Valery:He perdido la noción del tiempo.Solo conozco la rutina que él ha establecido.Se cuándo es de noche porque viene a mí, me azota, deliciosamente, torturándome hasta el punto en que casi me hace venir, y luego me abandona.Olvidándose de mí hasta la próxima noche.Según mis cuentas, llevo ya tres semanas encadenada aquí.***Esta noche ha comenzado acariciándome y besando el cuerpo con lentitud, con adoración, como lo haría un amante empedernido. Luego tomó una fusta de montar y comenzó a golpearme con ella, en las caderas, en las nalgas, sobre el pubis, pero cuando me soltó un fustazo sobre cada uno de los pezones, no lo soporté más.—¡Follame!- grité, enardecida.- si vas a meterme la verga hazlo de una vez, por favor, te lo suplico ten piedad de mí…Amo. ¡Follame o mátame de una vez!Mis sollozos debieron retumbar por todo el cuarto de torturas.La fusta cayó al suelo, mi torturador movió los tornillos que sujetaban las esposas del techo y cambió mis brazos de posición, en vez
Sonée:Él es delicado.Me besa como si yo fuera la cosa más frágil del mundo.Me toca como si yo fuera de cristal.Su boca en mi coño se siente extremadamente placentera porque este es el placer de la venganza.Le lleno la boca de mis flujos y tiro de él, quitándole la ropa, y atrayéndolo para que me meta de una vez esa verga rosada y palpitante que está desesperada por clavarse en mí.Lo veo dudar, y lo beso, chupando sus labios, y relamiendo el sabor de mis jugos de su boca.Cierro mis piernas alrededor de sus caderas y lo aprisiono, sentándome al borde de la mesa.—Follame, tómame, lléname… hazme tuya.- suplico.Enreda sus dedos en mis cabellos y me penetra, liberando un gemido.Esconde su rostro entre mi cuello y mi mentón y solloza.Muevo mis caderas, comenzando el ritmo, y el cierra los ojos, siguiéndome.Llevo mis brazos a sus hombros, acariciando su rostro y besándolo con lentitud.Se mueve profundo en mí, pero con demasiada lentitud. Su ritmo delicado y suave está enloquecién
Yamamoto libera su cuello, pero la deja sentada sobre sus rodillas. Mientras acaricia sus cabellos, como si ella fuera su mascota.—La he domesticado. He seguido la tradición de los Ivanov y la he convertido en mi sumisa.- anuncia él, ofreciéndonos la sonrisa más macabra que he visto en mi vida, y la expresión vacía en la mirada de Vali me aterra.No lo permitiré. ¡No permitiré que este cretino le haga daño a mi niña!Del bolsillo de mi chaqueta, saco la navaja y me muevo rápida como un rayo a cortarle el cuello al japonés, pero mi hija ha sido más rápida que yo.Se adelantó a mis movimientos , tomó el arma del Yakuza, la cuál reposaba sobre la mesa, junto a unos periódicos y ahora está apuntándome.—¡Valery, suelta esa arma!- brama Alexis colérico.—No.- responde ella, en un tono quedo y antinatural.- tú y madre, lárguense de aquí.La contemplo perpleja.—Mi vida le pertenece al dragón, y la suya es mía. Solo YO puedo hacerle daño.Alexis se mueve, atrayéndome hacia él , con lentitud
Club Trece, Rusia:Mika:Juego con el encendedor dorado que tengo en mi mano.Apretándolo, para ver la llama brotar y soltándolo, para extinguir el fuego, repetitivamente.Los mayores sospechan que yo ordené la paliza contra Val, pero se equivocan. Yo no necesito pagarle a matones para hacer sangrar a ese imbécil. Sin embargo, sí mentí.Dije que no tenía ni idea de quien ordenó la golpiza, pero sí sé quién está detrás de todo.Mi hermana.Me sirvo un vodka y me lo trago de un solo golpe.Mi pequeña, delicada y hermosa hermana es la persona más manipuladora y retorcida que conozco.Engaña a todos con su cara de inocente, pero detrás de esa fachada se esconde un monstruo.Es egoísta, fría, calculadora y peligrosa.A la edad de catorce años dejó ciega con ácido a una compañera de clases porque la otra chica le robó una pulsera. ¿Y lo peor? Es que lo hizo parecer un accidente durante la clase de química.Mis padres pagaron una indemnización generosísima a la chica, pero la muchacha sigue
