OctaviaUna semana y media había transcurrido desde nuestra última reunión, y aún no teníamos idea de dónde se llevaría a cabo el ritual de la Diosa Luna.—Tenemos que enviar más exploradores, ya tendría que estar organizado el lugar, —estaba diciendo Aiden, su voz llena de urgencia. Había una gravedad en su tono que reflejaba la seriedad de nuestra situación.—Sabemos que debemos evitar el ritual, no podemos evitar el eclipse, no sabemos a quién podría usar para el sacrificio, —estaba diciendo Orión, su ceño fruncido en concentración. Al oír esto, sentí un escalofrío recorrer mi espalda, consciente de lo cerca que estaba el peligro. Aiden me lanzó una mirada intensa y significativa. —Y los elementos del ritual no están específicos en el papel, —continuó Orión, su voz reflejando la frustración y la incertidumbre que todos sentíamos.Fue entonces cuando Heider intervino, su voz más suave pero no menos seria. —En realidad, —comenzó, atrayendo la atención de todos en la sala, —la Diosa
Orión—Octavia, no puedo... después de todo este tiempo, —empecé, mi voz cargada de angustia. —Cada segundo sin ti fue una tortura. No puedo arriesgarme a perderte de nuevo.—No puedo simplemente dejarte ir, Octavia, no después de todo lo que ha pasado, —dije, sintiendo una mezcla de miedo, amor y frustración. Mi corazón latía fuerte en mi pecho, como un tambor de guerra, cada latido resonando con la idea de perderla de nuevo.—Orión, he sobrevivido a tanto ya, —ella dijo, acercándose a mí y poniendo una mano sobre mi pecho. —No puedo ser la razón por la que pierdas tu enfoque ahora. Esto es más grande que nosotros dos.Miré hacia abajo, hacia su mano en mi pecho, sintiendo el calor de su toque a través de la tela de mi camisa. El aroma de la tierra húmeda y las hojas verdes del bosque nos rodeaba, mezclándose con el sutil perfume de Octavia, un recordatorio constante de su presencia.La miré a los ojos, viendo la determinación y el amor que brillaban en ellos. —¿Y si algo te pasa? —
OctaviaEn ese instante crítico, sentí la conexión con Orión estremecerse bajo el peso de mi secreto revelado. Sabía que había estado ocultándole la verdad sobre mi embarazo, consciente de que, de haberlo sabido, él me habría mantenido lejos de cualquier peligro. Pero necesitaba estar aquí; era mi deber, mi lucha.A través de nuestro vínculo, sentí la conmoción y la angustia de Orión. Estaba a punto de enfrentar a la Diosa Luna, pero no podía ignorar su tormento."Octavia, ¿cómo pudiste ocultarme esto?" La voz de Orión resonó en mi mente, llena de dolor y reproche."Lo siento, Orión. No había otra manera. Si lo hubieras sabido, no me habrías dejado venir," respondí mentalmente, intentando transmitirle mi determinación a pesar del miedo que me consumía."Pero ahora estás en peligro... nuestros hijos están en peligro," insistió él, su preocupación casi palpable a través de nuestro vínculo."Lo sé, pero esta es la única forma. Confía en mí, por favor," le rogué. Necesitamos detener a la
HeiderMientras corría por el bosque, mi corazón latía con fuerza en mi pecho, impulsada por la urgencia de encontrar a Octavia. Hasta ahora, todo había salido según lo planeado, pero sabía que lo más difícil aún estaba por venir.Octavia había sido astuta al darse cuenta de la trampa que la Diosa Luna nos había tendido, facilitándonos la información que necesitábamos. Pero lo que la Diosa no había previsto era que su arrogancia sería su caída. Octavia tendría que desempeñar el papel más peligroso: distraer a la Diosa, provocarla para acercarse lo más posible y, en el momento oportuno, robarle la mitad del colgante que representaba la media luna.El plan era arriesgado, y mi mente no podía evitar repasar cada detalle. Octavia derramaría su sangre sobre el colgante completo y, en el momento preciso, se lo lanzaría a Aiden. Después, tendría que encontrar una forma de escapar y llegar hasta mí para curar las heridas que inevitablemente tendría.Mi mayor preocupación era el estado de Octa
