Blanche:—Pecchi.Mi voz suena rara.Suena como al chirrido de un metal oxidado.Valiant levanta la cabeza, dejando de lado el dibujo de un carrito que hacía, ha soltado un chillido y se ha subido a mi cama de un salto.—¡Mami! ¡Mami está despierta!Oh, lo tomo entre mis brazos y lo estrujo contra mi corazón.Mi bebé.Mi pequeñín valiente.Valery se queda quieta, acercándose al borde de la cama con temor, le tiembla el mentón y se le han llenado los ojitos de lágrimas.—Fue mi culpa.- solloza, con la carita enrojecida.- le puse un sapo muerto en la cama a la señora del cabello rojo y ella se desquitó matando a abuelita.Oh, no. No.Se me hace un nudo en la garganta.¿Nikola está muerta?¿La asesinó Licia?Mi niña tiembla como una hoja azotada por el viento de invierno …¡y maldigo a Alexis una y mil veces!Yo me contenía.Yo me aguantaba.Cada vez que Morte deseaba hacerle daño a alguien yo me frenaba porque ahí estaban ellos y no quería, no podía permitir que ellos vieran algo así.Y
Blanche:Se queda de pie en la puerta y noto que se ve extraño.Está mucho más delgado y ojeroso, más pálido de lo que recordaba.Se ha vuelto a dejar crecer la barba y trae el cabello hecho un desastre.Parece un esquizofrénico en plena crisis.Se nota que ha estado sufriendo.Y me alegro.Se lo merece por imbécil.—Esta despierta, papi. ¿Lo ves? ¡Mami está despierta!- chilla Valiant y su padre se acerca, con lentitud, evidenciando su pequeña cojera.Se nota tenso y me contempla, como si llevara una eternidad sin verme.—¿Cómo te sientes?- susurra y achino los ojos. Porque esta no es la reacción que esperaba de su parte.Esperaba que montara en cólera al descubrir que los mellizos son suyos.Ah…tal vez ha pensado en dejar la discusión para cuando los pecchi no estén presentes.—Peques, vayan con Petra. Díganle que me apetece algo de su natilla de frambuesas.Ellos se mueven, bajando de la cama, recogen las crayolas y los colores y los dibujos del suelo, pero antes de salir por la pue
Blanche:—Por encima de mi cadáver, ¿me oyes?Bebo de mi bol de sopa con lentitud, relamiéndome a cada rato y batallando con los trozos de verduras.—No te voy a perdonar la estupidez que cometiste.—Ya te dije que me equivoqué.Pedí perdón. ¿Que más quieres, mujer?Oh, quiero ver qué te retuerces como el vil gusano que eres.—No me refiero a tu grave error de enviarlos a Fiji con la suripanta de tu esposa muerta.- lo miro, clavándole puntales con los ojos.- le apuntaste con una arma a los mellizos, Alexis. Los amenazaste para forzarme a…—El revolver no estaba cargado, Sofía. – masculla.- yo no les haría daño, ni siquiera cuando no sabía que eran nuestros me pasó por la cabeza lastimarlos. Y te recuerdo que estuve viéndolos intermitentemente durante meses antes de nuestro reencuentro en Almaz.Eso es cierto.Me llevo otra cucharada de sopa a la boca y trago.Me había estado sintiendo débil. Demasiado.—¡Mami!—¡Mami!—Te hemos traído la natilla.- anuncia Valiant, acercándose con un
Blanche:—¿Bebé?- lo volví a intentar, pero se movió nervioso, gruñéndome.Los pecchi estaban cerca, y sus risas me ponían nerviosa.Si el lobo los atacaba…—¡Come! (¡Ven!)- ordené, y el animal reaccionó, acercándose a mi mano y olfateándome un momento.Entonces, fue como si el tiempo hubiera retrocedido.Shadow movió su cola con alegría y se enredó entre mis piernas haciéndome trastabillar.—Calma, bebé. Calma. Vas a tumbarme. – me reí, arrodillándome a abrazarlo, aferrándome a su cuello y acariciando su peludo lomo. El jadeó, lamiendo mi cara con alegría.- sí, mi fiel lobito, yo también te eché de menos.—¡Mami!- chilló Valery, corriendo hacia nosotros.Y Shadow se envaró, agazapándose para atacar.—¡ Sit!- le ordené, y chilló. Estaba luchando contra su naturaleza salvaje, pero lo había entrenado desde muy pequeño y mis órdenes prevalecieron.—Valy, cariño, quédate dónde estás.- pedí con voz temblorosa y la niña se paró en seco.—¿Es peligrosos?- interrogó, en lo que le temblaba el