Eván:Mi hermano me contempla con pena.—Lo sé. Sé que la jodí. Sé que la empujé a las drogas y de ahí a la depresión. Creo que se siente inútil. Como si su vida no tuviera valor, como si no tuviera propósito ni sentido continuar viviendo, pero…quizás, si se pasa unos años persiguiendo a un mocoso por aquí…no sé…—¿Quieres mi consejo, hermanito?Asiento con vehemencia. Mi hermano siempre ha sido mi mejor consejero.—No te conformes con uno, mejor que sean dos. Bien pillos y bien mal portados. Te aseguro que la hará inmensamente feliz intentar enderezarlos. Créeme, no hay nada más emocionante que despertar con los gritos de la cocinera porque han cambiado los caramelos del pozuelo en la cocina por grillos vivos.Sonrío.—Y qué decir de los escándalos de mi mujer cuando los pecchi pintaban las paredes, porque se les había acabado el papel para colorear…ah…aquellos sí fueron buenos tiempos.***Valery:Él duerme completamente desnudo.Los tatuajes de su pecho y abdomen me intrigan.Quier
Valiant:—No le hagas caso, querida.- mi madre acaricia el brazo de Sonée, quien de sienta a su lado.- Desde la muerte de su padre ese hombre se ha convertido en fábrica de ácido.Sonée me mira de soslayo y yo trago en seco.Mischa se pone a contar alguna anécdota graciosa y la tensión en el comedor se disipa con lentitud.Sonée:La cena fue un fiasco.Mis madres estaban tan hermosas, bronceadas y sonrientes. Tan felices, de estar de vuelta en casa, y la reunión de bienvenida se arruinó por mi culpa.—No te pongas así, cariño.- me reprende mi madre rubia.- ya deberías estar acostumbrada a las estupideces de Oleksander.—El hombre es un cretino.- farfulla mi madre japonesa.- no permitas que su estupidez te arruine la noche.—Eso.Intento sonreír, pero no puedo.No importa cuánto razone esta situación, no logro dejar de sentirme culpable.—Ahora, tesoro, cuéntame…¿ Qué se traen Val y tú entre manos?- me interroga mi madre rusa.Comprimo los labios, pero mi cara comienza a arder.—¿Es ta
Liu:El coche se detiene, y mis hombres se apresuran a abrirme la puerta, salgo y liberó un silbido para que me siga.Se baja, en silencio, ocultando el rostro tras su largo cabello y moviéndose con lentitud, detrás de mí, dejando espacio de un metro entre nosotros.—Hemos recibido los último envíos, Señor. Mil libras de polvo de la mejor calidad.Asiento, tomando el table y checando la información.Mis negocios con los búlgaros van bien. Ellos son gente que a pesar de pertenecer al círculo, no le deben obediencia a nadie, su único amo es el dinero, el mío es tan verde como el de cualquiera.—¿Chica nueva, Señor? – me increpa Mako. El hombre es mi Migite ( mano derecha) pero es un baboso de mi madre. Estoy convencido de que trabaja para mí, y yo le pago, pero sus ojos y oídos se los presta a Mariko.Ahora, no sé si espía para mi madre de gratis, o si ella le paga con “ atenciones”.No soy tonto.De niño, Madre se la pasaba hablando pestes de los lobos blancos por haber asesinado a pa
Liu:Me levanto y me voy derecho al baño.Me doy un duchazo y me visto.Me gustan los trajes hechos a la medida, porque resaltan mi musculatura y a pesar de que no soy un hombre excesivamente alto, me hacen ver imponente.Me peino frente al espejo, componiéndome la corbata para que no quede torcida y abrochándose los botones de oro en las mangas. La miro de soslayo, y se nota que es una holgazana, acostumbrada a dormir hasta tarde y a hacer lo que se le venga en ganas, porque nunca se despierta antes que yo.Me le acerco con sigilo, acechándola y me pregunto…si debería enviársela de regreso a su padre pedazo a pedazo…en cajas, y por separado. Primero un dedo que sepan reconocer, ¿El anular en el que tiene el anillo, tal vez? Luego la muñeca de esa misma mano, luego el brazo, y así sucesivamente…Oh, me agrada la idea.De imaginar la cara que pondrá el lobo al ir abriendo caja tras caja, mi animal interno se revuelve de júbilo, sí. Sería una gloriosa culminación a mis planes, y tal ve