OctaviaDesperté en medio del campo de batalla, sumergida en un mundo de sensaciones abrumadoras. Podía oír el crepitar del fuego que consumía restos de la batalla a mi alrededor, una sinfonía de chasquidos y crujidos que llenaba el aire con un calor sofocante. Los gritos y gemidos de los heridos perforaban la noche, cada sonido un recordatorio de la brutalidad de lo que acabábamos de vivir.Miré hacia abajo y vi a Heider, su rostro concentrado mientras trabajaba en mis heridas. Sus manos se movían con una habilidad y cuidado que me llenaban de gratitud. A pesar del caos que nos rodeaba, ella estaba completamente enfocada en su tarea, una isla de calma en medio de la tormenta.A mi lado, Orión sostenía mi mano con una fuerza gentil, su cabeza inclinada y sus ojos cerrados en un gesto de preocupación y alivio. Su presencia era un ancla en el tumulto de emociones que me inundaba.—Orión, —susurré, necesitando ver sus ojos, buscar en ellos la confirmación de que todo había terminado, que
OriónLa realidad de lo que acababa de ocurrir me dejó completamente abrumado. Cada respiración que tomaba estaba llena de asombro y gratitud. Todo a mi alrededor parecía vibrar con la energía de un milagro tras otro.Que Octavia hubiera sobrevivido era algo que apenas me atrevía a creer. La había visto caer, y el terror que sentí en ese momento había sido abrumador. Pero aquí estaba, viva, con la fortaleza y la resolución que siempre la había caracterizado. Y luego estaba el embarazo, el milagro inesperado de dos cachorros creciendo dentro de ella. La noticia me había sacudido hasta el núcleo, llenándome de una mezcla de miedo y una felicidad inmensurable. Ser padre, una responsabilidad y un regalo que nunca había esperado en estos tiempos oscuros, ahora era una realidad brillante y esperanzadora.El regreso de Darcy fue otro golpe de suerte. Perderla había sido un golpe devastador para ambos, pero especialmente para Octavia. Sentir su presencia una vez más en nuestra conexión, su e
OctaviaOrión estacionó el auto de golpe a un lado de la ruta, su mirada fija al frente y su mano apretando el volante con fuerza. La tensión en su cuerpo era palpable, y podía sentir la seriedad del momento. Después de comunicarse brevemente con Lucas y Rider, se giró hacia mí, su expresión era una mezcla de preocupación y amor.—Octavia, —empezó, sus ojos clavados en los míos, —necesitas saber que te amo a ti, y solo a ti. No hay nadie más en mi corazón. —Su voz era firme, transmitiendo cada palabra con total sinceridad.Pero la inseguridad seguía mordiéndome por dentro.—Orión, voy a cambiar... Me voy a poner gorda y... —mi voz se quebró, incapaz de terminar la frase.Él tomó mis manos entre las suyas, su tacto era cálido y reconfortante.—Octavia, no me importa cómo cambie tu cuerpo. Te amaré siempre, en todas tus formas. No hay nada que pueda disminuir lo que siento por ti.Mis ojos se llenaron de lágrimas, tocada por sus palabras, pero aun luchando con mis propios miedos.—Pero
OriónLa cena en nuestra nueva casa se sentía como el comienzo de un capítulo sereno y feliz. Sam, Lucas, Heider, Octavia y yo estábamos reunidos alrededor de la mesa, disfrutando de una comida casera y del calor de la compañía familiar. Ellie, la pequeña de Sam y Lucas, descansaba en su silla para bebés, observando el mundo con ojos curiosos.—Aún estoy muy enojada con ustedes por la bromita de Luna hace unos meses, —estaba diciendo Sam con un tono de voz que intentaba ser severo, pero sus ojos destellaban con una luz juguetona.—Fue inevitable, mi amor, —respondió Lucas, su risa era contagiosa y llenaba la habitación con una energía cálida y acogedora. —No podía ser que solo yo hubiera hecho una escena.Mientras reíamos, no pude evitar recordar ese día específico. Había visto a Sam entre la multitud cuando presenté a nuestra nueva Luna. La expresión de disgusto en su rostro era tan clara y evidente que casi se podía tocar. La confusión y la sorpresa se mezclaban en su mirada, creand