Había vuelto a trabajar. Le convenía porque era la excusa perfecta para decirle a sus padres que no podría ir a la clínica, pero en realidad no quería ir. No quería verlo. Ya sabía lo que pasaría cuando se vieran, así que solo estaba intentando aplazar la inevitable escena de Enzo diciéndole que se separen por un tiempo hasta que esté listo para casarse nuevamente.
Se levantó de su desayunador cuando escuchó el timbre en el teléfono de invitados del edificio.
—Apartamento de Saira Anderson.
—Soy Emma.
Un enorme escalofrío el recorrió el cuerpo y no entendía qué hacía ella allí, si se suponía que su hermano estaba siendo dado de alta. Desbloqueó la puerta y la invitó a subir.
Unos minutos después, Emma e
—…así que ahora en realidad tengo una media hermana. Me enferma toda esta situación y más aún que piensen que no lo sé.La psicóloga asintió y tomó unas notas importantes en su libreta. El ambiente era totalmente silencioso. Estaban en un consultorio perfectamente amoblado de paredes blancas, con algunas estanterías y jarrones que contenían plantas verdes en un par de esquinas. Una enorme ventana recubierta por vidrios dejaba a la vista un campo enorme de vegetación. Solo se escuchaba la voz del paciente y el cantar de los pájaros.—¿Sientes odio hacia ella? —Inquirió con tranquilidad. Vio cómo su paciente suspiraba y volvía a tomar aire, como dándose ánimos.—Ella…ella ha cuidado de mí desde mi primer recuerdo hasta el día de hoy, que he podido
El desastre que había quedado después inundaba todo el panorama de Alba. Se encuentra frente a su laptop, sentada en un mueble y con una rodilla tocando su quijada, perdida. La luz de la pantalla le iluminaba el rostro; las lágrimas ya estaban frías, pero aún le mojaban las mejillas.En el estéreo, una canción inglesa sonaba a volumen medio, era de Sam Smith, «I’m not the only one» . Le gustaba esa canción, pero apenas en ese momento la entendía profundamente. Y mientras el coro estaba en su auge, ella recordaba el momento exacto en el que Arthur le había dicho que no se casarían y lo vio salir por aquella puerta.Tecleó nuevamente en su laptop y por fin armó el anuncio:« Se vende vestido de novia sin usar. El estúpido prometido que tenía me acaba de dejar.Precio: 600 dol
Cuando despertó sintió que todo le daba vueltas. Se removió incómoda en la camilla y apenas hizo un ruido, su amiga estuvo casi sobre ella.—¡Alba!Por un momento vio el rostro de Emma y estaba bañado en lágrimas. No estaba exagerando, en serio se veía mal.—Kag…La oyó gritar a un médico o algo así, no supo muy bien. De inmediato recordó por qué estaba ahí y trató de tocarse el vientre, sin embargo, tenía puestas las agujas de un suero y eso le impidió poder mover un brazo. Quiso llorar y se maldijo internamente: por supuesto que Emma ya sabía.—Tu presión fue regulada, Alba, ¿cómo te sientes? —Le inquirió, mientras revisaba el pase de suero y anotaba un par de cosas.—So
El hombre que su esposo había llevado a la casa aún no despertaba. Lo único que había pasado repitiendo mientras lo ponían en el sofá era «Alba, Alba», «Perdóname» y «Fue Alessa». Lo repetía como poseso.Shinto estaba en la cocina preparándole un café cargado para cuando despertaste. Dijo que era cliente del bar desde hacía varios años y le tenía mucho aprecio a él y a sus amigos. No recordaba el nombre, pero ese pobre muchacho se veía devastado.Lo escuchó quejarse y fruncir el ceño mientras trataba de balbucear algo.—Vaya, ya despertó.—A…Alba… ¿Eres tú?Pegó un grito cuando el extraño la agarró de la mano y la llamó por aquel nombre.
Alessa se había encerrado en su habitación sin decirle nada al respecto. Se sintió harto y muy exasperado. Ella dijo que estaba ofendida por su desconfianza y él no quería faltarle al respeto, pero tenía que recordar que además de que era dama de compañía, también fue ex novia de Arthur, así que la idea no sonaba muy descabellada.De repente, tocaron a su puerta y se imaginó que era Saira, ya que, aparte de Paula, era la única persona que tenía llaves para entrar. Pero Paula no iría, eso era imposible. Y como lo supuso, su prima era quien estaba detrás de esta.—Ya tuvo suficiente estos días. —Entró al instante, buscando a Alessa con la mirada. Alex, por otro lado, solo roló los ojos—. No fue suficiente con que Enzo me haya pedido que anuláramos el matrimonio civil, sino que tambi&eacut
«Emma … no pensaba que podía pasar más de un día sin saber de ti»Alba le dijo que Emma iba a volver. Que ella volvería en medio año y se puso feliz porque la extrañaba. Maldita sea, cómo la extrañaba. Como si un pedazo de su vida se hubiera arrancado de sí mismo. Esa ausencia de ella había sido peor que la primera vez que se separaron con el reciente susto de creer que a su temprana edad, Emma estaba embarazada de él, suceso por el cual tomó la acérrima decisión de marcharse sin rechistar, causando que intentara dejar todo atrás.Y así fue como él se había «enamorado» de Saira, tenía su vida y era un hombre «normal». Sus sentimientos se encuentran escondido en lo más recóndito del alma y estaba seguro de que si no hubiera vuelto a ver, probablemente debe
Al menos una semana había pasado desde que esos sucesos han ocurrido con Enzo, Emma, Alba y Arthur.Para empezar, Enzo había presentado su renuncia en la editorial, que fue muy bien recibida por Alex. El jefe no había dicho ni sí, ni no, solo la aceptó, así que Enzo estaba contento de no haber tenido que lidiar con más problemas en ese lugar, al que, por cierto, había entrado para vigilar a Emma y por influencias de Saira . Emma y él ya ni siquiera se hablaban y Saira pues… no había que explicarlo.En el transcurso de la semana, Enzo se había presentado para exponer su sentencia de nulidad de matrimonio civil, después de eso, citaron a Saira ante la demanda y en breve, Alba y el abogado de Anderson tuvieron una conversación.Las cosas se darían civilizadamente. Después de cada presentación de evidencia y
Sentado en la soledad de su editorial a la media noche, Alex contemplaba a la nada mientras el humo de su tabaco invadía la estancia. Era la primera vez en mucho tiempo que iba solo a su edificio y se sentía bien esa soledad. Estiró las piernas cruzadas sobre el escritorio y se echó un poco hacia atrás en su silla giratoria.Su coleta yacía ahí, alta igual que siempre y los ojos celestes parecían perder todo su brillo. Desde que había descubierto que Alessa seguramente se había acostado con Arthur, sintió que todo se le venía abajo. A pesar de todo se sentía herido y traicionado. Cómo había sido capaz de usarlo de esa manera. Y tan angelita que se veía. Lo único bueno que Alessa había traído a su vida era a Paula. Hacía mucho que no iba por ella y aunque la extrañara, en esos momentos no podía pensar más