Los días siguientes, Ruby había dejado de ser solo la sirvienta de la mansión Dankworth, para convertirse en la futura esposa de Sung-Hoon.
Diana y Melissa, quienes fueron sus compañeras de trabajo, supieron de parte de Ruby, la razón por la que ella ya no trabajaría con ellas. Ambas estaban perplejas, sabiendo que de pronto Ruby se convertiría en la esposa de Sung-Hoon. —Chicas, hablemos más cuando sea posible, lo prometo, yo nunca me olvidaré de donde pertenezco. Pero ahora tengo que hacer esto. Ellas asintieron. Y es que las dos también creyeron toda esa mentira. Pensaban que Ruby sí había estado saliendo con Sung-Hoon y que ahora estaba embarazada. Pero Ruby no podía decirles la verdad, ni siquiera a ellas. *** Sung-Hoon lanzó una mirada asesina a Adriel Benson, su mejor amigo. Adriel soltó una sonora carcajada. —Es que amigo, todavía no puedo creer que te hayas enredado con una chica de bajos recursos y que no está a tu altura, no está al nivel de ninguno de nosotros. ¿Por qué no fuiste cuidadoso? Además, puedes pedirle que aborte. —¿Te estas escuchando, Adriel? Asumiré mi responsabilidad y me casaré con ella. Además, a mí no me interesan las apariencias o qué tanto dinero tenga la persona con la que me casaré. —¿La amas tanto? Sung-Hoon bufó. —¿Qué clase de pregunta es esa? No estuve con ella por diversión —aseguró. En el fondo solo falacias. —Supongo que la amas. No sé por qué no me lo dijiste antes, es curioso —entrecerró los ojos. —No es de tu incumbencia —rugió —. ¿Podrías irte? Aun debo revisar una propuesta. Adriel alzó las manos en modo de rendición. Cuando se marchó, Sung-Hoon se reclinó en su silla y pronto atendió la llamada de su madre. —Sung-Hoon ya todo está listo para que se lleve a cabo la fiesta de compromiso. —Madre, agradezco que te hayas hecho cargo de todo eso, aunque insisto que no era necesario. —Por supuesto que sí. Estarán todos nuestros amigos y allegados, tú eres mi hijo mayor, por lo tanto debe hacerse un evento a lo grande y todos sabrán que estarás a punto de casarte. Ah, no quiero que te vayas a vivir a otro lado con Ruby, por ahora quiero que estén aquí en casa — agregó dejándolo sin opciones. —Lo que tú digas, madre. La llamada finalizó. *** Mientras tanto, Ruby, ingresó a la habitación que Margarita ordenó que ocuparía desde entonces. No era la primera vez que ingresaba a esa recámara y es que ella misma muchas veces se encargó de limpiar allí para recibir algún invitado y ahora dormiría allí. Era todo tan raro. Ya solo sería cuestión de hacerse a la idea. Sobre la cómoda cama se acostó, antes de que su teléfono sonara sin parar. —¡La mocosa de tu hermana me ha contado que te casarás con un adinerado hombre! Dime que no es una mentira, Ruby —exigió saber su tía quién había quedado a cargo de ella luego del fallecimiento de sus padres, cuando solo era una niña. —Tía Constanza, yo... —¿Sí o no? —Es cierto lo que ha dicho Andrea. Me casaré con el joven Sung-Hoon —admitió. Incluso cuando le pidió a su hermana Andrea, de quince años, que guardara silencio, no lo hizo. La razón por la que Ruby no le había contado a su tía Constanza, es porque sabía lo interesada y materialista que era ella, y no sabía cómo tomaría la noticia. Aunque ahora veía una vez más su interés saliendo a flote. —¡Vaya! Esto tiene que ser un sueño. Al final has seguido mis consejos. Me da curiosidad cómo lo has atrapado, pero lo importante es que recuerdes la razón por la que has entrado a trabajar en ese lugar. ¡No puede quedar impune la muerte de tus padres! Esa familia debe pagar. Ruby apretó los puños a sus costados. Sabiendo que Leandro Dankworth, el medio hermano de Sung-Hoon había sido el responsable, que se salió con la suya y no pagó los daños ni cumplió un castigo. Nada. —Tía, no quiero hacerlo. Por favor, no me insistas con eso —tembló en su lugar —. Ahora me casaré y no pienso hacer justicia por mi cuenta. —¿Te estás escuchando, estúpida ingrata? Leandro Dankworth atropelló y mató a tus padres, a mi hermana y mi cuñado, no fue suficiente para él y vino a nosotras con amenazas, porque sabía que Andrea lo vio fugarse del lugar ese día. Eres la única que puede hacer algo. Ruby comenzó a sollozar. —Me he enredado en toda esta situación y no creo que pueda complicar más las cosas. Constanza resopló. —¿Quieres que vaya y diga que soy tu tía y Andrea tu hermana? Porque nadie en esa casa sabe que somos tu familia. Estoy segura de que el imbécil de ese tipo no permitirá que te cases con su familiar, por temor a que su crimen se revele. No querrá tenernos cerca. Ruby se sintió aterrorizada. Decirle todo eso a Sung-Hoon no le aseguraba tranquilidad. Hacer lo que su tía exigía, parecía conveniente. —¿Cómo lo haré? —Acaba con él. ¿Recuerdas como se terminó la plaga qué teníamos en casa? —su voz era oscura y