OctaviaDesperté en medio del campo de batalla, sumergida en un mundo de sensaciones abrumadoras. Podía oír el crepitar del fuego que consumía restos de la batalla a mi alrededor, una sinfonía de chasquidos y crujidos que llenaba el aire con un calor sofocante. Los gritos y gemidos de los heridos perforaban la noche, cada sonido un recordatorio de la brutalidad de lo que acabábamos de vivir.Miré hacia abajo y vi a Heider, su rostro concentrado mientras trabajaba en mis heridas. Sus manos se movían con una habilidad y cuidado que me llenaban de gratitud. A pesar del caos que nos rodeaba, ella estaba completamente enfocada en su tarea, una isla de calma en medio de la tormenta.A mi lado, Orión sostenía mi mano con una fuerza gentil, su cabeza inclinada y sus ojos cerrados en un gesto de preocupación y alivio. Su presencia era un ancla en el tumulto de emociones que me inundaba.—Orión, —susurré, necesitando ver sus ojos, buscar en ellos la confirmación de que todo había terminado, que
OriónLa realidad de lo que acababa de ocurrir me dejó completamente abrumado. Cada respiración que tomaba estaba llena de asombro y gratitud. Todo a mi alrededor parecía vibrar con la energía de un milagro tras otro.Que Octavia hubiera sobrevivido era algo que apenas me atrevía a creer. La había visto caer, y el terror que sentí en ese momento había sido abrumador. Pero aquí estaba, viva, con la fortaleza y la resolución que siempre la había caracterizado. Y luego estaba el embarazo, el milagro inesperado de dos cachorros creciendo dentro de ella. La noticia me había sacudido hasta el núcleo, llenándome de una mezcla de miedo y una felicidad inmensurable. Ser padre, una responsabilidad y un regalo que nunca había esperado en estos tiempos oscuros, ahora era una realidad brillante y esperanzadora.El regreso de Darcy fue otro golpe de suerte. Perderla había sido un golpe devastador para ambos, pero especialmente para Octavia. Sentir su presencia una vez más en nuestra conexión, su e
OctaviaOrión estacionó el auto de golpe a un lado de la ruta, su mirada fija al frente y su mano apretando el volante con fuerza. La tensión en su cuerpo era palpable, y podía sentir la seriedad del momento. Después de comunicarse brevemente con Lucas y Rider, se giró hacia mí, su expresión era una mezcla de preocupación y amor.—Octavia, —empezó, sus ojos clavados en los míos, —necesitas saber que te amo a ti, y solo a ti. No hay nadie más en mi corazón. —Su voz era firme, transmitiendo cada palabra con total sinceridad.Pero la inseguridad seguía mordiéndome por dentro.—Orión, voy a cambiar... Me voy a poner gorda y... —mi voz se quebró, incapaz de terminar la frase.Él tomó mis manos entre las suyas, su tacto era cálido y reconfortante.—Octavia, no me importa cómo cambie tu cuerpo. Te amaré siempre, en todas tus formas. No hay nada que pueda disminuir lo que siento por ti.Mis ojos se llenaron de lágrimas, tocada por sus palabras, pero aun luchando con mis propios miedos.—Pero
OriónLa cena en nuestra nueva casa se sentía como el comienzo de un capítulo sereno y feliz. Sam, Lucas, Heider, Octavia y yo estábamos reunidos alrededor de la mesa, disfrutando de una comida casera y del calor de la compañía familiar. Ellie, la pequeña de Sam y Lucas, descansaba en su silla para bebés, observando el mundo con ojos curiosos.—Aún estoy muy enojada con ustedes por la bromita de Luna hace unos meses, —estaba diciendo Sam con un tono de voz que intentaba ser severo, pero sus ojos destellaban con una luz juguetona.—Fue inevitable, mi amor, —respondió Lucas, su risa era contagiosa y llenaba la habitación con una energía cálida y acogedora. —No podía ser que solo yo hubiera hecho una escena.Mientras reíamos, no pude evitar recordar ese día específico. Había visto a Sam entre la multitud cuando presenté a nuestra nueva Luna. La expresión de disgusto en su rostro era tan clara y evidente que casi se podía tocar. La confusión y la sorpresa se mezclaban en su mirada, creand
