Orión —Hoy estoy aquí, prestándote —Sam carraspeó mientras Octavia ponía los ojos en blanco —bien, entregándote una parte de mi corazón. Ella es lo más importante de mi vida, es mi mejor amiga, mi hermana, y siquiera piensas hacerle daño —Sam volvió a carraspear y Octavia hizo un gesto con la mano como indicando que se iba a comportar bien —te estoy confiando lo más maravilloso de mi mundo, no lo estropees, te juro que te cortaré las pelotas si la haces llorar siquiera una vez —terminó Octavia amenazando abiertamente a Lucas entre dientes. En ese momento, el ambiente se llenó de una mezcla de risas nerviosas y complicidad. La amenaza de Octavia se coló como una ráfaga de viento, llevándose consigo cualquier tensión que pudiera haber en el aire. El patio resonó con la carcajada liberadora de Sam, quien abrazó a Octavia con fuerza, como si reafirmara el lazo irrompible que compartían. —Te amo, Vi —declaró Sam con ternura. —Te amo, Sam —respondió Octavia, demostrando con esas simples
Octavia —Alfa, ¿me permite una pieza con mi cuñada? —Orión le gruñó bajo—vamos hermano, no es más que un baile. Me tomó de la mano, y comenzamos a bailar cuando otra canción lenta empezó a sonar. La pista de baile se iluminó con destellos suaves de luces tenues, creando un ambiente íntimo y sereno. A medida que nos movíamos, podía sentir la textura suave de la música envolviéndonos, y el roce cálido de la mano de Samuel sosteniendo la mía, proporcionando un consuelo momentáneo. Vi a Orión alejarse a una mesa donde estaban su mamá y Yulia. Observé la escena con un nudo en la garganta, sintiendo el peso de la situación. Qué raro sería llamarla por mamá, no creo que alguna vez pudiera decirle así. Mi mamá era cenizas ahora. La sensación de pérdida seguía siendo fresca, y cada referencia a la familia acentuaba la herida aún abierta. —¿Estás bien? Debe ser muy difícil para ti toda esta situación —me estaba diciendo Samuel. Traté de forjar una sonrisa amable, pero mi expresión delataba
Octavia El texto frío, casi desafiante, me indicaba que la vida de Alice estaba en un delicado equilibrio. Si quería salvarla, debía dirigirme sola a la ubicación proporcionada, a unos diez kilómetros de distancia. La distancia parecía insignificante en comparación con la urgencia de la situación. Miré la ubicación nuevamente y una oleada de nerviosismo recorrió mi cuerpo. ¿Cómo era posible que estuviera tan cerca sin ser detectada? A menos que... "Traidor", ladró Darcy. Su voz vibraba con indignación y preocupación. "Tenemos que ir a por ella, Vi. Es nuestra amiga." Darcy había desarrollado un vínculo especial con Alice, explorando las páginas de su diario y compartiendo la carga de su pasado oscuro. Su conexión era real y pura, una amistad forjada en la empatía y el apoyo. La niña que fue víctima de abusos y encierro encontró consuelo y alegría en las experiencias de mi felicidad, narradas a través de mis propios logros. Pero, ¿salir sin avisar a Orión? No porque tuviera que av
OctaviaMordí su lengua con todas mis fuerzas, sintiendo la carne ceder bajo mis colmillos. Un grito desgarrador escapó de sus labios mientras caía hacia atrás, y el tipo que me tenía atrapada levantó la cabeza para ver qué estaba ocurriendo. Aproveché la distracción y lo golpeé con fuerza, utilizando mi cabeza como arma.Escuché el crujido de su nariz rompiéndose bajo el impacto. Me soltó de golpe, impulsándome hacia adelante mientras se llevaba las manos a la cara para sujetar su rostro herido.El hombre sin lengua se retorcía en el suelo, emitiendo gritos ahogados y gruñidos desesperados. Darcy apareció más rápido que la última vez, saltó sobre él y hundió sus afilados dientes en su garganta, arrancándola de un tirón.Antes de que el cuerpo flácido del hombre cayera al suelo, Darcy ya estaba sobre uno de los individuos que custodiaban a Alice. Clavó sus garras en su pecho, extrayendo su corazón de manera brutal."Vaya mierda, Darcy," comenté, asombrada por la eficiencia y ferocidad
