OriónLlegué a la habitación y entré hecho una furia. Tardé en darme cuenta de que Octavia no estaba. Miré como loco a mi alrededor; velas prendidas, música que sonaba suavemente de fondo, creando un ambiente íntimo y acogedor.Octavia salió del baño, estaba usando ropa interior de encaje blanca. Su cabello suelto le llegaba hasta las caderas y un poco más. Nos quedamos viendo hasta que ella se movió.—¿Estás bien? —me preguntó preocupada mientras corría hacia mí y me abrazaba. —¿Qué ocurre, amor?—Estoy bien. Ahora estoy bien.La mantuve entre mis brazos. La apreté contra mi cuerpo, acaricié la piel de su espalda mientras enterraba la cabeza en su cuello para olerla y tranquilizarme. Su aroma dulce y reconfortante me envolvía, despejando lentamente la nube de furia que había traído conmigo.—Te amo, Octavia —le susurré.—Orión, yo... —su tono sonaba muy parecido a un "pero". Diosa, no aguantaría más malas noticias hoy. Me separé y la miré a los ojos.—¿Qué ocurre, amor? —pregunté, te
Octavia¡Diosa Luna! No encuentro palabras para describir lo que acaba de ocurrir. Habíamos intimado antes con Orión, pero ¿esto?Cuando sentí sus dientes desgarrar mi piel, creí que me prendería fuego. Cada mordida era un eco de deseo que reverberaba a través de mi ser. El roce áspero de sus colmillos desencadenó un escalofrío que me recorrió desde la nuca hasta los dedos de los pies. La combinación de dolor y placer creó un torbellino de emociones, como si estuviera al borde del abismo y a punto de caer.Mi orgasmo me pegó tan fuerte, me mantuvo suspendida en el cielo y me dejó caer con tanta potencia que no tenía fuerzas para moverme. Fue como un estallido de estrellas en mi interior, un éxtasis que eclipsó cualquier experiencia anterior. Cada músculo de mi cuerpo temblaba, y me sentía viva de una manera que nunca antes había experimentado.Aún tenía mis dientes en su piel, y no quería separarme. El sabor de su sangre, metálico y embriagador, resonaba en mi paladar como un elixir p
OctaviaMis rodillas fallaron cuando intentaba dar un paso. Orión me levantó en brazos y salió disparado hacia el hospital. Llegamos tan rápido que el movimiento me devolvió las náuseas que tenía. Me bajé de sus brazos y vomité en el primer cubo de basura que vi.El aroma a desinfectante del hospital inundó mis sentidos, mezclándose con la ansiedad palpable en el aire. La fría superficie del cubo bajo mis manos, la textura rugosa del papel higiénico que usé para limpiarme la boca, todo contribuyó a intensificar la realidad del momento.La urgencia de la situación se manifestaba en mi piel erizada y en la forma en que mis músculos se tensaban con cada pensamiento sobre las posibles implicaciones. La rápida respiración de Orión a mi lado resonaba en mis oídos, reflejando su propia ansiedad.—¡Doctor! —gritó Orión desesperado.Una enfermera se acercó a nosotros; había observado toda la situación y estaba nerviosa.—Alfa, pásela por aquí, por favor. El doctor está en camino.Me llevaron a
OriónOctavia había quedado dormida sobre mi cuerpo. Me encantaba la confianza que tenía en mi para dejarse llevar y descansar sin miedos. Acaricié su cabello y besé su cabeza hasta que también comencé a dormitar.Se comenzó a mover inquieta sobre mi hasta que saltó abruptamente. Su respiración irregular y agitada como si no hubiera respirador en mucho tiempo. Con la mirada completamente perdida se levantó y corrió al baño.—Amor, ¿qué ocurre? — pregunté, deslizándome fuera de la cama y vistiéndome rápidamente con un pantalón mientras corría tras ella hacia el baño. Me planté en la puerta, observándola moverse frenéticamente, cada movimiento marcado por una urgencia palpable. —Octavia me estás asustado.De vuelta en la habitación, Octavia agarró apresuradamente algo de ropa, vistiéndose con rapidez. La situación me tomó por sorpresa, apenas con tiempo para agarrar una camisa. La preocupación marcaba mi expresión mientras la seguía a toda prisa.Pasamos por el comedor, y Sam, que había
