Sin defenderse

La habitación parecía vacía sin ella ahí. En la mente de Saira seguían resonando sus gritos y acusaciones. Había algo en Emma que no estaba bien y no se refería a las alucinaciones… sus celos; los estaba llevando a otro nivel.

Reacomodó la silla y se sentó en ella, exactamente como Ortega había estado antes y contempló a su novio. Dormía profundamente, al parecer. Se le estremeció el cuerpo y le dieron inmensas ganas de llorar.

Recordaba la enorme angustia que había sentido cuando vio a Alvaro y Julia salir corriendo de la capilla, gritando que Enzo había tenido un terrible accidente.

Todo su mundo se le fue abajo. Corrió tras de ellos, con sus padres siguiéndole los talones. Llegaron al hospital en poco tiempo. Ella estaba ahí, con su vestido de novia y toda la indumentaria. Se sinti&oacut

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