Labios rojo intenso, accesorios brillantes y su rubio cabello corto alisado. Era ella irreconocible frente a ese espejo. El equipo de profesionales que se encargaron de peinarla y arreglarla, estaban allí, amando el resultado.
—Eres muy hermosa y el vestido azul te sienta de maravilla. —Su piel pálida lo es todo, es tan perfecta —comentó la otra mujer, mirándola con una sonrisa. Ella sonrió, un poco forzada porque no estaba acostumbrada a la excesiva atención que estaba recibiendo. Pero esa sería su nueva vida, una muy distinta a la que estaba habituada. Ahora lucía tan diferente, usando aquel vestido elegante y sobre esos tacones lujosos. Margarita se presentó y estudió a Ruby. Pronto, sin hacer otro aspavimiento, anunció que era momento de marcharse al salón donde se celebraría la fiesta de compromiso. Cuando llegaron a aquel lugar, donde personas importantes estaban reunidas charlando, bebiendo y disfrutando de la noche, Ruby comenzó a sentirse nerviosa. Sus piernas le temblaban, no porque no estuviera acostumbrada a usar tacones —aunque no era algo que hacía constantemente—, sino por su intenso nerviosismo. Lidiar con la atención era terrible. Odiaba ser el centro de atención. Pese a que nadie aún sabía que ella era la chica con la que Sung-Hoon se casaría, a lo lejos pudo avistar a Leandro y Mírian, quienes la señalaban con esos ojos que solo reflejaban odio. Sung-Hoon apareció casi media hora después y, como era de esperar, todos tenían su atención sobre él. El hombre siempre bajo los focos, especialmente ahora que se hablaba de que tomaría la presidencia de la compañía, el puesto vacío que dejó Richard tras su muerte, aunque también había curiosidad sobre su compromiso. Ruby lo miró y comenzó a sentir su corazón latiendo rápidamente, como si mariposas volaran en su interior, sin poder parar. Sabía que el momento ya estaba cerca cuando vio la sonrisa de ese hombre tan apuesto, vestido con un traje oscuro y peinado a la perfección, avanzando a su dirección. Era tan guapo que se le secaba la boca al verlo. Sung-Hoon se dirigió a ella tras haber saludado a un par de conocidos en el camino. Tomó su mano, y los murmullos comenzaron; la gente no podía dar crédito a que aquella era, sin duda, la novia. Sung-Hoon tomó su mano, acaparando aún más la atención, y luego la miró a los ojos. Se inclinó lentamente hacia su oído, susurrándole: —Te ves demasiado tensa. Intenta relajarte un poco, te prometo que todo estará bien. Solo sigue la corriente y trata de sonreír. Sin que nadie lo notara, un anillo apareció en su dedo anular, casi tan rápido que ella ni siquiera se dio cuenta hasta segundos después. A pesar de que él estaba allí, tratando de animarla, Ruby no podía pensar con claridad debido a su cercanía y al perfume tan adictivo que llevaba. Era como si su presencia hiciera que todo a su alrededor se moviera y diera vueltas. Así que, automáticamente, asintió con la cabeza y se dejó llevar por él, quien caminaba con seguridad y firmeza hacia un pequeño estrado. De pronto, Sung-Hoon comenzó a hablar a través del micrófono: —Agradezco a cada uno de los presentes que se tomó el tiempo de venir a este evento tan importante. Hoy anuncio que me comprometo con la mujer de mi vida, que me casaré con Ruby, la mujer a la que amo. Terminó diciendo: —Gracias por ser parte de este momento tan importante para mí. Ruby se sintió tan nerviosa y sonrojada, pero solo le quedaba seguirle la corriente. Luego de eso, un par de colegas se acercaron a Sung-Hoon para felicitarlo, y Ruby también agradecía por las felicitaciones que recibía, manteniendo esa falsedad. Por su parte, Mírian no soportaba la idea de ver a esa mujer saliéndose con la suya mientras parecía disfrutar de su nueva vida. En un arrebato, comenzó a beber sin parar. Leandro intentó detenerla, pero a esas alturas ya estaba fuera de control. —¡Escuchen todos! Yo también quiero felicitarlos —soltó, capturando la atención de casi todos los presentes mientras se aproximaba a Ruby y a Sung-Hoon. Margarita, al verla así, le hizo señas a su guardaespaldas para que hiciera algo, pero fue demasiado tarde. Mírian tiró del cabello de Ruby y, tomando una copa de vino, la arrojó sobre su vestido. —¡Felicidades, cuñada! —exclamó con burla, mientras el alcohol hacía de las suyas. —¿Qué crees que estás haciendo? —intervino Sung-Hoon en defensa de Ruby. —¡No puedes estar con ella, es solo una aprovechada! Idiota, eres un idiota. Mi padre es un imbécil que no supo lo que hizo al dejarte todo... —soltaba incoherencias, y al final la seguridad se la llevó. A Margarita se le caía la cara de vergüenza. Sung-Hoon, aún furibundo, salió de allí con Ruby y subieron a un deportivo. Ella seguía sin decir nada. —¿Estás bien? —Sí —emitió, pero no sonaba convincente. Ruby se dio cuenta de que Sung-Hoon había cambiado la ruta y llegaron a un hotel. —Pasaremos aquí la noche. Ella no dijo nada más, aunque se sentía incómoda con esa idea. Lo peor de todo es que él ni siquiera había pedido habitaciones separadas; así que tendrían que dormir en la misma cama. Aún con el vestido manchado y la expresión triste, siguió allí. Él se acercó y se sentó al borde de la cama, a su lado. —No te he dicho lo hermosa que estás, Ruby. Ella no pudo evitar que sus ojos se iluminaran. De