OriónNo había podido concentrarme en todo el día. Intenté conectar con Octavia, pero me había bloqueado completamente. Ciro tampoco había tenido suerte con Darcy, y estábamos muy preocupados."Tú la cagaste, deberías sentirte como una mierda tu solo, pero aquí estoy yo, lamentándome por tus errores" me había dicho antes de bloquearme también.Sam me enlazó para decirme que estaba con Octavia, y también me maldijo por cómo me había comportado al respecto. No pude decirle cómo me sentía porque... Sí, ella también me bloqueó.¡Hoy es el día de bloquea a tu Alfa! Me burlé de mí mismo, tratando de disfrazar mi angustia con sarcasmo.Lucas estaba en la oficina conmigo, y su presencia solo acentuaba mi incomodidad. Sabía que estaba enojado porque me hablaba lo justo y necesario. Me miraba de reojo de a ratos, poniéndome nervioso con cada mirada cargada de reproche.—Si, Lucas, ya lo sé. La cagué, ¿está bien? Hablaré con ella cuando ella quiera hacerlo, si lo intento antes, de seguro me arra
OctaviaEstaba tan enojada con Orión por todo lo que me había dicho. Era un verdadero capullo cuando quería, nunca pensé que lo fuera a ser conmigo. Pero aquí estamos.Salí de su oficina furiosa, fui a nuestra habitación a por algo de ropa, pensaba quedarme con Sam esa noche, no quería verle la cara a Orión. Aún no.La puerta de la habitación se cerró con un golpe sordo tras de mí, encapsulándome en un silencio que reflejaba mi tormento interno. Mis manos temblaban mientras buscaba frenéticamente algo de ropa en el armario, y cada prenda que agarraba era una válvula de escape para liberar parte de la frustración que bullía en mi pecho.Mientras preparaba una mochila con ropa vi el diario de Alice sobre la mesa de noche.Estoy segura que lo había dejado dentro del cajón.El suave roce del diario bajo mis dedos al levantarlo de la mesa de noche desató un nudo en mi estómago. Era como si el objeto mismo absorbiera la tensión del ambiente. Observé el cajón entreabierto, la sensación de in
Octavia Salimos con el grupo y corrimos a través del bosque hasta la frontera con el Bosque de los Lamentos. Aún no estaba familiarizada con la zona. Cuando me adelanté un poco uno de los lobos me detuvo. El suelo bajo mis pies vibraba con la energía apresurada de la manada. Cada paso resonaba en mi cuerpo, y podía sentir la frescura del suelo boscoso a través de mis zapatillas. A pesar de la urgencia, la naturaleza a mi alrededor parecía teñida de un verde vibrante, contrastando con la ansiedad que se aferraba a mí como una sombra persistente. —No puede pasar más allá de este punto, Luna. Es territorio de las brujas que viven en el Bosque. La voz del lobo era grave y resonante, una advertencia que reverberaba en el aire. La textura de sus palabras se aferró a mi conciencia, mezclándose con la atmósfera tensa que rodeaba la frontera. Al retroceder, noté la rugosidad de la corteza de los árboles contra la palma de mi mano, como si la propia naturaleza se opusiera a mi avance. Asen
OctaviaCuatro malditos e interminables días transcurrieron desde mi llegada a este lugar. Después de la intensa conversación con la bruja Madre, o más bien abuela, me informaron sobre un entrenamiento especial. La emoción se apoderó de mí al pensar en mover mi cuerpo, pero pronto descubrí que los últimos días los pasaría meditando frente a un gran árbol en medio del bosque.—No entiendo qué hacemos aquí, dejando pasar el tiempo —exclamé frustrada.La niña que me había traído, o secuestrado, unas noches atrás, respondió con calma:—Tienes que concentrarte, Octavia. Es un entrenamiento para controlar tu mente. Lo necesitarás una vez estés en la Tierra Sagrada.—Es fácil decirlo, no sé qué estoy buscando en mi mente...—Tal vez si dejaras de pensar en tu Alfa... —sugirió con picardía en su voz.—Debe estar desesperado por mi ausencia. Tal vez ya cometió alguna estupidez. Tal vez... —intenté explicarme.—Ese es el problema, querida heredera. Libera tu mente de todos los pensamientos. Dej