Silencio prolongado

Había vuelto a trabajar. Le convenía porque era la excusa perfecta para decirle a sus padres que no podría ir a la clínica, pero en realidad no quería ir. No quería verlo. Ya sabía lo que pasaría cuando se vieran, así que solo estaba intentando aplazar la inevitable escena de Enzo diciéndole que se separen por un tiempo hasta que esté listo para casarse nuevamente.

Se levantó de su desayunador cuando escuchó el timbre en el teléfono de invitados del edificio.

—Apartamento de Saira Anderson.

—Soy Emma.

Un enorme escalofrío el recorrió el cuerpo y no entendía qué hacía ella allí, si se suponía que su hermano estaba siendo dado de alta. Desbloqueó la puerta y la invitó a subir.

Unos minutos después, Emma e

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