Octavia Salimos con el grupo y corrimos a través del bosque hasta la frontera con el Bosque de los Lamentos. Aún no estaba familiarizada con la zona. Cuando me adelanté un poco uno de los lobos me detuvo. El suelo bajo mis pies vibraba con la energía apresurada de la manada. Cada paso resonaba en mi cuerpo, y podía sentir la frescura del suelo boscoso a través de mis zapatillas. A pesar de la urgencia, la naturaleza a mi alrededor parecía teñida de un verde vibrante, contrastando con la ansiedad que se aferraba a mí como una sombra persistente. —No puede pasar más allá de este punto, Luna. Es territorio de las brujas que viven en el Bosque. La voz del lobo era grave y resonante, una advertencia que reverberaba en el aire. La textura de sus palabras se aferró a mi conciencia, mezclándose con la atmósfera tensa que rodeaba la frontera. Al retroceder, noté la rugosidad de la corteza de los árboles contra la palma de mi mano, como si la propia naturaleza se opusiera a mi avance. Asen
OctaviaCuatro malditos e interminables días transcurrieron desde mi llegada a este lugar. Después de la intensa conversación con la bruja Madre, o más bien abuela, me informaron sobre un entrenamiento especial. La emoción se apoderó de mí al pensar en mover mi cuerpo, pero pronto descubrí que los últimos días los pasaría meditando frente a un gran árbol en medio del bosque.—No entiendo qué hacemos aquí, dejando pasar el tiempo —exclamé frustrada.La niña que me había traído, o secuestrado, unas noches atrás, respondió con calma:—Tienes que concentrarte, Octavia. Es un entrenamiento para controlar tu mente. Lo necesitarás una vez estés en la Tierra Sagrada.—Es fácil decirlo, no sé qué estoy buscando en mi mente...—Tal vez si dejaras de pensar en tu Alfa... —sugirió con picardía en su voz.—Debe estar desesperado por mi ausencia. Tal vez ya cometió alguna estupidez. Tal vez... —intenté explicarme.—Ese es el problema, querida heredera. Libera tu mente de todos los pensamientos. Dej
OriónCrucé los límites entre los territorios, llevando conmigo la carga desesperada que nublaba mis sentidos. Mis pasos resonaban en la frontera entre la cordura y la locura, una línea delgada que temblaba bajo la intensidad de mis emociones.Cada paso era como un eco retumbante de mi urgencia por encontrarla, una necesidad que se manifestaba en mi deseo visceral de destrucción. Mis manos ansiaban la violencia, mi mente bullía con la sed de sangre, y en ese límite oscuro, estaba a punto de desencadenar la furia contenida sobre cualquiera que osara interponerse en mi camino.Al llegar al lugar donde habían llevado a Octavia, me sumergí en una ansiedad palpable. La brisa salina del mar me golpeó, acompañada por el estruendo de las olas que resonaba como un eco de mi propia inquietud. Un muro invisible, cargado de electricidad, se erigía ante mí. Las brujas habían conjurado esta barrera, una manifestación tangible de mi impotencia frente a sus maquinaciones.Horas de carrera frenética m
Orión—¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué? —chilló Sam.—La historia de su concepción es una que solo tu madre puede contar. Por otro lado, la heredera de la Luna nació para equilibrar ese pequeño error.Me giré hacia mi madre, a pocos pasos de nosotros. Todos la miramos expectantes, esperando que nos dijera algo, cualquier cosa. Levantó la barbilla, mirando a la bruja Madre.—Mis hijos no tienen nada que ver con esto... —susurró mamá, sus ojos reflejando el dolor de una historia que había mantenido oculta por tanto tiempo.—Disculpe usted, Luna. Pero sabe de lo que estoy hablando. De lo que ocurrió hace más de 18 años cuando el Alfa de la manada de las Sombras Oscuras la secuestró.Un sudor frío recorrió mi espalda. Sabía que la habían secuestrado; padre me lo había contado hace algún tiempo, pero no conocía los detalles.—Amor —intervino mi padre —ella tiene razón. Si queremos entender lo que está sucediendo, necesitamos contar la historia.El viento soplaba entre los altos árboles del bosque, l
