas interesantes, honestas y de gran sentido del humor. ¿A cuál conociste?—A Blu, pero déjame decirte que me pareció impresionante. Tiene un aura inocente, pero si quiere, te muestra cuan poderoso es.—¿Te habló de su hermano?—Solo mencionó su nombre, Gray. —Son criaturas leales. Su madre es famosa por su poca originalidad a la hora de escoger nombres.—¿Sabes algo de una pulsera?—Sí, son famosas pues la entregan una sola vez y solo si sienten una conexión con la otra criatura. Los que las reciben son afortunados pues les tienen como protectores. —Blu me dio la suya. —Eso es algo valioso, cariño, y me siento honrado ya que no deberías decírselo a nadie.—Blu te conoce, y por eso de alguna forma sé que aprueba lo que estoy haciendo ya que la pulsera, vibra c
Cuando los cambiantes llegaron, Christie se sorprendió bastante. Sus voces, apariencia, ellos sin duda alguna, eran clones de sus padres lo que la sorprendió mucho. Aquello significaba que nadie descubriría que no eran los verdaderos Aurora y Armand. Ambos, esperaban a que ella comenzara a hablar lo que le resultó raro, la hacían sentir como que fuese un coronel y ellos sus soldados, y aquella fue una sensación curiosa. Hasta aquel momento, todos la habían tratado de igual a igual, esos cambiantes la veían con respeto, lo que evidenciaba la magnitud de la misión que tenía entre manos. Sin embargo, la sensación no le gustó, ella nunca podría actuar de forma altiva, el ser soberbio no era el equivalente a ser poderoso. Ya decían, se atraen más moscas con miel que con hiel.Así que sería amable, los que quisieran estar a su lado lo harían porque la estimaban y no porque le tuviesen miedo.—Gracias por la ayuda.—Muchos esperábamos por usted, mi señora—dijo quien lucía como su papá.—Aún
Christie pensó que nada iba a suceder, pero estaba equivocada, muy equivocada.—Nombra a un rey. —Bael —Nombra a un duque. —Agares. —Nombra a un príncipe. —Vassago. —Nombra a un marqués. —Samigina. —Nombra a un presidente.—Marbas. Christie se sintió asustada, no entendía de dónde había salido aquella información y para su sorpresa, una bastante escalofriante, el vendedor se levantó los lentes. Sus ojos eran blancos y parecía capaz de ver, incluso sonrió ante su mirada de miedo. —Mis ojos ven más que lo que todos ven. Confía en quien sientas que te da confianza, si alguien te hace sentir insegura, huye. El conocimiento está ahí, pero no será hasta que te reúnas con las otras cuatro, que sentirás el poder. El vendedor se puso a reír cosa que la hizo sentir como en medio de una de esas películas de terror de bajo presupuesto. Luego, le dio un café bien cargado, —cortesía de la casa —a modo de despedida y siguió empujando su carrito. No bebería ese café, ni de coña. De