Blanche:Tiro de Shadow y le ordeno sentarse, el lobo lo hace.—No tienes ni idea de la cantidad de gente interesante que conocí en el servicio de protección a testigos. Blair Harris, es un chico de dieciséis años, lo metieron al programa porque es un hacker capaz de meterse hasta en los ordenadores de la casa blanca y desatar los cohetes nucleares de Estados Unidos.Sonrío. —Hacerme el trabajo con tu celular y el de Linus, fue pan comido para él.—¿Y qué lograste con todo esto?Me le río en la cara.—Venganza, Yelana.—¿Venganza?- chilla. – ¿no te basta con lo que he me hiciste? ¿No te bastó con convertirme en un monstruo?—No.- mascullo.- mi lobo te dejó así para cobrar el arañazo que me hiciste aquella vez, ¿lo recuerdas, Yelana? Prometiste que me darías un tiro.Traga en seco.—Esto es para cobrarme el que quisieras inculparme en tus sucias tretas. Le robaste a Alexis y quisiste hacerme quedar como la culpable. Podía haber olvidado eso, si luego no hubieras ofrecido parte de ese
Alexis:La Matrona me informó que ella estaba metida en el sótano, teniendo una plática con Yelana y me picó la curiosidad.Lo que escuché a través de las cámaras de vigilancia me dejó helado.Luego, cuando salió, la seguí y escuché toda su perorata llamando a este y a aquel y haciendo amenazas…¡Carajos!¿Cómo no me la va poner dura?¡Qué hembra!Y es toda mía.Aunque… se muestra fría y distante.Su constante petición por el divorcio me tiene enfermo.¿Es que no puede estarse quieta?Todo con ella es un extremo.O está inconsciente o me jode.Con ella no hay punto medio.Y creo que soy masoquista, porque prefiero mil veces que me joda a que se quede tiesa y callada, con los ojos cerrados, sobre una cama.Blanche:Panteón Ivanov, Moscú.Dos semanas después:Nos hemos vestido de negro y hemos venido todos a presentar nuestros respetos.Valery no protesta por el vestido y Valiant no se queja del “traje de pingüino”, por el contrario, han traído en sus manitas un ramo de flores cada uno,
Blanche:Estoy en el comedor de la mansión, esperando a que los mellizos bajen a desayunar, me acompaña Mischa, y de los demás Ivanovs no hay ni rastro.—¿Entonces, eres corredor de la fórmula uno?Mischa bebe su chocolate caliente con lentitud.—Pues sí. Intenté ser pintor, tú misma viste mis bocetos. Pero el arte no paga la renta, como dicen.Arrugo el entrecejo.—No me mires así. Siempre he sido un delincuentucho de quinta. Si te digo, que a los quince ya robaba autos y los conducía a más de cien por hora por las calles de Madrid. En el desguace de Agustín Farías siempre me dieron un buen precio por la chatarra que llevé.Elevo una ceja.—Alli precisamente conocí al difunto Mateo y me uní a su pandilla de asaltadores de bancos, así que tengo experiencia en estas cosas.—Ya veo.—¡Primo Mischa!—¡Primo Mischa!Exclaman los pecchi, y él se voltea, sonriéndoles.—¿Nos llevas contigo hoy?- interroga Valiant exaltado.—Hace tiempo que no nos llevas a competencias. Y lo prometiste.- acus
Alexis:—Y ese es el plan. ¿Alguna duda?- increpa Eván.—Ninguna.- farfulla Oleksander.- solo espero que no terminemos todos presos o muertos.—Si así fuera, nunca te agaches a recoger el jabón en el baño, hermano y ten por seguro que te enterraremos en el “ jardín”.- bromea Mischa y Oleksander lo mira con mala cara.—¿Estamos todos listos?—Sí.—Sí.—Sí.Elevo una ceja.—Tu no vienes, Sofía. Aún te estás recuperando de nuestra última “ situación”.Me mira ceñuda.—Me llamo Blanche...y perdóname que te disculpe, pero entrené con Igor y manejo desde hace años. No como tú qué no puedes ni pisar el acelerador, Alexis.—Uh… ¡quemado!- se burla Mischa.- si mi primo no te quiere en su coche, yo te llevo, bonita.El pendejo le guiña un ojo y ella sonríe.Aprieto el mentón.—Oye, ¡búscate tu italiana, esta es la mía!- farfullo.¡Maldita y fastidiosa mujer!La tomo de la mano y tiro de ella, llevándomela mientras cojeo.Odio mis limitaciones físicas, pero más odio al resbaloso de mi primo.Con