misteriosa. Ruby se tapó la boca. Los ratones que molestaban por las noches, cada uno terminó muriendo. Constanza había logrado acabar con la plaga con un efectivo veneno. —Tía, yo no puedo... —Sí, Ruby. Envenena a ese desgraciado, debes hacerlo. Incluso puede ser más divertido si acabas con cada uno de ellos, incluyendo ese tal Sung-Hoon. Ruby abrió los ojos con sorpresa. —N-no lo haré. —Bien, tengo la potestad de Andrea, aún la propuesta de aquel tipo que la quiere y una oferta tentadora. ¿Crees que me temblará la mano? Estoy hablando en serio. En ese momento Ruby se sintió aturdida. Su tía amenazaba con vender a su hermanita, si no hacía lo que pedía. Entonces el teléfono se salió de sus manos y sus rodillas fallaron haciendo que cayera sobre el suelo. El impacto duro no dolió tanto, como la idea vengativa de su tía.Labios rojo intenso, accesorios brillantes y su rubio cabello corto alisado. Era ella irreconocible frente a ese espejo. El equipo de profesionales que se encargaron de peinarla y arreglarla, estaban allí, amando el resultado. —Eres muy hermosa y el vestido azul te sienta de maravilla. —Su piel pálida lo es todo, es tan perfecta —comentó la otra mujer, mirándola con una sonrisa. Ella sonrió, un poco forzada porque no estaba acostumbrada a la excesiva atención que estaba recibiendo. Pero esa sería su nueva vida, una muy distinta a la que estaba habituada. Ahora lucía tan diferente, usando aquel vestido elegante y sobre esos tacones lujosos. Margarita se presentó y estudió a Ruby. Pronto, sin hacer otro aspavimiento, anunció que era momento de marcharse al salón donde se celebraría la fiesta de compromiso. Cuando llegaron a aquel lugar, donde personas importantes estaban reunidas charlando, bebiendo y disfrutando de la noche, Ruby comenzó a sentirse nerviosa. Sus piernas le temblab
La boda llegó finalmente, y Ruby estaba tan ansiosa aquel día. Sentía que no podría caminar bajo la constante atención de todos los invitados. El momento era ahora; con su elegante y largo vestido blanco, avanzó lentamente, recibiendo miradas de admiración y curiosidad de parte de todos los que estaban allí. Sus pasos resonaban en su mente, cada uno de ellos un recordatorio de la magnitud de lo que estaba a punto de suceder. Miró al frente y vio a Sung-Hoon, su futuro esposo, esperando con una expresión de amor, que solo era un montaje en medio de aquella relación inventada. Cuando Ruby estuvo a pocos centímetros de él, tomó su mano con un ligero temblor. El roce de sus dedos la calmó, recordándole que, a pesar de sus nervios, él estaba allí para guiarla en medio de aquella actuación. En la parte de atrás, Mírian y Leandro asistieron al casamiento a regañadientes, mientras que Margarita, desde su lugar, observaba la escena con incredulidad y descontento. Su ilusión era que su hi
Toda la familia de Dankworth estaba reunida en la sala principal, esperando la llegada del abogado. La noticia de la muerte de Richard Dankworth sacudió por completo la vida de todos ellos, ya que fue una muerte inesperada. Aunque Richard había estado un poco enfermo los últimos días, no se pensaba que eso lo llevaría realmente a la muerte; sin embargo, de un momento a otro, falleció. Una semana había pasado desde su deceso y ahora todos estaban allí, a la expectativa de la lectura del testamento, que generaba gran incertidumbre sobre lo que sucedería. Sin embargo, Míriam y Leandro, los hijos biológicos del difunto, estaban completamente seguros de que la herencia había sido dividida entre ellos. Estaban convencidos de que a su padre no se le había ocurrido jamás incluir a Sung-Hoon, su hermano solo por parte materna. Sung-Hoon Dankworth, el hijo ilegítimo, estaba sentado en una esquina, sintiendo la mirada de desprecio de sus hermanos. Para ellos, siempre había sido el intruso. É
Ruby, cuando ya se habían alejado lo suficiente, decidió soltarse del agarre del hombre y luego se cruzó de brazos mirándolo a los ojos. Ella nunca creyó que podría enfrentarlo, pero ahora sentía que estaba en su derecho, porque ese hombre la arrastró hacia un invento y todo era un desastre. —¿Por qué ha dicho eso? Es mentira que estamos en una relación, mucho menos nos casaremos, nada de lo que dijo es cierto, obviamente nunca podría ser verdad —soltó, confundida. Él suspiró sonoramnete. —¿No te das cuenta que estoy en una situación desesperada y que tú eres mi única opción? Sé que nunca hemos sido cercanos, sin embargo si te estoy pidiendo esto es porque confío en ti, eres la única persona en la que ahora puedo confiar. —¿Por qué? Solo se confía en los amigos y en la familia y claramente usted y yo no somos nada de eso — hablaba bajito como si le diera un poco de temor expresar lo que sentía. Sung-Hoon, para evitar ser visto, volvió a tomarla pero esta vez por el antebrazo y