XXV.

—Kan inte vara det «no puede ser» —exclamé con mi corazón a mil por hora. El recuerdo de las explosiones invadió mi mente conforme empezaba a llorar de la alegría.

Mis cuerdas vocales no me daban para pronunciar otro sonido, lloraba en silencio mientras miles de preguntas sobre su estado invadían mi mente.

—¡Sobrevivió! —exclamó Arthur con sorpresa y una sonrisa impresa en su rostro.

—¿Cómo lo hizo? —preguntó Rek con curiosidad.

—No es largo de contar —respondió la mujer que trataba a Fred—. Casualmente, guiaba con unos elfos a 2 supervivientes de Oslo que habíamos encontrado —explicó mientras se acercaba a nosotros con una pequeña sonrisa—. Escuchamos los estallidos y le pedí a los elfos que se separaran y buscaran la causa de la explosión. Encontramos

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