OctaviaAl otro lado del portal, nos recibió un panorama desolador de absoluto vacío. Una negrura tan densa y pesada que, en lugar de ser simplemente la ausencia de luz, se convertía en una entidad palpable. La oscuridad se cernía sobre nosotras, una manta insondable que no solo privaba de la visión, sino que también envolvía todo en una opresión tangible.Nos encontrábamos flotando en un espacio sin dimensiones aparentes, como si hubiéramos sido arrojadas a un abismo sin límites. No había puntos de referencia, ni estrellas, ni destellos lejanos; solo la nada, infinita y opresiva.Mi voz se perdió en la oscuridad cuando llamé a Darcy, incapaz de percibir su presencia en medio de esta tiniebla absoluta."Estoy aquí", su voz resonó, pero el origen de sus palabras se desvaneció en la negrura indistinguible.No se oía nada más que el susurro perdido en la vastedad de la oscuridad. Cada palabra que pronunciábamos parecía ser absorbida por el vacío, sin devolver eco alguno."Tendrás que seg
OctaviaMis pasos resonaron en un suelo que parecía estar hecho de esperanza y resiliencia. Cada paso era una afirmación de mi valía, de mi capacidad para superar la oscuridad. Respiré profundamente, llenando mis pulmones con un aire que sabía a libertad y a nuevos comienzos.Dimos un paso hacia una estructura de piedras que se levantaba hasta el cielo, sostenida por columnas de mármol que formaban un templo circular abierto. En el centro de este espacio majestuoso, encontramos una mesa simple, dos sillas y un almohadón.—Has llegado, hija mía. —Una voz que resonaba como miles de voces a la vez habló desde detrás de nosotras. Al girarnos, lo que presenciamos nos hizo bajar la cabeza de inmediato.La mujer que se nos presentó era sublime. Era considerablemente más alta que yo, su cabello negro fluía a su alrededor con movimientos pausados, como un río en calma. Su piel de porcelana y sus ojos de un intenso negro noche resplandecían con un tenue resplandor.—No tienes que inclinarte ant
DesconocidoHabía visto a la niña bruja aparecer mientras estábamos entrenando. La observé con detenimiento, sus palabras resonando en el aire cargado de magia. Los destellos de poder danzaban a su alrededor, creando un aura mágica que competía con la atención que debía prestar a los movimientos calculados de mi compañero de entrenamiento. Mi preocupación brotaba en mi interior como una sombra que se extendía, nublando mis pensamientos.¿Cómo es que no me di cuenta de que hace días no veía a Octavia? Estaba concentrado en mi plan para atacar, pero la ausencia de su presencia se manifestaba como un peso en mi pecho. El tiempo había pasado inadvertido entre estrategias y movimientos, y la revelación me golpeó con una sensación de pérdida.Salí disparado después de la noticia, caminando hacia la oficina de Orión justo en el momento en que él y su círculo íntimo se esfumaron de mi vista. La premura de ser parte de su círculo cercano, de estar tan cerca de él como fuera posible para mejora
OriónElla había vuelto. Estaba aquí frente a mí, una figura enigmática que eclipsaba el brillo de Sam y dejaba una estela de sombras a su paso. La mezcla de emociones que inundó mi ser podría haber desencadenado tormentas en el cielo. La sorpresa, el temor y una chispa de esperanza danzaban en mis ojos mientras la observaba.El tiempo, que se había estirado en una dimensión surrealista durante el resplandor de Sam, comenzó a retomar su ritmo habitual. La realidad se solidificó cuando Sam dejó de brillar, y el grito de Lucas marcó el retorno a la urgencia de la situación. Golpeó el muro con fuerza, una descarga de frustración palpable que resonaba en la estructura de piedra.—Bien hecho, hija de la Luna. Déjanos terminar el trabajo. —La bruja Madre pronunció estas palabras con una voz que resonaba en la caverna de mis oídos.Octavia, en un gesto fugaz pero decidido, asintió. Mi corazón latió con un eco de incredulidad. ¿Realmente iba a permitir que mataran a Sam? La preocupación y la