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Quiero irme de aquí

Han pasado horas desde que él se fue y no dejo de pensar en lo mismo, debo pensar en algo, debo pensar en cómo salir de aquí, así me quedo pensando hasta quedarme dormida.

Horas después despierto mi cuello duele ya que dormí algo torcida, me acomodo el cuello y después me levanto de ese tapete y miro a la pequeña ventana que hay en ese cuarto veo como un rayo de sol entra por esa rendija.

Ya por fin amaneció debo seguir mi plan debo salir de aquí y evitar que mis abuelos se preocupen por mi culpa.

De pronto se escucha como abren la puerta me quedo esperando a ver quién entra y cuando lo hago veo a una ancianita aunque aún se ve fuerte y sana  la cual entra con una charola de comida y la cual enseguida me ofrece.

No quiero ser grosera pero debo al menos parecer dura para así hacerme ver fuerte.

—No quiero, no quiero nada de ustedes —la miro molesta.

—Yo no te haría daño preciosa come por favor si no el joven se enojara—me suplica.

—No señora y lo siento—termino de decir para luego hacerla a un lado y salir corriendo.

Corro por un pasillo ¿Dónde rayos estoy? ¿Qué es esto? Digo mientras volteo desesperada hacia todos lados, salgo hacia otro pasillo y veo caballos ¿Caballos? Me quedo pensando un momento y ¿Y sí subo a uno? No soy experta en esto pero al menos lo intentare.

Abro una caballeriza y saco al caballo al parecer no es bravo ¡Que alivio! Me digo a mi misma para luego montar ese caballo.

Salgo a toda prisa, no miro hacia atrás solo me dispongo a salir de ahí.

Sigo montando hasta que ya no puedo más, ni siquiera sé donde estoy, solo miro puro monte y terracería.

Ni siquiera hay letreros ¿Dónde rayos estoy?

Está a punto de obscurecer no tengo otra alternativa que dormir aquí y aunque es horrible dormir aquí es mejor que estar encerrada en ese cuarto.

Tengo un hambre terrible y un dolor de cabeza que no cesa, debo descansar, bajo del caballo y lo amarro en el árbol después me siento sobre la roca que hay a un lado y me recargo en el árbol estoy por cerrar mis ojos de pronto se escuchan murmullos ¡Mierda! Me pongo de pie y miro para todos lados pero todo está obscuro, esos murmullos están más cerca así que me pongo más en alerta.

A lo lejos escucho la voz de Alexander él está dando órdenes eso me pone nerviosa por lo cual camino hacia atrás mala idea la mía ya que de pronto tropiezo con una piedra y caigo al suelo lo cual hace que me lastime la muñeca, me quejo un poco y eso hace que Alexander escuche, sus pasos se escuchan cerca así que me arrastro por el suelo.

Después me levanto y camino.

—Detente, no lo empeores—dice mientras me ve con ese rostro perfecto.

—¿Detenerme? Sueña —sigo caminando.

Tomo el caballo y estoy por subir pero se me atora el estúpido zapato por lo cual no logro subir de pronto el caballo corre llevándome a mi arrastrando.

Los hombres de Alexander detienen el caballo pero para ese entonces estoy demasiado herida, me quejo de las heridas que tengo en la espalda  por lo cual solo cierro mis ojos.

—¿Por qué haces las cosas tan difíciles? —dice Alexander mientras me desatora y luego me carga.

Solo alcanzo a ver sus ojos y después ya no supe de mí.

Despierto horas después pero ahora lo hago en una habitación más grande y a diferencia de ese cuarto está es elegante, tiene muchas cosas de lujo, solo alcanzo a ver poco ya que estoy boca abajo.

Me muevo un poco y me duele la espalda en ese momento recuerdo lo que paso hace algunas horas así que solo dejo caer mi rostro nuevamente en la almohada.

—¿Así que querías huir? ¿Enserio no te diste cuenta de que estabas caminando en círculos? —menciona Alexander quien está detrás de mí.

Solo alcanzo a ver sus pies por lo cual solo suspiro.

—Déjame ir, solo quiero volver a casa con mis abuelos por favor—digo para luego sollozar.

