OctaviaMordí su lengua con todas mis fuerzas, sintiendo la carne ceder bajo mis colmillos. Un grito desgarrador escapó de sus labios mientras caía hacia atrás, y el tipo que me tenía atrapada levantó la cabeza para ver qué estaba ocurriendo. Aproveché la distracción y lo golpeé con fuerza, utilizando mi cabeza como arma.Escuché el crujido de su nariz rompiéndose bajo el impacto. Me soltó de golpe, impulsándome hacia adelante mientras se llevaba las manos a la cara para sujetar su rostro herido.El hombre sin lengua se retorcía en el suelo, emitiendo gritos ahogados y gruñidos desesperados. Darcy apareció más rápido que la última vez, saltó sobre él y hundió sus afilados dientes en su garganta, arrancándola de un tirón.Antes de que el cuerpo flácido del hombre cayera al suelo, Darcy ya estaba sobre uno de los individuos que custodiaban a Alice. Clavó sus garras en su pecho, extrayendo su corazón de manera brutal."Vaya mierda, Darcy," comenté, asombrada por la eficiencia y ferocidad
OriónLa furia rugía dentro de mí, un fuego ardiente que amenazaba con consumir todo a su paso. Cada pulso era una explosión de rabia contenida, una tormenta que rugía en mi pecho y nublaba mi juicio.Mis músculos se tensaron, anclados en la inmovilidad por el temor palpitante que serpenteaba en mi interior. La atmósfera se volvió densa, como si el peligro se condensara en el aire, y podía saborear el amargo regusto del miedo que se mezclaba con mi saliva.No quería moverme, temía que si lo hacía Ciro tomaría el control y mataría a todos aquí, al idiota inconsciente y hasta a mis propios hombres.Mis ojos se clavaron en Octavia, que yacía sobre el cuerpo de esa chica, una figura delicada perdida en el caos. Un impulso violento me instaba a correr hacia ellas, pero me contuve, sintiendo la presión en mis puños mientras luchaba contra la oleada de impotencia que amenazaba con desbordarme."Lo atrapamos, Alfa", enlazó uno de los hombres que habían ido tras el fugitivo. Su voz perforó el
OriónMe levanté antes que Octavia, consciente del agotamiento que la envolvía. Permanecía inmóvil en la cama, ajena al mundo que la rodeaba. Opté por dejarla descansar un poco más; sus horas de sueño eran merecidas. La habitación estaba impregnada con el suave resplandor de los primeros rayos de sol que se filtraban por las cortinas entreabiertas.La noche anterior había sido intensa. Darcy y Ciro compartieron un momento que, aunque necesario, dejó huellas en nuestra energía. La conexión entre ellos había dejado una estela de agotamiento emocional y física en nuestros cuerpos humanos. El cansancio se traducía en la forma en que Octavia y yo nos dejamos caer en la cama pasada la medianoche, entregándonos al sueño como refugio temporal.Mentiría si afirmara que la idea de sumergirme en el calor reconfortante de Octavia no cruzó mi mente, pero las obligaciones y responsabilidades llamaban con insistencia. La dualidad de deseos y deberes creaba una tensión en mi pecho, como una melodía d
OctaviaOrión estaba de un humor de perros. Aunque intentaba aparentar tranquilidad, su mirada reflejaba la tormenta que bullía en su interior. La tensión palpable en el aire se traducía en cada gesto, en cada palabra medida que cruzábamos. El acuerdo alcanzado después de nuestra conversación en su oficina había establecido límites claros sobre con quiénes debíamos compartir nuestras sospechas.Mientras mantuviéramos esto en secreto entre pocos, menores serían las posibilidades de que el traidor descubriera que estábamos al tanto de su existencia. La necesidad de preservar la discreción se volvía un eco constante en mi mente, un mantra repetido para ahogar los riesgos que enfrentábamos.Le había confiado a Orión mis sospechas sobre el acceso al búnker hace 15 años. La idea de que alguien dentro de la manada había facilitado la entrada resonaba como un acertijo difícil de resolver. La descripción de los bunkers, ocultos entre las sombras del bosque, pintaba un panorama de seguridad met