OriónLa furia rugía dentro de mí, un fuego ardiente que amenazaba con consumir todo a su paso. Cada pulso era una explosión de rabia contenida, una tormenta que rugía en mi pecho y nublaba mi juicio.Mis músculos se tensaron, anclados en la inmovilidad por el temor palpitante que serpenteaba en mi interior. La atmósfera se volvió densa, como si el peligro se condensara en el aire, y podía saborear el amargo regusto del miedo que se mezclaba con mi saliva.No quería moverme, temía que si lo hacía Ciro tomaría el control y mataría a todos aquí, al idiota inconsciente y hasta a mis propios hombres.Mis ojos se clavaron en Octavia, que yacía sobre el cuerpo de esa chica, una figura delicada perdida en el caos. Un impulso violento me instaba a correr hacia ellas, pero me contuve, sintiendo la presión en mis puños mientras luchaba contra la oleada de impotencia que amenazaba con desbordarme."Lo atrapamos, Alfa", enlazó uno de los hombres que habían ido tras el fugitivo. Su voz perforó el
OriónMe levanté antes que Octavia, consciente del agotamiento que la envolvía. Permanecía inmóvil en la cama, ajena al mundo que la rodeaba. Opté por dejarla descansar un poco más; sus horas de sueño eran merecidas. La habitación estaba impregnada con el suave resplandor de los primeros rayos de sol que se filtraban por las cortinas entreabiertas.La noche anterior había sido intensa. Darcy y Ciro compartieron un momento que, aunque necesario, dejó huellas en nuestra energía. La conexión entre ellos había dejado una estela de agotamiento emocional y física en nuestros cuerpos humanos. El cansancio se traducía en la forma en que Octavia y yo nos dejamos caer en la cama pasada la medianoche, entregándonos al sueño como refugio temporal.Mentiría si afirmara que la idea de sumergirme en el calor reconfortante de Octavia no cruzó mi mente, pero las obligaciones y responsabilidades llamaban con insistencia. La dualidad de deseos y deberes creaba una tensión en mi pecho, como una melodía d
OctaviaOrión estaba de un humor de perros. Aunque intentaba aparentar tranquilidad, su mirada reflejaba la tormenta que bullía en su interior. La tensión palpable en el aire se traducía en cada gesto, en cada palabra medida que cruzábamos. El acuerdo alcanzado después de nuestra conversación en su oficina había establecido límites claros sobre con quiénes debíamos compartir nuestras sospechas.Mientras mantuviéramos esto en secreto entre pocos, menores serían las posibilidades de que el traidor descubriera que estábamos al tanto de su existencia. La necesidad de preservar la discreción se volvía un eco constante en mi mente, un mantra repetido para ahogar los riesgos que enfrentábamos.Le había confiado a Orión mis sospechas sobre el acceso al búnker hace 15 años. La idea de que alguien dentro de la manada había facilitado la entrada resonaba como un acertijo difícil de resolver. La descripción de los bunkers, ocultos entre las sombras del bosque, pintaba un panorama de seguridad met
OctaviaLa revelación me golpeó como un martillazo en mi pecho. Un nudo se formó en mi estómago, y la noción de que Gala había sufrido tanto por estar cerca de Orión, porque ellos creían que ella era su compañera, era devastadora. La culpa y la impotencia se entrelazaban en mi ser, formando una amalgama de emociones difíciles de contener.—Investigamos después de que el cuerpo apareció. Al parecer, denunciaron la desaparición de Gala y Adriana una semana después del baile. Los padres declararon estar en conocimiento de un viaje a una cabaña en la montaña luego del evento. No regresaron cuando tenían que hacerlo, así que el padre de Adriana las fue a buscar y encontró la cabaña desocupada. Gala apareció en nuestro territorio tres días después del baile, por lo tanto, creemos que nunca salieron de allí. No solas.Me estremecí ante la nueva información. La desesperación y la rabia se entrelazaban en mi interior. Necesitaba procesar todo esto. Necesitaba un plan, una forma de enfrentar la