pronto se encontró mirándolo a los ojos, sosteniendo aquella mirada cautivadora, que resultaba tentadora. Sung-Hoon se fue acercando lentamente y besó sus labios. Ella cerró los ojos esperando un roce, pero todo fue más allá. Aprehendió su cuello para intensificar el beso, y al final cayó sobre la cama. La ropa desapareció. —¿Estás segura de esto? —inquirió con voz ronca y ella apenas podía hilar una palabra. —No te d-detengas... Su primera vez fue un hecho repentino. Al final, ella estaba aferrada a las sábanas que cubrían su desnudez. Él tampoco decía nada luego de aquel arrebato. —¿Te hice daño? —Has sido cuidadoso —susurró—. Sung-Hoon, ¿me has traído aquí para adelantar las cosas? Era lo único que se le ocurrió pensar. Él no pudo evitar sonreír. Solo se dejó llevar por un impulso repentino, por esa sensación de estar conectado a ella y desear sentirla. Tampoco sabría explicarlo. —Ruby, ¿eso es lo que crees? Ella asintió. De pronto, él sostuvo su rostro para que lo mirara; se sentía confundido, como si realmente sintiera algo por ella. Sin darle una respuesta, terminó besando su frente y permitió que ella se ciñera a él. Ella pronto se quedó dormida. Sung-Hoon, contrariado, no sabía qué era eso en su pecho dando saltos. La razón por la que ella le resultaba tan interesante...La boda llegó finalmente, y Ruby estaba tan ansiosa aquel día. Sentía que no podría caminar bajo la constante atención de todos los invitados. El momento era ahora; con su elegante y largo vestido blanco, avanzó lentamente, recibiendo miradas de admiración y curiosidad de parte de todos los que estaban allí. Sus pasos resonaban en su mente, cada uno de ellos un recordatorio de la magnitud de lo que estaba a punto de suceder. Miró al frente y vio a Sung-Hoon, su futuro esposo, esperando con una expresión de amor, que solo era un montaje en medio de aquella relación inventada. Cuando Ruby estuvo a pocos centímetros de él, tomó su mano con un ligero temblor. El roce de sus dedos la calmó, recordándole que, a pesar de sus nervios, él estaba allí para guiarla en medio de aquella actuación. En la parte de atrás, Mírian y Leandro asistieron al casamiento a regañadientes, mientras que Margarita, desde su lugar, observaba la escena con incredulidad y descontento. Su ilusión era que su hi
Toda la familia de Dankworth estaba reunida en la sala principal, esperando la llegada del abogado. La noticia de la muerte de Richard Dankworth sacudió por completo la vida de todos ellos, ya que fue una muerte inesperada. Aunque Richard había estado un poco enfermo los últimos días, no se pensaba que eso lo llevaría realmente a la muerte; sin embargo, de un momento a otro, falleció. Una semana había pasado desde su deceso y ahora todos estaban allí, a la expectativa de la lectura del testamento, que generaba gran incertidumbre sobre lo que sucedería. Sin embargo, Míriam y Leandro, los hijos biológicos del difunto, estaban completamente seguros de que la herencia había sido dividida entre ellos. Estaban convencidos de que a su padre no se le había ocurrido jamás incluir a Sung-Hoon, su hermano solo por parte materna. Sung-Hoon Dankworth, el hijo ilegítimo, estaba sentado en una esquina, sintiendo la mirada de desprecio de sus hermanos. Para ellos, siempre había sido el intruso. É
Ruby, cuando ya se habían alejado lo suficiente, decidió soltarse del agarre del hombre y luego se cruzó de brazos mirándolo a los ojos. Ella nunca creyó que podría enfrentarlo, pero ahora sentía que estaba en su derecho, porque ese hombre la arrastró hacia un invento y todo era un desastre. —¿Por qué ha dicho eso? Es mentira que estamos en una relación, mucho menos nos casaremos, nada de lo que dijo es cierto, obviamente nunca podría ser verdad —soltó, confundida. Él suspiró sonoramnete. —¿No te das cuenta que estoy en una situación desesperada y que tú eres mi única opción? Sé que nunca hemos sido cercanos, sin embargo si te estoy pidiendo esto es porque confío en ti, eres la única persona en la que ahora puedo confiar. —¿Por qué? Solo se confía en los amigos y en la familia y claramente usted y yo no somos nada de eso — hablaba bajito como si le diera un poco de temor expresar lo que sentía. Sung-Hoon, para evitar ser visto, volvió a tomarla pero esta vez por el antebrazo y
Los días siguientes, Ruby había dejado de ser solo la sirvienta de la mansión Dankworth, para convertirse en la futura esposa de Sung-Hoon.Diana y Melissa, quienes fueron sus compañeras de trabajo, supieron de parte de Ruby, la razón por la que ella ya no trabajaría con ellas. Ambas estaban perplejas, sabiendo que de pronto Ruby se convertiría en la esposa de Sung-Hoon. —Chicas, hablemos más cuando sea posible, lo prometo, yo nunca me olvidaré de donde pertenezco. Pero ahora tengo que hacer esto. Ellas asintieron. Y es que las dos también creyeron toda esa mentira. Pensaban que Ruby sí había estado saliendo con Sung-Hoon y que ahora estaba embarazada. Pero Ruby no podía decirles la verdad, ni siquiera a ellas. ***Sung-Hoon lanzó una mirada asesina a Adriel Benson, su mejor amigo. Adriel soltó una sonora carcajada. —Es que amigo, todavía no puedo creer que te hayas enredado con una chica de bajos recursos y que no está a tu altura, no está al nivel de ninguno de nosotros. ¿Por