OctaviaLa revelación me golpeó como un martillazo en mi pecho. Un nudo se formó en mi estómago, y la noción de que Gala había sufrido tanto por estar cerca de Orión, porque ellos creían que ella era su compañera, era devastadora. La culpa y la impotencia se entrelazaban en mi ser, formando una amalgama de emociones difíciles de contener.—Investigamos después de que el cuerpo apareció. Al parecer, denunciaron la desaparición de Gala y Adriana una semana después del baile. Los padres declararon estar en conocimiento de un viaje a una cabaña en la montaña luego del evento. No regresaron cuando tenían que hacerlo, así que el padre de Adriana las fue a buscar y encontró la cabaña desocupada. Gala apareció en nuestro territorio tres días después del baile, por lo tanto, creemos que nunca salieron de allí. No solas.Me estremecí ante la nueva información. La desesperación y la rabia se entrelazaban en mi interior. Necesitaba procesar todo esto. Necesitaba un plan, una forma de enfrentar la
OriónAntes de entrar a las mazmorras, estaba en pánico. El miedo se apoderaba de mí, temía que Octavia me odiara por la oscura faceta que estaba a punto de mostrarle. Las palabras que podría decir, las acciones que podría llevar a cabo, todo podía ser suficiente para asustarla y hacerla alejarse. Una tensión nerviosa se apoderaba de mis músculos, y mi mente estaba plagada de preocupaciones.Sin embargo, la sorpresa gratificante me abrazó cuando vi a Octavia en acción. El disfrute en sus ojos, la manera en que manejaba la situación con una mezcla de dominio y provocación, me dejó perplejo. Algo en mí se encendió al verla torturar al hombre colgado. Era una mezcla de admiración por su valentía y una extraña atracción hacia su crueldad calculada.El olor a sangre impregnaba el aire, y podía sentir la tensión eléctrica en la habitación mientras avanzábamos. Cada paso resonaba en mi interior, una marcha hacia lo desconocido, hacia la parte más oscura de nuestras almas.Al salir de la celd
OriónLuego de la impactante revelación en la mazmorra, llevé a Octavia a nuestra habitación. El silencio pesaba en el aire, solo roto por el eco de la información compartida por el prisionero. Octavia estaba completamente en shock, y la gravedad de la situación se reflejaba en sus ojos.La leyenda resonaba en mi mente como un eco persistente. Imaginar a Octavia como la heredera de la Luna despertaba una mezcla de emociones en mí. Reconocía su fuerza, tanto en su forma humana como loba. El aura de su poder no era la de una loba común, y eso me inquietaba.Pero lo que realmente encendía la furia en mi interior era la idea de otro lobo poniendo sus manos sobre ella, de algún hombre aprovechándose de la situación."No lo permitiremos", gruñó Ciro, la voz resonando en mi cabeza."Claro que no, ella es nuestra", le devolví el gruñido en un pacto silencioso.Mis manos temblaban ligeramente por la rabia contenida, y sentía la tensión en cada fibra de mi ser. Octavia, aún aturdida por la reve
OriónLlegué a la habitación y entré hecho una furia. Tardé en darme cuenta de que Octavia no estaba. Miré como loco a mi alrededor; velas prendidas, música que sonaba suavemente de fondo, creando un ambiente íntimo y acogedor.Octavia salió del baño, estaba usando ropa interior de encaje blanca. Su cabello suelto le llegaba hasta las caderas y un poco más. Nos quedamos viendo hasta que ella se movió.—¿Estás bien? —me preguntó preocupada mientras corría hacia mí y me abrazaba. —¿Qué ocurre, amor?—Estoy bien. Ahora estoy bien.La mantuve entre mis brazos. La apreté contra mi cuerpo, acaricié la piel de su espalda mientras enterraba la cabeza en su cuello para olerla y tranquilizarme. Su aroma dulce y reconfortante me envolvía, despejando lentamente la nube de furia que había traído conmigo.—Te amo, Octavia —le susurré.—Orión, yo... —su tono sonaba muy parecido a un "pero". Diosa, no aguantaría más malas noticias hoy. Me separé y la miré a los ojos.—¿Qué ocurre, amor? —pregunté, te