/*Nota del Autor*/
Capítulo Final, uno de los más largo del libro. Gracias por llegar hasta el final!
—¿Estás listo, Rek? Esta vez no serás el único que suba en un tauro.
—¡¿Subir dónde?!
Mi papá era perfecto para aparecer en momentos inoportunos. Usando magia, método que nunca percibí en él, llegó hasta nosotros.
—Según yo, venía a regañarles para que dejaran de platicar en plena zona de guerra —dijo cansado—, pero ahora prefiero que se queden aquí hablando.
Si ya estaba molesta por tener que volver a correr hacia el tauro, cosa que ya había hecho dos veces, que papá se opusiera al alocado plan solamente empeoraba mi estado.
—Papá, no tenemos tiempo que perder —replicó Arthur—. Si no deten
Heradise, uno de los cuatro universos existentes en el cosmos. Un universo redimido tras proteger a una raza que en sus tiempos antiguos fue la única predominante. Una raza inteligente, ingeniosa y fuerte, pero codiciosa, avara, injusta y egoísta.Tras la poderosa guerra entre Heradise y Luvixia, los Ángeles y las demás razas no esperaban que Kaleb y sus comandantes decidirían llevar un asedio paralelo al primordial, mientras él y sus comandantes más hábiles atacaban a Gilius con deseos de cumplir su meta. Los otros comandantes atacaban los demás reinos y ciudades desligadas a estas para gobernarlas a la fuerza. A base de asedios, muertes y conquistas.Los nueve comandantes permanecían sentados alrededor de su líder, Kaleb. Esperaban que su amado padre y gobernante decidiera los siguientes pasos a seguir para obtener lo que él tanto deseaba, sin importar a quien afectara; el claro ejemp
El cielo pintaba hermoso ese día. En los Estados Unidos, el clima de primavera me atraía demasiado, solía visitar frecuentemente los parques y bosques para apreciar el fenómeno que ocurre una vez al año. Además, en cinco días era mi cumpleaños y estaba impaciente porque por fin podría volver a mi tierra natal, Suecia. En esos tiempos, tenía 18 años y estudiaba medicina en la universidad de Harvard, gracias a un examen en el cual clasifiqué hace dos años.Recién salía del segundo bloque de clases y mis amigos me esperaban afuera entre risas y bromas, la vida normal de un joven universitario.—¡Violet! ¿Por qué siempre acostumbras salir de última? No podemos esperarte todo el día.Comentó Rachel, con su falsa voz chillona.—No lo sé, cariño.Rodeé los ojos divertida por su f
Recuerdo perfectamente cómo era todo antes de que esto pasara, a pesar de los malos ratos, era lindo convivir con ellos.Caminaba tranquilamente al salón de clases que me correspondía a primera hora del día y me parecía un poco extraño que todos voltearan a verme y susurraran entre sí, no comprendía qué sucedía y tener tantas miradas sobre mí me incomodaba bastante. Miré mi celular y apareció una notificación emergente, era un mensaje de Rachel.“Vi, lo siento tanto”, decía el mensaje acompañado por un emoji de arrepentimiento. La situación me incomodaba mucho más por lo que sucedía respecto a ese extraño mensaje de Rachel. Mis pies tocaron el piso del salón y pude observar algo que me dejó bastante asustada, la silla que me correspondía no estaba de la manera que debería estarlo. Es
"Todo el tiempo, estuve rodeada de personas que me amaron, ahora; se siente extraño. ¿Qué pasó con todo ello? ¿En qué momento boté todo a la basura?"—¡PAPÁ, MAMÁ!Mis gritos eran el único sonido en la habitación. Los dos chicos que sostenían mis manos con calidez y fuerza me veían con dolor y preocupación, especialmente mi hermano mayor. Nuestros padres se encontraban en la zona de guerra y no sabíamos qué carajos hacer. Estábamos en una situación preocupante y fuera de cualquier experiencia que hubiésemos vivido con antelación, sólo quería llorar de la desesperación. Mis piernas temblaban y caí de rodillas mientras veía estáticamente lo que reproducían en las noticias. Eran unos bestias humanoides extraños, poseían caracter&
De él aprendí bastante, mucho; me atrevería a decir. Sin embargo… que idiota fui.~19 de diciembre de 2032~Las cosas habían cambiado bastante desde que esto inició, el entrenamiento sin duda nos sacó toda la energía que poseíamos diariamente, era increíble ver cómo al día uno o dos se iban del proyecto con rostros llenos de auto desprecio tras no ser capaces de llevar semejante peso en sus hombros. Claro, nada era fácil, las repeticiones superaban tres dígitos; el entrenamiento no tenía casi ninguna diferencia con el entrenamiento del ejército. A pesar de tanto caos, nosotros logramos superar todo ese problema. El entrenamiento duraba 8 meses y ya habíamos culminado el 70% del mismo.—Tierra llamando a Vi, ¡¿estás ahí?! —exclamó August, quien se había tomado la moles
[***]VioletLos dormitorios poseían un diseño moderno demasiado agradable, para ser de una instalación bélica, tras colocar todas mis pertenencias en un lugar, me acosté y aspiré profundamente. Necesitaba descansar un poco del viaje, fue muy agobiante, pero Rachel se veía animada.—Nos vemos luego, Vi —dijo con una pequeña sonrisa y cruzó el umbral de la entrada. Quedé dubitativa por su acción, pero lo ignoré tras escuchar unos cuantos golpes en la puerta. «Seguro olvidó sus llaves, dejaría de ser…»—Violet, ¿estás ahí? —preguntó August, interrumpiendo mis pensamientos.—Sí, ya voy —respondí mientras me levantaba para dejarle pasar.Su linda sonrisa fue lo primero que mis ojos captaron y mi rostro no dilató e
Nuestra primera misión, moría de nervios por lo que pudiese pasar. Odiaba sentirme así en todos esos momentos, pero al final fue lo que me ha salvado la vida todos estos años.~22 de diciembre de 2032~00:35Habían pasado 20 minutos desde que habíamos llegado a una posición oscura e indetectable de la costa de Suecia, pasando desapercibidos de la atención de los bestrayos o al menos eso queríamos creer. La mejor idea que pudo tener el Mayor fue llegar a la costa norte de Suecia a través de un submarino y salir a la superficie desprotegidos para evitar que ellos supiesen la ubicación del submarino. Estaba cerca de operar mi primera misión como soldado, en busca de proteger y principalmente; salvar a mis padres. Uno de los motivos por los que había ingresado a medicina era porque siempre sentí el deseo de servir a los demás y alejar el e
Habíamos recorrido 11 kilómetros en un camión blindado que trabajaba con la energía del cristal. Era uno de los avances logrados por los rusos y era extremadamente bueno. Hacía poco ruido y el vehículo no requería de neumáticos, levitaba con campos electromagnéticos. Antes de subirnos, tuvimos que recorrer 500 metros para llegar a la ubicación en el que el helicóptero de carga podía dejar el vehículo.—Violet Norlin —llamó el Mayor.—¿Sí, Mayor? —contesté con la interrogante de porqué me llamaba directamente por mi nombre.—Conozco a las personas que ingresan al ejercito por convicciones lejanas a las normales. Tú vienes aquí por motivos personales —explicó mientras jugaba con su cuchillo de combate en el asiento del copiloto, y yo admiraba una cicatriz que surcaba su mejilla izquie