—Tus lágrimas no me harán cambiar de opinión, te vas a quedar aquí hasta que yo lo decida.

—Solo déjame ir te lo suplico, no diré nada te lo juro—se me quiebra la voz—Alexander ni yo ni mis abuelos tenemos nada que ver, te estoy diciendo la verdad nosotros no tenemos porque pagar esto ¿Por qué mejor no le preguntas a Zury? Estoy segura que ella te explicara mejor el porqué te engaño, date cuenta Alexander ella ya no quería estar contigo así que solo busco una excusa para deshacerse de ti, puso en contra de ti a mis abuelos y después uso eso para alejarte, ella te puso los cuernos desde antes, ella tiene un amante desde que anduvo contigo—digo con enojo mientras siento como mis lágrimas no dejan de salir.

—¡Cállate! Eso es mentira ella me dijo que teníamos que separarnos porque tus abuelos no nos querían juntos, ella me dijo que lo mejor era terminar para que sus abuelos no la tomaran en contra de ella, si yo seguía con ella ellos la iban a mandar a suiza a un convento de monjas, por eso terminamos fue esa la razón, además de que después de terminar tus abuelos me cerraron las puertas y me hicieron quedar mal con mis socios y los de mi padre—dice molesta.

—¿Eso te dijo? —pregunto con burla—¿No te dijo que ella tenía un amante incluso más rico que tú que recién empezabas tu propia empresa? Bueno rectifico lo tiene aún, aunque por lo que veo tú ya estás en el mismo rango de rico que él, porque no piensas que ella misma armo todo eso para que la dejarás en paz, ella fue quien te cerró las puertas, estoy segura de que se lo pidió a su amante, Alexander…algo tuvo que haberle dicho a ese tipo para que él accediera a cerrarte las puertas.

—Eso no es verdad ¡No lo es! Quieres enredarme ¿Entonces dime ¿Cómo es que tu hermana se va a ver conmigo esta noche?

—¿Mi hermana sabe que me tienes aquí?

—No, ella no lo sabe ni lo sabrá, Bonita deja de inventar mentiras, por que digas lo que digas les hare ver su suerte, les haré saber el sufrimiento que me hicieron pasar y también el que le hicieron pasar a Zury de hecho aún la siguen haciendo sufrir al preferirte a ti.

—Alexander dime algo ¿Eres millonario? Por eso volviste, por cierto dime ¿Ya le dijiste a Zury que eres millonario?

—Claro ella merece lo mejor, y claro que sabe que soy millonario pero eso que tiene que ver, Bonita no te desgastes metiéndome ideas que no lograras que cambie de opinión.

—¡Eres un imbécil! —grito y sin querer me muevo de más por lo cual me lastimo—Eres un ciego que no te das cuenta a la arpía que amas.

Alexander sale de la habitación mientras yo nuevamente hundo mi rostro en la almohada.

¿De verdad no me dejará ir? ¿Por qué tengo que ser yo la que pague por culpa de Zury?

Lloro en esa almohada hasta quedarme dormida.

Despierto hasta el día siguiente, escucho murmullos así que abro mis ojos.

—Señorita le  traigo su desayuno por favor ¿Me permite curarla? Y por favor tome sus pastillas.

—¡No! No me cure así déjeme prefiero quedarme así, no quiero nada de él.

—Señorita por favor, si no se le cura y no toma pastillas el dolor volverá y se sentirá peor—suena preocupada.

—Así es mejor, así acabamos más pronto con esto—digo con burla—Yo no merezco esto.

La señora sale de la habitación mientras yo sigo acostada.

Me siento muy débil, mis labios están resecos y las heridas que tengo en la espalda no dejan de doler.

De pronto se escucha como entran a la habitación, siento como me levantan la blusa y ponen algo húmedo—con sacrificio me doy la vuelta y veo a Alexander con una gasa en sus manos.

Lo miro enojada y solo trato de sentarme.

—¿Qué haces? ¿Qué es lo que no entiendes que no quiero nada de ti? —lo miro con enojo.

