Un cristal roto

«Julia se ha vuelto un cristal roto y sus pedazos se incrustaron en la piel de sus hijos»

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Despedirse de su familia había sido un dolor terrible que le había costado más lágrimas.

Es que ya no podía más, no podía un segundo más. Todo el maldito juicio se la había pasado llena de vergüenza, de miedo y de tristeza. Sus nervios estaban a punto de estallar. Inhalaba y exhalaba hondo, intentado calmarse. Sentía miedo, después de todo, sentía miedo. Al principio estaba resignada por la culpa de haberlo matado con alevosía y ventaja, pero en esos momentos tenía la película más clara y no lo recordaba así. Y también sintió la cárcel cerca. Si ese lugar era un calvario, no quería saber si la condenaban.

—Perdóna

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