OriónEl bosque bajo mis pies era un borrón de sombras y destellos de luz lunar, mis sentidos completamente vivos, mientras corría. Cada paso era una explosión de hojas secas y ramas quebradizas, resonando en el aire fresco de la noche. No había miedo en mi corazón, solo una sed insaciable de adrenalina que me impulsaba hacia adelante, más rápido, siempre más rápido."Solo déjame salir," gruñó Ciro, su voz una vibrante presencia en mi mente."Aún no, no llegamos todavía," le respondí con determinación, empujando a mis piernas a un ritmo aún más vertiginoso. Sentía cada músculo tensándose y liberándose en una danza perfecta de fuerza y agilidad, mi respiración sincronizada con cada movimiento.El olor húmedo de la tierra mezclado con el aroma dulce y picante de las hojas de pino llenaba el aire, estimulando mis sentidos aún más. Los sonidos del bosque, el susurro de las hojas, el lejano aullido de un animal, se entrelazaban con el ritmo de mi corazón latiendo fuerte en mis oídos.A lo
SamuelLa espera había sido larga y tensa, escondidos en las sombras, observando cada movimiento de Octavia y su acompañante. La atmósfera estaba cargada de una anticipación eléctrica mientras nos manteníamos al borde del territorio donde las Tierras Sagradas se encontraban con el dominio de los Cazadores Sagrados. Adriana, siempre la más impaciente, se movía inquieta a mi lado, sus ojos centelleantes reflejando la luz de la luna.—¿Cuánto tiempo más? —susurraba ella ocasionalmente, su voz una mezcla de deseo y frustración. Yo, por mi parte, me mantenía concentrado, mis ojos nunca abandonando a Octavia, casi sin respirar, vi cómo se acercaba al muro. Era un espectáculo cautivador; la forma en que se movía con tal determinación, como si estuviera destinados a desbloquear los secretos de aquel lugar prohibido. En mi pecho, un sentimiento de ansiedad crecía.La aparición del muro fue tan súbita como sorprendente, materializándose ante nuestros ojos para luego desintegrarse en un espectác
OctaviaEl tiempo había perdido su significado en esta habitación que sospechaba era de Lucien. Las horas se diluían en días, y los días se fundían en una continuidad indefinida y sombría.Cada aliento que tomaba era un recordatorio de mi soledad, un eco de la ausencia que me dolía en lo más profundo del alma.La pérdida de Darcy era una herida abierta en mi ser. Ella no era solo mi loba, era parte de mí, un fragmento esencial de mi existencia. En esos momentos de soledad, me aferraba a los recuerdos de tiempos mejores, a los momentos en que Darcy y yo éramos una, fuertes y unidas. Pero incluso esos recuerdos se estaban desvaneciendo, dejándome a la deriva en un mar de desesperación y desolación.En este confinamiento, en esta habitación que se había convertido en mi prisión, la noción del tiempo había perdido todo significado. Lo único que importaba, lo único que persistía, era la agonía de la pérdida y la insoportable soledad que me consumía día tras día.Lucien venía poco, pero ca
LucienArrastré a Octavia de vuelta a mi habitación, mis dedos apretados alrededor de su brazo con una fuerza que no pretendía disimular. La resistencia que ella ofrecía era mínima, como si su espíritu hubiera sido erosionado por el constante maltrato y la desesperación.Mi habitación, un lugar que había sido testigo de innumerables actos de crueldad, se había convertido en un santuario personal de tortura y dominación. Las paredes, desnudas y frías, estaban impregnadas de los ecos de su sufrimiento. Cada vez que entraba aquí con ella, un oscuro placer me invadía, disfrutando de su dolor y sometiéndola a mi voluntad.Aunque me deleitaba en la tortura y el abuso, una parte de mí no podía evitar sentir una especie de fascinación retorcida por Octavia. Su resistencia, aunque cada vez más débil, era una llama que, por alguna razón, no podía extinguir del todo. La forma en que su cuerpo se estremecía bajo mi toque, la mezcla de miedo y desafío en sus ojos; todo en ella despertaba en mí una