—No me interesa, solo quiero mantenerte con vida a mí no me conviene que hagas estos berrinches —dice con autoridad.

Sonrío de lado y después lo miro con decepción.

—¿Dónde quedo esa alma buena que tenías hace algunos años? ¿Dónde quedo tu bondad? Ahora mírate eres de lo peor y todo por una estúpida…

 —¿Y dime de qué sirve ser bueno? Si todos te pisotean y no estoy siendo malo simplemente quiero venganza y después ser feliz con Zury.

 Escucho eso y me decepciono más, simplemente no digo nada solo me levanto y después camino.

—¿A dónde vas? —me toma del brazo y me voltea.

Me quejo ya que me duele toda la espalda, cuando veo los ojos de Alexander, él me mira asombrado.

—¿Te lastime? Yo…—traga saliva—Solo recuéstate—dice para luego recostarme.

Sinceramente ya ni siquiera tengo fuerzas de pelear o discutir con él, solo cierro mis ojos y dejo que él siga con lo que está haciendo.

 Después solo me sienta sobre la cama y abre mi boca y deposita la pastilla que receto el médico.

Lo veo por un momento para luego solo cerrar mis ojos y sentir como él me recuesta en la cama.

Han pasados días por lo cual me siento mucho mejor, mis heridas han mejorado mucho y aunque me he negado una y otra vez a recibir atención médica, Alexander siempre me termina obligando a tomar las pastillas o a comer, estas alturas no sé si tenga ganas de volver a subirme a un caballo.

 Estoy cepillando mi cabello largo, estoy concentrada en eso hasta que escucho como abren la puerta y junto con eso como me habla la señora que me ha atendido durante todos estos días.

—¿Cómo amaneció señorita? —dice mientras deja una charola con comida y fruta.

Solo la veo fijamente y después trago saliva, de verdad no soy nada grosera con mis mayores es solo que me siento tan indignada.

—Señorita yo no quiero hacerle daño—me dice con dulzura.

Sonrío con ironía mientras mantengo mi mirada firme.

—Es verdad tal vez usted no pero ¿Qué tal Alexander? —dejo el cepillo en la cama.

—Señorita, yo no puedo hacer nada en contra de él, lo vi crecer desde pequeño, yo solo sigo ordenes pero… de todos modos yo la protegeré y la cuidare a usted mientras esté aquí se lo prometo, por favor confíe en mí.

Suspiro un poco estar aquí es muy aburrido necesito tener alguien con quien hablar y quien más que ella que es la única que se ha portado bien hasta ahora.

Pero vamos que si la pondré a prueba a ver qué tan confiable es.  Recuerdo que yo traía un bolso cuando recién entre a esta casa y es obvio que necesito ese bolso hay viene mi diario y algunas de mis cosas.

—Está bien confiaré en usted pero… hay algo que debo pedir —la miro con seriedad.

—Diga —me da una mirada de confianza.

—En el cuarto pequeño ese donde estaba la primera vez debe haber un bolso lo traje conmigo, así que… lo quiero de vuelta, solo si me devuelve ese bolso le daré mi confianza—digo con ojos llorosos—Ah y también quiero devuelta a Mango— digo firmemente.

—¿Mango? ¿Quién es Mango? —menciona la ancianita.

—Mango mi perro, él venia conmigo ese día ¿Donde está?—pregunto ansiosa.

—Señorita yo no sé nada de ningún perro, pero no sé preocupe lo averiguare—sonríe.

La señora me toma de las manos mientras me sonríe vagamente.

—Le ayudare a recuperar ese bolso, y a su perro también,  Alexander no es tan malo como parece y no sé pero… —frunce los labios mientras sonríe—Mi corazón de anciana me dice que tú harás un gran cambio en él, tú harás que el cambie—aprieta mis manos.

—Alexander necesita volver a nacer para que así tenga un corazón menos duro—sonrío con ironía.

—Me puedes llamar Carmina, estoy a sus ordenes señorita —se suelta de mis manos y se va.

Cuando cierra la puerta camino detrás de la señora Carmina  y tomo la perilla de la puerta pero como era de esperarse tiene candado.

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