Despertar

En esta ocasión ya no lloraba, pero el alma se le partía siempre en mil pedazos. Veía a su hija allí, dormida, pero con una expresión de angustia en su rostro, que no la dejaba estar en paz.

Y también recordaba a su hijo, que estaba todavía más grave. ¿Por qué justamente ellos, los inocentes, debían pagar por sus errores?

Vio a su esposo levantarse a tocarle la frente a su pequeña hija y entre tanta desgracia, sonrió por primera vez en muchos días.

—Ya está mejor. —Comentó, con un tono especialmente tranquilizador.

Su mujer asintió.

Él también estaba completamente devastado y su carácter sufría los estragos de aquellas desventuras. Sus hijos estaban en cama, sedados y con problemas en sus vidas. Después de toda esa b

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