Capítulo 50

Octavia

—Nadie más que yo, puede hacerte sentir tan bien, princesa. Debería castigarte por tu insolencia —dijo Orión, entre rabia y deseo.

Lo giré en un movimiento que lo tomó por sorpresa, invirtiendo nuestras posiciones. El contacto de su cuerpo bajo el mío era un elemento de dominación y sumisión en nuestro juego previo. Imité su movimiento, convirtiendo mi mano en garras y arrancando su camisa en pedazos. Tal vez me pasé un poco al arañar su pecho, pero la mezcla de dolor y placer en su expresión era una deliciosa recompensa.

Bajé la cabeza y pasé mi lengua por las heridas, saboreando su sangre dulce. La habitación se impregnaba con una mezcla de el aroma metálico y seductor de su esencia y nuestra excitación, creando un clímax cada vez mas inaguantable.

Desprendí su cinturón y los pantalones, bajándolos de un tirón. Comencé a besarle el muslo, subiendo lentamente hasta sus caderas, evitando su erección adrede. La anticipación se tejía en el aire, una promesa de placer por ven
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